Pokémon GO ayudaría al desarrollo económico de las ciudades

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Con límites cada vez más difusos, Nintendo está integrando las dimensiones virtual y “real”. Foto: YouTube.
Con límites cada vez más difusos, Nintendo está integrando las dimensiones virtual y “real”. Foto: YouTube.

Muchos de nosotros somos millennials pero no geeks. De hecho nunca nos gustaron los videojuegos. Sin embargo, Pokémon Go deslumbra por cómo influye en la conducta humana e impacta en sus patrones de movilidad. Presentándose como una solución al sedentarismo, podríamos vislumbrar una gran oportunidad para el desarrollo económico. Si puede marcar la ruta de sus jugadores, descomprimiríamos el flujo peatonal en hora pico situando Pokémons en zonas tradicionalmente no concurridas, pero ¿qué más podríamos hacer?

Más seguridad con Pokémons

Muchos de nuestros ciudadanos temen andar por algunos lugares cuando baja el sol. Una mejor iluminación pública o mayor presencia policial no logran mitigar el miedo a ser asaltados. ¿Qué sucedería si además de policías, hubiese Pokémons? Es esperable que los fans acudan a estos barrios, generando más movimiento y animando a sus residentes a volver a las calles.

El 16 de julio cientos de personas asistieron al Central Park en plena noche – incluso algunos viajaron hasta New York – para capturar a Vaporeon. Siendo vectores en un eje espacio-temporal, estas criaturas movilizan a las personas en una dirección y sentido determinado. Pese a su intangibilidad, los Pokémons operan simbólicamente al reportar status entre sus jugadores, constituyendo incentivos para que los geeks se desplacen entre ciertas zonas.

Gyms para revitalizar barrios

A estos bienes “móviles”, se suman los bienes “fijos” como los gimnasios. ¿Qué sucedería si estos espacios virtuales fueran localizados en zonas abandonadas? Esperaríamos que la mera concurrencia recupere estas zonas. Si antes era necesario extensas planificaciones y procesos para convencer al sector privado de invertir, la nueva afluencia de personas no haría dudar a la mayor cadena de café en abrir un local, generándose una transferencia de valor virtual al real.

PokeStops: la ruta turística

Estos bienes intangibles “móviles” y “fijos” podrían usarse a mayor escala. Si muchos viajaron a la Gran Manzana, ¿qué pasaría si algunos Pokémons sólo habitasen en ciertas latitudes? Creo que sería una oportunidad para que ciudades tradicionalmente no turísticas inciten a nuevos viajeros a visitar sus PokeStops y capturar allí a estas criaturas.

Las nuevas tecnologías estarían redefiniendo la territorialidad, que comenzó con experiencias participativas como hackatóns de programación y mapeo comunitario. Mediante el análisis de datos georreferenciados, las personas fueron cobrando mayor apropiación del espacio. Si hasta aquí los ciudadanos actuaban sobre su entorno, posiblemente la realidad aumentada esté generando un fenómeno opuesto: el territorio emerge para operar sobre el sujeto. Al generar un mecanismo de incentivos que altera los patrones de desplazamiento, Pokémon Go es parte de esta reconfiguración.

Con límites cada vez más difusos, Nintendo está integrando las dimensiones virtual y “real”, impactando así en los procesos de planificación. Esta hibridación representa oportunidades como recuperar la apropiación del espacio público y traer más vida a las calles. La capacidad de generar valor y capturar plusvalía podría redinamizar zonas, generar nuevas actividades económicas e incrementar la recaudación fiscal. Quizá lo más atractivo sería su costo (económico y político), prácticamente nulo: si la localización de un bien no fuese efectiva, su virtualidad permitiría revertirla fácilmente.

Pero la situación de las telecomunicaciones podría socavar este potencial. En Latinoamérica hay 700 millones de líneas, pero sólo 28,6% son smartphones y poco más de la mitad usan 2G. Resta aún instrumentar políticas tendientes a la inclusión digital y a una conexión de mejor calidad. Además, los accidentes sufridos por algunas personas sugieren que se requieren regulaciones para jugar de forma segura.

Su potencial y la necesidad de regulaciones dejaría en claro sólo una cosa: ha llegado el momento en que planificadores urbanos y programadores trabajen en conjunto para gestionar efectivamente estas dos convergentes realidades en las que los ciudadanos estamos viviendo.

*Autor: Martín Quiroga Barrera Oro es consultor en la División de Vivienda y Desarrollo Urbano del BID.

Esta columna fue originalmente publicada en el blog Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo BID.

Jbf

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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