¿Sabemos divertirnos los mexicanos?

De finanzas y otros demonios -
Nos hace falta descubrir, porque nadie nos lo enseñó, que la cultura es una habilidad de consumo disponible para todos e imprescindible para el disfrute sostenido del tiempo libre. Foto: Flickr de K.H. Reichert [CC BY-NC-SA 2.0]
Nos hace falta descubrir, porque nadie nos lo enseñó, que la cultura es una habilidad de consumo disponible para todos e imprescindible para el disfrute sostenido del tiempo libre. Foto: Flickr de K.H. Reichert [CC BY-NC-SA 2.0]

CIUDAD DE MÉXICO.- Y tú, ¿cuánto gastas en entretenimiento? Probablemente más de lo que crees. Entretenimiento no es nada más ir al cine, a conciertos o al teatro. Entretenimiento es todo aquello que hacemos para no aburrirnos. El aburrimiento es una sensación desagradable y físicamente dolorosa. Así es, ¡física! Evitarlo es una necesidad, así que llenamos nuestras vidas de muy variadas maneras que no aparecen en el presupuesto de diversiones: la gasolina para dar paseos en automóvil, las compras recreacionales, comer y beber fuera, son sólo algunos ejemplos. De acuerdo a una encuesta, casi 40% de los mexicanos afirman que algunas veces se sienten aburridos durante su tiempo libre, y eso que tenemos muy poco tiempo libre, pues los mexicanos “presumimos” una jornada laboral promedio de entre las más elevadas del continente.

De acuerdo a cifras del Conaculta, los mexicanos prefieren “no hacer nada” o ver televisión en su tiempo libre; 48% de los encuestados dicen estar poco o nada interesados en actividades culturales. Si ponemos atención a las estrategias que utilizamos para combatir el aburrimiento, notaremos que pueden estarnos empobreciendo.

Tomemos como ejemplo la televisión, que es el pasatiempo favorito en este país. En primer lugar, 41% de hogares tienen televisión de paga y se espera que en cinco años esa cifra crezca un 70%. Y el costo de la televisión de paga en México es de los más caros en el mundo. Los mexicanos pagamos 883% más que los usuarios en Suecia. De los países de la OCDE, solamente Irlanda paga más por su televisión de paga. El precio promedio es de 400 pesos al mes, y si los ahorráramos, en diez años tendríamos ¡48,000 pesos! Por si esto fuera poco, ver demasiada televisión nos cobra otra factura, la propensión a enfermedades como obesidad, diabetes, afecciones cardíacas, cáncer y muerte prematura. Especialmente en infantes, los estudios demuestran que una exposición excesiva a la televisión educa a niños materialistas, con todos los efectos que esto conlleva en su salud mental y en la economía familiar. Yo no tengo televisión, ni abierta ni de paga, desde hace más de seis años, y ha sido la mejor decisión.

La televisión, al igual que otras distracciones simples, tiene otra desventaja: entre más horas se le dedica, menor es su efectividad para matar el aburrimiento. ¿Por qué? Porque para disfrutar cualquier estímulo, éste debe tener equilibrio entre lo conocido y lo desconocido. Cuando algo es demasiado familiar para nosotros, fastidia, y cuando algo es demasiado extraño, confunde y cansa. Esta es la razón por la cual los juegos de vídeo presentan al jugador nuevos retos que no estén muy por arriba de su habilidad, pero que tampoco sean demasiado fáciles de solucionar. Por ello es poco probable que una persona que nunca ha ido a un museo de arte moderno, escuchado la ópera, asistido a un concierto de música clásica, o leído una novela, disfrute la experiencia en su primer intento. El placer requiere cierto grado de familiaridad y habilidad, como sucede cuando jugamos por primera vez un juego de mesa: primero hay que conocer las reglas, acostumbrarnos a ellas viendo jugar a otros, y hacer una partida de prueba.   

Al desconocer esto, creemos que la mayoría de las expresiones culturales “no son para nosotros” y nos vamos por el camino fácil y el que requiere menos experiencia, como la compra de artículos de confort, mirar televisión, ir de compras y otras cosas que cualquiera puede disfrutar. Pero pagamos un alto precio financiero; el entretenimiento fácil puede ser muy costoso debido a la alta demanda, y también un alto precio emocional, porque al final de cuentas, seguimos aburridos.

Así como es desaconsejable invertir todo nuestro dinero en un solo negocio o compañía, también es necesario diversificar las fuentes de satisfacción de la vida. Desarrollar habilidades culturales y deportivas como el disfrute y práctica de distintos géneros musicales, lectura, danza, pintura, teatro, cine sin clichés, y otras artes y áreas del conocimiento como la historia y la psicología, te permitirá acceder a una fuente inagotable de placeres que, por su creciente complejidad y riqueza, hará que esperes con ansias tus momentos de esparcimiento. Investiga qué ofrecen las instituciones culturales y educativas de tu comunidad; la mayoría cuentan con programas e instalaciones culturales gratuitos o a precios accesibles. Sólo debes estar consciente de que, al principio, será todo demasiado nuevo y diferente para que te guste por completo… pero el abanico de opciones es inmenso y el esfuerzo que inviertas pagará dividendos en poco tiempo.

Y esto me trae a mi reflexión final. De los países de la OCDE, los mexicanos somos de los que trabajamos más horas pero con la productividad más baja y con ingresos 188% menores que el promedio de los países miembros. También estamos reprobados en ahorro para el retiro. Quizás la causa sea que, subconscientemente, queremos estar en el trabajo, todos los días hasta la muerte, aunque no seamos más productivos, ni ganemos más dinero, porque sabemos que la otra opción es ir a casa y “no hacer nada” o ver televisión, y en carne propia hemos probado lo amargo del aburrimiento. Nos hace falta descubrir, porque nadie nos lo enseñó, que la cultura es una habilidad de consumo disponible para todos e imprescindible para el disfrute sostenido del tiempo libre. Puede ser la diferencia entre vivir y morir para un trabajo mediocre, o tomar las riendas de una existencia rica y emocionante. Yo no me interesé en las finanzas personales porque me apasionan los números, y la lectura de pólizas, leyes o contratos; me interesé porque quiero escribir, leer, ir a museos y sumergirme en el arte y cultura de otras regiones. Nadie quiere libertad financiera, si sabe que cuando la obtenga no sabrá qué hacer con su tiempo. La apatía hacia la cultura va de la mano con la apatía financiera, pero ambas son cuestión de salud o enfermedad, libertad o esclavitud, vida o muerte.

*DR

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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