¿Cómo priorizar qué tipo de ciencia debe ser investigada?

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En América Latina existe un desbalance entre la investigación motivada por la curiosidad de los científicos y aquella investigación orientada por misión. Y de tanto en tanto surge la pregunta sobre ¿qué tipo de ciencia priorizar y por qué?

Lo bueno de la pregunta es que refleja que la ciencia, la tecnología y la innovación han cobrado mayor relevancia en la discusión pública y que parece que la ciudadanía y muchos tomadores de decisión están más receptivos a estos temas (¡Enhorabuena!)

En el mundo científico latinoamericano se ha postulado la idea de que la investigación debe regirse por la excelencia académica, principalmente evaluada por grupos de pares, con un énfasis en la formación de capital humano avanzado y buscando responder a preguntas fundamentales, muchas de ellas planteadas por los mismos investigadores quienes las sugieren como relevantes.

En Chile, por ejemplo, todo el programa de FONDECYT, pilar fundamental de la ciencia de este país desde mediados de los 80, descansa bajo esta premisa.  Algo similar se observa con el CONICET en Argentina y en otras latitudes del continente.

Todo esto ha permitido la generación de un acervo tanto de conocimiento como de capital humano altamente calificado, de gran prestigio y reconocimiento internacional en varias disciplinas como la astronomía (Chile), biología y medicina (Argentina) y matemáticas (Brasil), por mencionar algunas.

Este mecanismo ha generado un problema, la casi desconexión entre las competencias científicas de los países y las necesidades que estos tienen. Y hablamos de problemas no solo desde el punto de vista del aparato productivo sino también en el ámbito colectivo, tales como el calentamiento global, la contaminación, la seguridad ciudadana y el transporte, entre muchos otros.

 

La investigación por misión también implica investigación básica

La distinción entre ciencia orientada por curiosidad y por misión no implica que en la primera se trate lo que comúnmente se conoce como investigación básica y que la segunda sea aplicada. Por el contrario, aquella ciencia orientada por misión puede ser ultra sofisticada, incluso ser generadora de premios Nobel, tal como lo demostró el programa espacial norteamericano, la carrera por descifrar el genoma humano o los recientes galardonados en física.

La investigación orientada por misión consiste en el desarrollo de conocimiento que tiene una funcionalidad, y espera que pueda ayudar a mejorar el nivel de vida de ciudadanos. No se espera que los que desarrollen este conocimiento sean los mismos que lo usen para desarrollar  soluciones pero si estar conscientes de que su trabajo forma parte de un eslabón que tiene esta mirada de misión.

Las cifras de financiamiento de la ciencia en Latinoamérica, la mayoría con fondos públicos, sugieren que la inversión ha tenido históricamente un sesgo hacia la ciencia orientada por curiosidad, con un menor énfasis en aquella orientada por misión. Los necesarios aumentos de recursos financieros y humanos en generación de nuevo conocimiento deben tener más en cuenta la investigación por misión. No obstante, recordemos que los esfuerzos en ciencia, particularmente los financieros, son muy bajos en la región incluso para el nivel de ingreso de los países.

 

Encontrar las “misiones” más relevantes

Buscar los espacios para desarrollar aquellas “misiones” relevantes para cada país tanto hoy como para el futuro es un desafío que es necesario abordar lo antes posible.

Una forma de logarlo es buscar aquellas preguntas o inquietudes relevantes más allá del mundo científico. Por ejemplo las que buscan potenciar sectores productivos, o preguntas que necesitan respuestas científicas relacionadas con el cambio climático, la seguridad ciudadana o los desastres naturales. También aquellas relacionadas con la salud pública, energía y calidad de la infraestructura que requieren respuestas técnicas que son propias  de las condiciones de cada país.

Cuando John F. Kennedy a comienzo de la década de los 60 empujó la idea de que antes de que finalice dicha década, Estados Unidos pondría un hombre en la luna, generó claramente una misión. Esta aventura generó múltiples preguntas que necesitaban respuestas científicas de frontera. Y llegaron. Este conocimiento no solo fue orientado a dar respuesta a estas preguntas, sino que también generó enormes avances tecnológicos, productivos y sociales que aún siguen vigentes.

Cuáles serán estas grandes preguntas que empujen el desarrollo científico de la región es un desafío que sociedad y autoridades necesitan definir y transmitir a los ciudadanos. Mientras antes se las planteen, mejor.

 

Este texto fue publicado originalmente en el blog Puntos sobre la i del Banco Interamericano de Desarrollo

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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