Seis tips para no convertirte en rehén de la casa que compraste

De finanzas y otros demonios -
Ten cuidado con el corazón. No importa cuánto te esfuerces por economizar y ahorrar en otras áreas, si tu casa es un error financiero, puede llevarte a la bancarrota o mantenerte en pobreza crónica por el resto de tu vida. Foto: Flickr de Matt Coats [CC BY-NC-SA 2.0]
Ten cuidado con el corazón. No importa cuánto te esfuerces por economizar y ahorrar en otras áreas, si tu casa es un error financiero, puede llevarte a la bancarrota o mantenerte en pobreza crónica por el resto de tu vida. Foto: Flickr de Matt Coats [CC BY-NC-SA 2.0]

Tomé la decisión de comprar mi casa en menos de un mes, y ahora me arrepiento de algunas cosas que en ese momento no tomé en cuenta. Al igual que yo, mucha gente toma decisiones inmobiliarias a la ligera, basándose en sentimientos pasajeros para tomar decisiones duraderas. Quizás esto se deba a la creencia de que las casas son una buena inversión, pero como vimos en el artículo anterior, no siempre es así.

Aunque te parezca increíble, tener casa es una de las razones principales por las cuales muchos no lograrán nunca la independencia financiera. El economista británico Andrew Oswald demostró que existe más desempleo en aquellos países en que hay más gente con casa propia. Por ejemplo, en Paraguay, 81% de la población tiene casa propia, y en los países nórdicos, donde la calidad de vida es mucho más alta, el promedio es de 54%. Y esta correlación también existe entre las ciudades. El que alquila se muda a donde hay trabajo, pero el propietario cuya única inversión es su casa, perdería todo lo que tiene si se va de una zona con pocas oportunidades. Cuanto menos recursos tiene una familia, más se aferra a lo poco que tiene, e irónicamente reduce así sus posibilidades de mejora.

Ten cuidado con el corazón. No importa cuánto te esfuerces por economizar y ahorrar en otras áreas, si tu casa es un error financiero, puede llevarte a la bancarrota o mantenerte en pobreza crónica por el resto de tu vida.

Pero esto no significa que nunca sea bueno comprar una casa. A continuación, las cinco cosas que debes tomar en cuenta para que tu casa no te haga su rehén.

1. El crédito. En México, los créditos hipotecarios son carísimos. Incluso aquellos de instituciones gubernamentales están alrededor del 10% anual, cuando en Canadá o Singapur no pagas más de 3%. Eso significa que en 30 años pagas tu casa 3 veces. Los intereses suelen ser más onerosos que la renta, a tal grado, que podrías pagar tu casa de contado si rentas y ahorras durante diez o quince años en lugar de pedir financiamiento.

¿Qué opción tienes? Asegúrate de que tu crédito permite adelantar pagos y no contrates ningún crédito si no puedes liquidarlo antes de los 5 años.

2. El tamaño sí importa. ¿Sabes qué es un elefante blanco? En la antigüedad era considerado un animal sagrado, así que no podías rechazarlo si te lo regalaban, pero se convertía en una maldición porque alimentar a un elefante es costosísimo. Así son también las casas con exceso de  espacio: cada metro de tu casa absorberá dinero y tiempo. Si ya tienes una casa demasiado grande, considera mudarte a una más pequeña, o aprovecha tus espacios rentándolos en páginas como airbnb.com. También hay quienes deciden vivir y compartir gastos con compañeros, rentar un piso de su vivienda o aprovechar sus jardines para sembrar vegetales. Jamás elijas tu casa de acuerdo con tu capacidad de compra o el estatus que quieres transmitir: el objetivo es que no quede espacio sin aprovechar.

3. Tu edad y madurez. Cuando la gente joven y sin conocimientos financieros adquiere casa, suele terminar en desastre. Esto se debe a los créditos costosos, pero también a que todavía tenemos vidas movedizas. No sabemos si formaremos o no una familia o qué tan grande será. Quizás estamos pensando cambiar de carrera, o de trabajo, o de ciudad. Si no estás seguro de qué camino tomarás en la vida, tampoco sabes qué casa es para ti. Aprovecha que eres joven para ahorrar e invertir y, cuando estés listo y sientas que conoces bien tus prioridades, compra al contado una casa que te ayude a mantener estas prioridades en su lugar.

4. La ubicación. Está comprobado que pasar más de 80 minutos al día transportándote reduce sustancialmente tu calidad de vida y salud mental. Vivir cerca de amigos, familiares, comida, educación, cultura y trabajo no es un lujo, es una necesidad. También lo es una casa en zonas con buenos caminos, transporte público y, de ser posible,  facilidades para circular en bicicleta. Lo ideal es que tu casa no te obligue a comprar coche, ni a desplazarte largas distancias para cubrir tus necesidades físicas, emocionales y de superación personal.

Si sólo te alcanza para una casa alejada de todo, entonces ¡no compres casa! Es mejor rentar un cuarto cerca de lo que amas, que pasar la mitad de tu vida solitario y estresado en los caminos.

Toma en cuenta también el costo de vida del área donde vivirás. Si trabajas desde casa o estás jubilado, quizás te convenga vivir en una ciudad más pequeña y barata. Así mismo, sopesa las ventajas y desventajas de vivir en condominio. Suele ser un poco más costoso, pero en algunas ciudades tiene ventajas que repercuten directamente en la calidad de vida porque propicia la convivencia con los vecinos, suele alejarte del ruido vehicular y de perifoneo, y mejora la seguridad.  

Prueba rentar unos meses en la zona donde quieres comprar. Estarás más al tanto de la calidad de los servicios, la seguridad, y los problemas generales del área, y te darás cuenta del tipo de vecinos que tendrás (un mal vecino puede hacer de tu casa perfecta un infierno). Además, así probarás si una casa que aparenta estar a 5 minutos del trabajo está en realidad a 50 minutos en horas pico.

5. Planeación. Conozco a personas que desde sus treinta o cuarenta años están buscando una casa que se adapte a un retiro cómodo. Buscan vivir cerca de sus familiares, construyen casas de un solo piso con cómodas rampas para facilitar su movilidad, se aseguran ingresos extra en la vejez dejando espacios para huertas caseras, o diseñan su casa dejando abierta la posibilidad de construir apartamentos para renta más adelante. Se trata de gente que busca o construye casas que permitan satisfacer sus necesidades presentes y futuras.

Existen casos opuestos. Hace años renté una casa donde había que caminar por el centro de todas las habitaciones para llegar al único baño. Tiempo después el dueño quería venderla pero nadie la compraba, por obvias razones. La casa no será sólo para ti: piensa que su diseño se adapte a las necesidades de futuros habitantes. Por ejemplo, aunque tú sólo tengas un auto, no elimines la posibilidad de que entre uno más (sembrando un árbol a la mitad del espacio, por ejemplo). Si harás un vestidor grande, asegúrate de que esté cerca del pasillo y no en la esquina de tu recámara, para que un comprador potencial pueda usar ese espacio como estudio para sus hijos. Aunque pienses envejecer en un lugar, la vida da muchas vueltas. Una casa difícil de vender es una casa con la que estarás varado por mucho más tiempo del que deseas.

6. Vender cuando sea necesario. Tu bienestar se reduce aunque ya te hayas adaptado a manejar dos horas diarias, dejar pasar oportunidades de mejores trabajos, pasar dos días haciendo el aseo, y estés acostumbrado a no ver a tu familia ni amigos. Todos odiamos las mudanzas, y nos encariñamos con la casa, aunque nos haga la vida miserable porque, hay que admitirlo, somos pésimos para buscar la felicidad. Pero podemos mejorar, y un primer paso podría ser no aferrarte a una casa que te tiene como rehenes a tus finanzas y tu felicidad.

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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