Caída del precio del petróleo y sus efectos en la violencia y la desigualdad en México

Si consideramos que en lo que va de éste 2015 otras actividades delictivas han incrementado su incidencia, ¿podríamos esperar que esto mismo ocurra con el robo de gasolina? Foto: Cuartoscuro
Si consideramos que en lo que va de éste 2015 otras actividades delictivas han incrementado su incidencia, ¿podríamos esperar que esto mismo ocurra con el robo de gasolina? Foto: Cuartoscuro

Desde junio del año pasado, la caída en los precios del petróleo, y la decisión de Arabia Saudita (que abastece el 12% de la demanda mundial de petróleo) de no coordinarse con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y por consiguiente, de no reducir su producción, colocó a los países productores de crudo en una situación compleja en términos de finanzas públicas, obligándoles a ajustar sus presupuestos y a estar al pendiente de la evolución del mercado. La economía mexicana, cuyo sector público depende en buena medida de los ingresos petroleros, no fue la excepción. El abaratamiento del crudo, junto con otros factores como son la caída de varios líderes de grupos criminales importantes (El Chapo, La Tuta), puede repercutir sobre algunas actividades que tienen lugar en los mercados negros, como es el robo de gasolina en México (perpetrado, entre otros, por grupos cercanos a Los Zetas y a El Cártel del Golfo.

En 2014, Pemex estimó en 1,150 millones de dólares las pérdidas por robo de gasolina a la vez que el diario El País informó de un alza histórica en las tomas clandestinas (4,000 detectadas, que representan un incremento de casi el 50% respecto al año anterior). A su vez, Vice estimó que las pérdidas de Pemex causadas por el robo de gasolina ascendieron a 5,000 millones de dólares. Si consideramos que en lo que va de éste 2015 otras actividades delictivas han incrementado su incidencia, ¿podríamos esperar que esto mismo ocurra con el robo de gasolina?

Muy probablemente sí. La estrategia del gobierno de Peña Nieto contra las drogas y delincuencia no ha sido muy diferente a la de Calderón. El manejo de otras crisis del gobierno federal, como la económica y de credibilidad emanada de los múltiples conflictos de interés conocidos recientemente, permite pensar que el reciente cambio en la PGR no significará un cambio importante en la política de seguridad nacional.

Mientras que, por el lado de los mercados, la baja en los precios del petróleo, y el encarecimiento de su derivado, la gasolina, genera incentivos a que los consumidores se desplacen a mercados negros. En dichos mercados, el precio de la gasolina se ha mantenido, además de constante, bastante bajo, llegando incluso a los cinco pesos por litro.

Es un círculo vicioso de inseguridad/desigualdad, el robo de gasolina disminuye los efectos de la reducción de los subsidios regresivos a la gasolina, lo que disminuye los efectos positivos de dicha corrección sobre la distribución del ingreso. Por otro lado, aumenta los ingresos de grupos narcotraficantes, ingresos que en el contexto de la Guerra a las Drogas, y de la estrategia fallida del gobierno federal, son susceptibles de ser empleados en compra de armamento, llevando a un incremento en la violencia.

Estos y muchos otros problemas, están estrechamente relacionados a la política prohibicionista de drogas, misma que se podría solucionar si se cambiara a la una de regulación de drogas tal y como (afortunadamente) han empezado a hacerlo distintos países del mundo y particularmente, Latinoamérica.

*gl

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