¿Dios es tu proveedor o tu pretexto?

Durante la sobremesa con una pareja de amigos que trabajan en seguros, me enteré que muchos de sus clientes potenciales, después de haber escuchado cifras y datos duros acerca de la importancia de la previsión financiera, se niegan a invertir en su futuro con la afirmación: Dios proveerá. Como vimos en la entrada anterior, 60% de los mexicanos tienen esta creencia.

Debo admitirlo, es una respuesta muy inteligente si lo que se quiere es terminar la conversación sin que puedan responderte. A fin de cuentas, la religión es un tema tabú porque, además de las diferencias entre todas las variedades de pensamiento espiritual, incluso los creyentes de tradiciones similares no se entienden debido a que cada fe religiosa es un lenguaje distinto. Por ejemplo, para los católicos, las palabras “comunión” “bautizo” “confesión” y “penitencia” significan algo distinto a lo que significan para los evangelistas, mormones, testigos de Jehová, adventistas, o judíos.

Siento gran respeto y atracción por la belleza y diversidad de pensamientos espirituales. Pero en este texto hablaré en el lenguaje de los creyentes de las tradiciones judeo-cristianas basadas en la Biblia, que son mayoritarios en México. Y lo haré con el objetivo de advertirles los peligros de dejar de lado la educación financiera con la confianza de que Dios se encargará de suplir las necesidades financieras en su vejez.

Aclaremos primero, ¿de verdad dice la Biblia que Dios proveerá? Por supuesto que sí. Hay muchos versículos que lo dicen, comenzando por Salmos 23:1: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”,  Salmos 34:10: “Los leoncillos pasan necesidad y tienen hambre, mas los que buscan al Señor no carecerán de bien alguno”, 2 Corintios 9:8: “Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra”. Pero estas promesas son “VIP”, exclusivas. El destinatario de los versículos donde Dios promete suplir las necesidades materiales es siempre una persona que busca a Dios y usa sus recursos para hacer el bien a otros; y qué bueno, porque hacer obras piadosas toma tiempo, que podría dedicarse para obtener un beneficio personal. Que la promesa de provisión no es para todos tiene sentido, porque sabemos que cada día hay miles de personas, pertenecientes a todas las religiones, que se mueren de hambre, así que si la promesa de proveer fuera general, esto querría decir que Dios es un gran embustero y mentiroso.

En resumen, si usted no tiene excedentes de efectivo porque está muy ocupado dando a los pobres, reconfortando a los enfermos y visitando a quienes están en la cárcel, entonces al menos tiene el respaldo de la Biblia para responderle al agente de seguros que Dios va a proveer. Con esto no aseguro que no sufrirá pobreza, sino que cumple el “perfil” para recibir la bendición que su fe le promete. Yo en lo personal optaría por tener un buen colchón financiero primero, pero en gustos y llamados espirituales se rompen géneros.

Ahora, supongamos que usted asiste cada semana al lugar de adoración de su fe pero no dedica la mayor parte de su vida a actividades caritativas, sino al sustento de su familia. Si usted es de clase media y está en la posición de cooperar en su iglesia, le tengo una buena noticia: Dios ya le está proveyendo para su retiro. Con educación financiera podría ahorrar más e invertir. Pero si es adicto a pequeños lujos y comodidades, y prefiere malgastar el tiempo en lugar de educarse en finanzas, entonces sería muy egoísta pensar que Dios, después de haberle dado todo lo necesario para prepararse, tiene la obligación de mantenerlo en su vejez. No se escude en su fervor religioso para tomar malas decisiones. Echarle la culpa a Dios es muy bajo, al menos siga la tradición y culpe al gobierno.

Ahora que si usted nada más va a la iglesia cuando alguien se va a casar o bautizar, nunca lee su libro sagrado y, en general, se preocupa muy poco por asuntos espirituales, entonces tenga en cuenta que ninguna escritura sagrada le promete salvarlo de la pobreza. En lugar de volverse devoto para usar a Dios de pretexto, le recomiendo que ponga manos a la obra: Dios ya le está proveyendo hoy, dándole la salud, inteligencia y tiempo para prever su futuro financiero.

Para los tres casos anteriores, la persona piadosa que da a los demás, la persona que practica activamente su fe, y la persona que usa a Dios como pretexto, aplica Gálatas 6:7: “No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará.” El famoso “karma”, la “ley de causa y efecto” o el “principio de causalidad” no son ajenos a ningún pensamiento espiritual. Es igual para todos: cristianos, agnósticos, ateos, budistas, anateístas, todos hemos experimentado la implacable relación entre nuestros actos y las consecuencias, y lo seguiremos haciendo. Termino con una historia de autor desconocido que ilustra el mensaje de hoy:

Un pueblo se inundó y todos buscaron la manera de salvarse, pero un hombre subió al techo de su casa y oró pidiendo a Dios que lo salvara. De repente, fue interrumpido por una persona en balsa que lo invitó a subir. Sin embargo, el hombre respondió “Dios me salvará” y lo dejó ir. Luego pasó una señora en bote, un individuo en lancha, y finalmente otro en un helicóptero, pero rechazó a todos diciendo “Dios me salvará”. Cuando el hombre se ahogó llegó al cielo y, molesto, le reclamó a Dios: “¿Por qué no me salvaste si yo confiaba en ti?”. Dios le respondió: "¿Y la balsa, el bote, la lancha y el helicóptero que te mandé.”

Haz tu parte en la construcción de tu futuro.

*DR