Tensión en Ucrania, ¿riesgo a la economía mundial?

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El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko. Foto: Reuters
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko. Foto: Reuters

Los problemas en Ucrania siguen manteniendo en vilo a la comunidad internacional, toda vez que el débil acuerdo de cese al fuego en la zona este del país podría finalizar en el corto plazo ante los nuevos ataques pro rusos sobre Mauripol. Ante dicha posibilidad y a la espera de que Occidente endurezca sus sanciones sobre Rusia, es importante considerar los daños no sólo al viejo continente sino también a la economía del mundo.

Según cifras de la EIA, Rusia genera aproximadamente el 20% de la producción mundial de gas, por lo cual es natural observar que el mercado europeo, ante su cercanía, es ampliamente dependiente del energético proveniente de Rusia. Países como Alemania (motor de la economía europea) cuentan con industrias que utilizan significativamente insumos energéticos rusos, por lo cual la situación actual de tensión entre Occidente y Rusia cobra relevancia. Alemania y los demás países europeos no pueden diversificar la procedencia de la importación de sus energéticos en el corto plazo, puesto que el 30% de las importaciones de gas europeas provienen de dicha región.

En tanto, Rusia ha afianzado sus relaciones con China para crear un gasoducto que provea al gigante asiático, por lo cual la Federación Rusa podría ser menos dependiente del consumo energético europeo, a diferencia de Europa quien no parece que pueda disminuir su exposición económica a este país.

Una menor dependencia de Europa permitiría al gobierno de Rusia seguir apoyando a los rebeldes en Ucrania con miras a lograr que el país cambie su estatus político y se convierta en una federación. Ello conllevaría que no pudiese entrar en la OTAN puesto que sería difícil encontrar el consenso interno necesario, afianzando la posición rusa sobre uno de los antiguos miembros de la Unión Soviética. Sin embargo, esto podría ocurrir hasta el mediano plazo, con lo cual los conflictos actuales pudieran seguir manteniendo el escenario en territorio tenso. Cabe destacar que el gobierno ucraniano tiene la intención de que su país se vuelva miembro de la OTAN, lo cual sólo terminaría por agravar aún más la situación e implicaría un golpe directo a Vladimir Putin puesto que su principal objetivo es precisamente evitar dicho movimiento, elevando las posibilidades de una mayor invasión Rusa y, como la OTAN se vería obligada a proteger a su aliado, también se incrementarían las posibilidades de una guerra entre Occidente y la propia Federación Rusa.

Actualmente, un conflicto bélico de esta envergadura permanece distante, al tiempo que las sanciones que involucren directamente al gas ruso permanecen improbables debido al daño que causaría a la endeble industria y economía europeas. Sin embargo, el gobierno alemán ha reiterado su posición de que es mejor obtener algún daño económico en vez de que Rusia pueda modificar las fronteras de Europa, violando la soberanía de las naciones, con lo cual es posible que se implementen nuevas y duras sanciones tanto europeas como rusas entre sí. Las sanciones presentes, que implican una prohibición directa rusa a las importaciones de alimentos y lácteos (entre otros productos), directamente de Europa, Estados Unidos, Australia, Noruega y Canadá; perjudicarán en mayor medida a las exportaciones europeas, especialmente de países como Finlandia, donde parte importante de su producción agrícola está dirigida al mercado ruso, al tiempo que España ha pedido directamente a la Comisión Europea el retiro masivo de productos vetados por Rusia para evitar trastornos en los mercados de los mismos.

Ante la debilidad europea, que engloba un consumo interno bajo, inversión débil, niveles de desempleo elevados y gasto gubernamental congelado por las medidas de austeridad en el continente, una restricción al comercio con Rusia (especialmente sobre el tema energético, aunque también en el armamentista) simplemente terminaría por agravar la situación de la Eurozona, elevando las posibilidades de que la misma entre en territorio de contracción económica en el corto plazo, toda vez de que la región no registró crecimiento alguno en el segundo trimestre del año. Una desaceleración en Europa no sólo afectaría al continente, sino que perjudicaría también a otras regiones vía un menor consumo de bienes importados de países con altos intercambios comerciales como China, por lo cual la economía mundial podría continuar mostrando crecimientos débiles en el corto y mediano plazos. 

Puntos relevantes:

  • - Alemania y los demás países europeos no pueden diversificar la procedencia de la importación de sus energéticos en el corto plazo.
  • - Sanciones que involucren directamente al gas ruso permanecen improbables debido al daño que causaría a la endeble industria y economía europeas.
  • - Una restricción al comercio con Rusia terminaría por agravar la situación de la Eurozona. 

En colaboración con Juan Amaro Alaffa

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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