6 estrategias para que tú o tus hijos no elijan mal una carrera

De finanzas y otros demonios -
La mayoría de las personas van a la universidad para mejorar sus expectativas laborales. Foto: Getty
La mayoría de las personas van a la universidad para mejorar sus expectativas laborales. Foto: Getty

Yo también me equivoqué de carrera. Al final de mi tercer año en la preparatoria, llegaba a casa de la escuela, me cambiaba el uniforme por una pijama (fodonga cual soy) y, después de comer, me ponía a fantasear con la lista de carreras que nos dio la orientadora.

“Ni comunicación ni periodismo, pensé, porque no me van a dejar decir lo que yo quiera”. “Las ingenierías tienen matemáticas, ni soñarlo.” “Literatura no, porque mamá amenazó con no pagarme ni el camión”.

“Para Leyes necesitas tener buena memoria”. “Psicología tampoco, porque no se ponen de acuerdo en cuál teoría es la buena”.

Luego vi la carrera de Mercadotecnia, y recordé que en la primaria me iba muy bien vendiendo pistolas de agua y gotas de cristal cortado. Mamá dio su visto bueno ¡Carrera elegida!

Aunque me avergüenza admitirlo, este fue mi proceso para elegir carrera. Mi único trabajo hasta entonces había sido pasar materias.

Mi mamá, como muchas otras, me dijo que podía estudiar lo que yo quisiera (menos literatura, arte, teatro o filosofía) y no se involucró mucho. El resultado no fue bueno.

Estuve a un pelo de no terminar la licenciatura, al igual que el 75% de los estudiantes universitarios en México. Cambié de carrera a la mitad y me tomó siete años graduarme.

La mayoría de las personas van a la universidad para mejorar sus expectativas laborales.

Si el 75% de los estudiantes universitarios no terminan la carrera, y el 60% de los profesionistas no tienen un empleo relacionado con su educación universitaria, valdría la pena preguntarnos qué estamos haciendo mal.

Al analizar mi propio fracaso en la elección de carrera, he llegado a identificar algunas estrategias que habrían mejorado el resultado.

1. Los papás sí tienen que involucrarse

Aunque están de moda que los papás respeten las decisiones de sus hijos, esto no es lo mismo que dejarlos naufragar en el mar de la vida adulta.

Los padres deben repetir al niño, todos los días, que se lave los dientes, pero ya no consideran importante repetirle a los jóvenes que deben “hacer la tarea” para encontrar su vocación. Aunque parezcan adultos por fuera, los adolescentes tienen todavía mucho por aprender sobre el mundo.

Si tu hijo te dice que quiere ser veterinario, ayúdale a planear actividades que lo lleven a confirmar o descartar esta vocación, por ejemplo, siendo voluntario en un asilo animal o clínica.

Si tu hijo quiere estudiar en cierta escuela, investiguen juntos si es la mejor opción. Una amiga se empecinó con estudiar en una vocacional que estallaba en huelga constantemente, y el resultado es que le tomó seis años acabar la preparatoria ¿Y su mamá qué opina?

“Yo no estaba de acuerdo, pero es la escuela que ella quería” ¡Ahora resulta que los padres se someten a la sabiduría de los quinceañeros!

No, señoras y señores, metan las narices, y muy hondo, no para descartar vocaciones artísticas que no les gustan, sino para enseñar a sus hijos a seguir un proceso de toma de decisiones.

2. No confíes a la escuela la orientación vocacional

Algunos tienen la idea de que las materias en la educación básica tienen el propósito de dar a los niños un panorama amplio sobre las diferentes carreras que pueden seguir cuando sean adultos.

El fracaso del 60% de los universitarios parece indicar que esta idea no suele funcionar.

En primer lugar, hay muchas áreas del saber que no se imparten en la escuela. Además, el aprendizaje abstracto no siempre te da indicios de cómo será su aplicación en la vida real.

Por ejemplo, Rosita amaba estudiar leyes. En noveno semestre decidió empezar a practicar en el bufete de su tío, y poco después dejó la carrera. Dijo que estudiar leyes era hermoso, pero odió con toda su alma ejercer. Allá van casi 5 años de dinero, tiempo y esfuerzo.

La escuela saca a los jóvenes del mundo real con el objetivo de, ¿prepararlos para el mundo real? No dejes que esta contradicción afecte el futuro de tus hijos.

3. Opciones amplias

Mi orientadora vocacional me dio una lista de carreras universitarias para elegir. Pero ahora me doy cuenta de que ese documento era solamente un punto de partida, pues no todas las profesiones o trabajos bien remunerados requieren de una carrera universitaria.

En México, el desempleo es más alto entre los egresados de educación superior que entre los egresados de primaria, y estos últimos pueden ganar más o lo mismo que los egresados de muchas carreras.

Por eso, centrarse únicamente en las carreras universitarias creyendo que forzosamente son mejor pagadas, es un error. Y si este es el camino elegido, habrá que investigar aspectos como costo de la carrera, estadísticas de saturación o desempleo, ingreso promedio esperado, etc.

Hay carreras con niveles críticos de desempleo, por ejemplo, si estudias contaduría o arquitectura, 8 de cada 10 de tus compañeros de clase serán desempleados.

4. El aprendiz de mago aprende magia

De acuerdo con Ulrich Boser, autor del libro Aprender mejor, actividades pasivas como repasar y resaltar textos no son efectivas. Aprender exige esfuerzo y salir de tu zona de confort.

Si yo te pregunto, ¿cuál es la capital de Australia? ¿Qué dirías? ¿Melbourne? ¿Sydney? Ninguna de las dos. Recordarás la respuesta correcta porque te forcé a adivinar mal, y ahora el dato es más significativo; es aún mejor si repites la pregunta a otros. Olvidamos con facilidad, y revisitar el conocimiento ayuda a la memoria.

A diferencia de los alumnos, los aprendices se desarrollan en un ambiente donde tienen que resolver problemas reales y se dan cuenta de que no saben cómo hacerlo.

Están incómodos con su ignorancia, deben investigar o hacer preguntas, observar a su “maestro” y después intentar hacer ellos lo mismo. Luego deben usar lo aprendido una y otra vez. El entorno ideal para el aprendizaje.

Un joven puede ser aprendiz de cualquier cosa. Escuché hace tiempo a un investigador físico-matemático quejándose de los recién egresados que le mandaba la empresa.

“Tráiganme a un chico de 13 años y yo haré de él un científico en poco tiempo. No me traigan a estos jóvenes de 23 que salen de la escuela con conocimientos obsoletos pero creyendo saberlo todo”.

Lo peor que puede pasar por hacer de tu hijo un aprendiz en su tiempo libre, es que desarrolle disciplina, confianza, nociones del mundo del trabajo y habilidades. Sólo necesitas buscar, con la ayuda de amigos y familiares, lugares de trabajo dispuestos a recibirlo.

5. Más tiempo

Para que un niño aprenda en el mundo real se necesita tiempo.

La educación básica es obligatoria y, además, si te rebelas a la educación oficial, serás discriminado toda tu vida (a pesar de que la escuela avala únicamente un proceso, no el resultado).

Por ello, no sugiero que los niños dejen la escuela para ser chalanes de un científico; p ero sí sugiero que se inscriba a los niños a la educación abierta o en línea lo más pronto posible, que en México suele ser a partir de la secundaria.

Si te preocupa el desarrollo académico, checa mi artículo anterior, sobre la verdadera calidad en la educación básica.

Tampoco ayuda que la sociedad te ponga a decidir carrera a una edad temprana, cuando todavía se te sale decirle mamá a la profesora y no eres capaz de mantener tu chicle lejos del cabello.

Si el joven no sabe qué estudiar, ¿por qué no permitirle tomar cursos, ser voluntario, aprendiz o trabajar? ¿Por qué forzarlo a inscribirse a la universidad inmediatamente si tiene un 60% de probabilidades de elegir mal?

6. Prepárate para estar equivocado

Equivocarse de carrera o estudiar una carrera poco demandada no significa que todo esté perdido. Da clic aquí para leer mis sugerencias sobre cómo aprovechar una carrera saturada para hacerte de un perfil único que mejore tus oportunidades de empleo o negocio.

Si tu hijo logra ser aprendiz de diversos oficios, puedes aprovechar sus habilidades como plan B, en caso de que su elección de carrera no resulte prometedora. Hace años escuché de una alpinista mexicana que financiaba sus expediciones reparando autos, oficio aprendido de su papá.

Ningún oficio o conocimiento debe descartarse como inútil o de bajo “prestigio”, y todas las habilidades pueden servir, en un mercado laboral cambiante y estrecho.

El proceso de elegir carrera debe empezar desde que los niños son pequeños. Dale a los niños y jóvenes la oportunidad de conocer mejor el mundo y a sí mismos, y verás que les cuesta menos trabajo tomar esta decisión.

Por cierto, la capital de Australia es Canberra.

 

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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