Los Ramones, infraestructura y prevención en México

Economía Real -
No puede instrumentarse un vendaval de reformas si antes no tenemos los cimientos. Foto: Thinkstock
No puede instrumentarse un vendaval de reformas si antes no tenemos los cimientos. Foto: Thinkstock

Life’s a gas… Don’t be sad at all.
Joey Ramone (Los Ramones)

Se acerca el fin de año y la reflexión sobre lo ocurrido en 2014 surge por inercia. El año siempre pasa muy rápido y cuando se abren los ojos ya se está en diciembre, que es cuando comienzan las fiestas navideñas y el dinero circula más rápido, pues al igual que Santa Claus, el aguinaldo ha llegado sin falta este mes. El consumo aumentará y la economía tendrá su última oportunidad para dar un “empujón” más. El dinero sobrará y la abundancia habrá que administrarla aunque sean unos cuantos pesitos, pues el dólar ronda las 15 unidades y la moneda se ha depreciado. Al final, será una ilusión que termina el segundo día del nuevo año, pues resulta que no somos buenos ahorradores, el PIB al final no creció como se esperaba (se proyecta será de 2.1%) y la cartera vencida de los bancos irá de nuevo en aumento. La misma historia de cada año.

Sin embargo, si bien se dice que la historia no se repite, pues las condiciones siempre son cambiantes, parece ser que por lo menos los problemas sí lo hacen. Este es el caso de la infraestructura en México. Un pendiente al que no se le ha otorgado la importancia que merece. Sus soluciones siempre terminan siendo insuficientes, o bien, acaban siendo buenos deseos para el próximo año.

Un ejemplo de esto es el proyecto del gasoducto Los Ramones, cuya primera etapa fue inaugurada el pasado 3 de diciembre en voz del Presidente de la República y es vista como un ejemplo de lo que está por venir con la reforma energética. Una inversión de gran envergadura  que comenzó en 2012 y se compone por dos fases y cuatro etapas. Estados Unidos será el proveedor del gas natural y también copartícipe de este gasoducto cuya inversión total estimada es de 32,474 millones de pesos (0.24% del PIB), de acuerdo con la revista Expansión (5 de diciembre, 2014).

En la primera fase se construyeron 279 km. del gasoducto; 161 km. se encuentran en Estados Unidos, desde Agua Dulce, Texas, hasta la frontera con México (1a etapa). Los 118 kms restantes inician en la frontera y terminan en Los Ramones, Nuevo León. (2a etapa). Esta primera parte del gasoducto se espera comience a operar a finales de este año.

En lo que corresponde a la segunda fase, cuya construcción apenas empieza y se espera concluya en diciembre del 2015, partirá de Los Ramones hasta El Alto, Guanajuato. El total de esta fase que cruza por Tamaulipas, San Luis Potosí y Querétaro será de 740 km. Así, en total se tendrán 1,019 km de gasoducto (6% del total de gasoductos en México) que permitirán transportar una mayor cantidad de gas natural al país. Con esto se espera un mayor abastecimiento y una relativa disminución en el precio del mismo, beneficiando vía costos al sector productivo.

Después de leer estos números, el proyecto sin lugar a dudas suena rimbombante. Y, efectivamente, lo es; sin embargo, no es suficiente. El país sigue rezagado en esta materia al igual que en infraestructura. Un ejemplo de ello, con datos de Expansión, es que en Estados Unidos, al cierre de noviembre de 2014, se contaba con 427,000 km en gasoductos, mientras que México se contaba apenas con 16,800 km, casi el 4% de nuestro principal socio comercial. Es cierto que las extensiones territoriales son distintas, no obstante, la cifra continúa estando lejos de lo necesario.

Desde un aspecto macroeconómico, la inversión fija bruta del país muestra el mismo comportamiento. En días pasados, INEGI dio a conocer las cifras a septiembre y la inversión creció 5.7% con respecto al año anterior. Además, se observó que la inversión en construcción y en maquinaria y equipo mostraron un crecimiento prometedor comparado con el año anterior, 4.2% y 8.5%, respectivamente. Sin embargo, si se observa el acumulado de enero a septiembre, la construcción creció 0.5% menos que el año anterior y, en particular, la construcción no residencial creció 2.1% menos, es decir, cifras negativas.

Por último, y como parte de la reflexión que todo fin de año merece, considero que el tema de la infraestructura siempre debe ir de la mano de la prevención. La infraestructura en ese sentido debe ir por delante. No puede instrumentarse un vendaval de reformas si antes no tenemos los cimientos. Si las reformas estructurales son soluciones de oferta cuyos resultados se observarán en el mediano plazo, es para que en estos momentos la mesa ya estuviera puesta para cuando lleguen los comensales. Es decir, carreteras, puertos, gasoductos, oleoductos, entre otros, ya deberían estarse construyendo, casi listos para la llegada de la inversión extranjera dispuesta a devorar y abordar cualquier mercado que se le antoje. Con libre movilidad, sin ataduras y con plena transparencia.

Lamentablemente, esto no ocurre en México. El que como mexicanos no tengamos una cultura financiera tampoco es casual. La cultura de la prevención se pinta excepcional (el caso de las coberturas petroleras es un ejemplo de ello). Esperemos que el siguiente año sea uno en verdad mucho mejor y como diría Joey Ramone de la banda Los Ramones “Life’s a gas… Don’t be sad at all”

*gl

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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