¿De qué depende el éxito de la Zonas Económicas Especiales?

Economía Real -
La iniciativa presentada hace unos días por el presidente Enrique Peña Nieto parece tener buenas intenciones. Foto: Cuartoscuro
La iniciativa presentada hace unos días por el presidente Enrique Peña Nieto parece tener buenas intenciones. Foto: Cuartoscuro

El gobierno mexicano ha presentado la iniciativa para la creación de tres Zonas Económicas Especiales (ZEE) con el fin de impulsar el desarrollo del sureste del país. Se planea que dichas zonas —ubicadas en los estados de Oaxaca, Guerrero y Chiapas— gocen de beneficios como: régimen aduanero especial, marco regulatorio ágil, incentivos fiscales y laborales e infraestructura de primer nivel. Las Zonas Económicas Especiales buscan eliminar los obstáculos que impiden la llegada de inversión y nuevos empleos a la región. Alrededor del mundo este tipo de política ha tenido resultados mixtos, siendo exitosos en algunos países y fracasando en otras regiones.  Vale la pena preguntarse entonces qué determina si este tipo de políticas resultan en éxito o en fracaso.

Estudios del Banco Mundial atribuyen el fracaso de las ZEE a factores como corrupción aduanal, excesiva burocracia, provisión ineficiente de servicios básicos como agua y electricidad e infraestructura que termina en obras incompletas o “elefantes blancos”. Esto ha ocurrido de forma constante en algunas regiones de África y de la India

Por otro lado, algunos casos de éxito han sido los de Bangladesh, Corea del Sur y China. Además de las ventajas comparativas que ofrecen al mercado estos países (bajos salarios, localización y una fuerza laboral capacitada), lo que los distingue es la voluntad política para implementar las medidas necesarias para hacer funcionar las ZEE, el involucramiento del sector público y privado, la dotación de infraestructura y servicios, así como la aplicación correcta del régimen preferencial en las zonas seleccionadas.

La iniciativa presentada hace unos días por el presidente Enrique Peña Nieto parece tener buenas intenciones, se prevé la inversión de 3,120 millones de pesos para la creación de infraestructura que eleve la competitividad de la zona, un marco regulatorio más ágil e incentivos fiscales y laborales para las empresas. No podemos profetizar un éxito ya que aún no quedan claros los detalles de este nuevo régimen fiscal ni el tipo de infraestructura que se planea construir (un análisis preliminar puede encontrarse aquí).  Tampoco podemos saber si prevalecerán intereses políticos que hagan más tortuoso el camino, ni si los recursos destinados se verán reflejados en bienes materiales o terminarán como “elefantes blancos”.  

Sabemos, por experiencia de otros, aquello que impide o permite que una Zona Económica Especial tenga éxito. En nuestro caso, la zona sureste del país es la más rezagada, su geografía es difícil y requiere de montos importantes de inversión en bienes materiales como carreteras, infraestructura portuaria y de telecomunicaciones, además de un régimen fiscal que compense los costos relativos a la zona. Siguiendo esta línea la iniciativa parece correcta. Sin embargo, en una democracia como la nuestra, es natural que distintos grupos de interés se sientan amenazados por nuevos cambios y quieran aprovechar su posición a costa del interés de todos.

La voluntad para materializar el cambio es una condición necesaria para que una Zona Económica Especial tenga éxito. Podríamos considerar éste el principal reto al que la iniciativa se enfrenta.

 

*gl 

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