Manchas urbanas voraces

Espacio Urbano -
Un clásico de la infancia y adolescencia de no pocos es The Blob, traducida al castellano como La Mancha Voraz. Foto: Especial
Un clásico de la infancia y adolescencia de no pocos es The Blob, traducida al castellano como La Mancha Voraz. Foto: Especial

Un clásico de la infancia y adolescencia de no pocos es The Blob, traducida al castellano como La Mancha Voraz, en la película de 1958 –con una versión “actualizada” en 1988– donde el personaje central era una masa de origen desconocido que llegaba desde el espacio exterior en un meteorito, y se comía y desaparecía todo a quien se encontraba a su alrededor.

Cada vez que veo los mapas o recorro las ciudades en las que vivo, pienso que éstas son una especie de mancha voraz, devorando el entorno rural o el ecosistema alrededor. Y no es asunto de mi imaginación: de acuerdo a declaraciones del ahora exsecretario Ramírez Marín, la mancha urbana en México se ha multiplicado por siete en los últimos 30 años, mientras que la población urbana se ha expandido 2.1 veces en el mismo tiempo; y, a su vez, hemos pasado en el mismo período de 15 a 59 zonas metropolitanas con un patrón de crecimiento similar. Esto significa que tenemos más ciudades dispersas, segregadas y orientadas al automóvil.

Para entender visualmente a qué me refiero, pongamos un ejemplo y veamos el mapa del crecimiento físico de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Éste nos muestra que Guadalajara se ha expandido en un radio de cerca de 15 km en los últimos 35 años, duplicando su población en el mismo período pero casi cuadruplicando su superficie total, lo que ha llevado a una menor densidad de población en la ciudad.

Fuente: SEDESOL (2011)

No, no se trata de un fenómeno exclusivamente mexicano. El mundo continúa en una etapa de rápida urbanización, especialmente en países en desarrollo como China, India, Brasil o México, donde las políticas públicas de urbanización están apenas en actualización y la expansión de las ciudades no ha sido controlada. Cómo se desarrolle esta urbanización tendrá impactos económicos, sociales y ambientales considerables. De acuerdo a un nuevo estudio de LSE Cities y New Climate Economy, la dispersión de las ciudades tiene dos impactos primarios: aumenta el costo del desarrollo per cápita de la tierra y dispersa los destinos, lo que a su vez incrementa los viajes en vehículos y sus distancias.

Dicho en otras palabras, esta visión de ciudades extensas, importada de la noción de suburbios de las ciudades estadounidenses que predominó hasta finales del siglo pasado, provoca que haya un crecimiento exponencial en los costos de los servicios públicos; aunado a que los nuevos desarrollos de vivienda muchas veces ni siquiera cuentan con éstos, también se incrementa el costo del desplazamiento dentro de la ciudad, debido a que la rápida urbanización aumenta las distancias a recorrer y no permite al transporte público adaptarse de forma adecuada.

Esto se sostiene porque seguimos favoreciendo al sector de la vivienda y la construcción sin ponerles límites por medio de regulación adecuada y a favor de ciudades inteligentes. Sumado a esto, está el modelo de desarrollo urbano mexicano desde el municipio, en vez de una visión y gobernanza metropolitanas; esto quiere decir que las ciudades mexicanas, usualmente ubicadas dentro de varios municipios, deben tener un desarrollo metropolitano donde los gobiernos municipales se coordinen en los rubros referentes al desarrollo territorial.

¿El resultado? Ciudades hechas para los automóviles, con distancias muy largas para recorrer caminando, con falta de servicios públicos adecuados, con el centro de la ciudad cada vez más abandonado; y cinturones de miseria cada vez mayores y más alejados de las ciudades, lo que profundiza la desigualdad de nuestros espacios urbanos. Entonces, ¿cuál debe ser la nueva respuesta a este modelo de crecimiento? El crecimiento inteligente de las ciudades. Esto implica centros urbanos densamente urbanizados –con crecimiento físico hacia arriba y no hacia los lados–, que sean caminables, con políticas de transporte público integrales y sustentables, y con los centros recuperados y habitados.

Sí, combatir las manchas (urbanas) voraces puede ser incluso más difícil en la vida real.

*gl

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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