El peatón invisible

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Los peatones estamos involucrados en al menos 50% de los accidentes viales en la Ciudad de México. Foto: Thinkstock
Los peatones estamos involucrados en al menos 50% de los accidentes viales en la Ciudad de México. Foto: Thinkstock

Para Alexis y Jazmín. Que la impunidad se vuelva justicia.

Entre las no pocas malas herencias de las instituciones del mundo desarrollado durante el siglo XX encontramos una que nos ha causado muchos más problemas que beneficios: el paradigma respecto al automóvil en el espacio público. Si eres aficionada(o) a las series televisivas como yo, seguramente has visto o escuchado acerca de Downton Abbey, una serie ambientada en una abadía inglesa a principios del siglo XX. Siendo observador, te habrás dado cuenta del rol que juegan los autos en dicha época y lugar: las personas circulando a pie tienen prioridad sobre los autos. Lo mismo ocurría en el México pre-revolucionario, donde los autos eran una pequeña minoría.

Irónicamente, en pleno 2015 el auto sigue siendo minoría: sólo 23% de los habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México cuenta con un automóvil (y 41% de quienes no tenemos auto está dispuesto a adquirir uno y abandonar el transporte público). A pesar de esta situación minoritaria, las calles de nuestras ciudades están construidas para el uso del automóvil. Las y los peatones somos invisibles en el día a día para el diseño de nuestras ciudades e, incluso, para las estadísticas gubernamentales, ya que no se cuenta con estadísticas sobre el comportamiento peatonal en nuestro país.

Sin embargo, sí contamos para una estadística específica: de acuerdo a Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Conapra), las y los peatones estamos involucrados en al menos 50% de los accidentes viales en la Ciudad de México, y contamos para el 29% de los decesos en calles del país. Esto se vuelve no sólo un asunto de salud pública, sino de justicia social. La motorización creciente le ha ganado la batalla a la seguridad peatonal desde hace muchos años, especialmente en los países de ingreso medio como México.

De acuerdo al informe “Caminar la Ciudad” del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP) (que recomiendo ampliamente para entender sobre este paradigma respecto a la seguridad peatonal, específicamente en la Ciudad de México), la Organización Mundial de la Salud especifica que los principales factores del riesgo para el peatón son: el comportamiento de peatones y conductores (exceso de velocidad y uso de alcohol), el diseño del vehículo, el cuidado del trauma, el diseño de vías, el uso de suelo, y la existencia y aplicación de leyes de tránsito.

México tiene dos grandes retos para la seguridad peatonal: en primer lugar, lograr un cambio en el diseño de las ciudades para visibilizar e incluir al peatón. Esto ya lo entendió Suecia, que está a punto de alcanzar su Visión Cero, que implica que ningún peatón muera por atropellamiento; esto gracias a cambios en la ingeniería de las ciudades, donde la seguridad va antes que la velocidad. En segundo lugar, la aplicación de las leyes de tránsito y el correcto funcionamiento del sistema penal. La impunidad en nuestro sistema judicial ha dejado en el olvido a muchos peatones que murieron atropellados. Gracias a nuestro actual paradigma, atropellar a alguien más se volvió un asunto privado para ser velado en familia, cuando hace 80 años era una pérdida pública, similar a la muerte de un soldado (recomiendo este texto en inglés sobre el cambio de paradigma hacia el auto durante el siglo XX).

El peatón es quien da vida a una ciudad. No releguemos su muerte al olvido. Yo no quiero más Alexis y Jazmines.

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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