El dilema en Japón: entre crecimiento y consolidación fiscal

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El gobierno de Shinzo Abe está obligado a dar resultados en un contexto en el que su economía se encuentra debilitada. Foto: Reuters
El gobierno de Shinzo Abe está obligado a dar resultados en un contexto en el que su economía se encuentra debilitada. Foto: Reuters

Desde los años noventa, Japón se convirtió en el mejor ejemplo de una economía que atraviesa por un estancamiento secular, término traído a la discusión en años recientes por Larry Summers. De 1990 a 2013 su economía creció, en promedio, 1.4%, y tuvo una inflación promedio de apenas 0.36%, con inflación negativa en 12 años dentro de dicho período, todo esto de acuerdo con cifras del FMI.

Con el objetivo de romper este ciclo de bajo crecimiento y deflación, el actual gobierno de Japón anunció desde el inicio de su administración un programa al cual se le ha llamado “Abenomics”. Este programa combina acciones en torno a tres áreas: estímulos fiscales y monetarios para promover el crecimiento en el corto plazo, y reformas estructurales para aumentar su crecimiento potencial.

Sin embargo, el gobierno de Japón tiene los niveles de deuda como porcentaje del PIB más elevados del mundo, actualmente en más del 240%, lo cual puede poner en riesgo la posición fiscal del país.

Como respuesta a esto último, se propuso una mejora en la posición fiscal del gobierno a través de, entre otras cosas, un aumento en el IVA del 5 al 10% en dos incrementos en el tiempo. El primero se dio en abril pasado, y llevó a la economía japonesa a una contracción de 7.1% a tasa trimestral anualizada durante el segundo trimestre. El segundo aumento estaba programado para octubre de 2015, suponiendo que el país se recuperara del primer aumento.

Para el tercer trimestre de 2014, los analistas esperaban que la economía japonesa creciera a una tasa trimestral anualizada de 2.2 por ciento. Sin embargo, contrario a las expectativas, su PIB cayó 1.6% debido principalmente a una menor inversión en inventarios, poniendo a su economía en recesión.

Ante este escenario, el gobierno japonés tenía dos opciones: posponer el segundo aumento al IVA y postergar su consolidación fiscal con el riesgo de no disminuir sus elevados niveles de deuda, o seguir con el plan de aumentar el IVA pero arriesgándose a afectar la débil recuperación de su economía.

Un día después de que se diera a conocer la recesión, el primer ministro Shinzo Abe se decidió por la primera de las opciones, anunciando que el segundo aumento al IVA se implementaría hasta 2017. Asimismo, disolvió el Parlamento y convocó a elecciones dentro de un mes, con el objetivo de ganar apoyo de los ciudadanos y legitimidad en torno al programa “Abenomics” implementado desde su llegada.

Si bien la decisión tomada por el primer ministro fue la correcta en el corto plazo en vista de la debilidad de la economía japonesa, existe incertidumbre sobre el resultado de las elecciones convocadas y, en última instancia, en la efectividad que el programa “Abenomics” ha tenido hasta ahora. El gobierno de Shinzo Abe está obligado a dar resultados en un contexto en el que su economía se encuentra debilitada y en 2015 varias economías avanzadas, entre ellas Estados Unidos, subirán sus tasas de interés y afectarán a los mercados financieros internacionales.

*gl

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