El contexto para entender el ataque a mexicanos en Egipto

Numérico -
Gran Esfinge y Pirámides de Egipto
El contexto para entender el ataque a mexicanos en Egipto. Foto: iStock.

Hoy amanecimos con la noticia de que un convoy que transportaba turistas mexicanos fue atacado en Egipto por el ejército de aquel país. De acuerdo con diversas fuentes periodísticas internacionales, en la región del incidente se desarrollaba una operación antiterrorista y el convoy fue confundido con vehículos que transportaban extremistas. Como resultado, hasta el momento se han confirmado dos mexicanos fallecidos y varios más hospitalizados. El Ministerio del Interior de Egipto ha declarado que el ataque fue un error y que se ha conformado una comisión para investigar el suceso. La pregunta que muchos nos hacemos ahora es ¿cómo pudo suceder algo así?

El hecho no es menor, pero se debe entender en el contexto de la situación de guerra que se desarrolla en el Medio Oriente y que ha acaparado los titulares de noticias por el reciente éxodo masivo de refugiados, en su mayoría sirios, a Europa. Para entender mejor cuál es la situación que vive la región y Egipto en particular, en Numérico queremos compartirte nuestro análisis para contextualizar la información que se vaya generando en los próximos días.

La Primavera Árabe

Egipto vivió durante más de 30 años bajo la presidencia de Hosni Mubarak, que mantenía el poder apoyado, entre otras cosas, en una ley  que le permitía detener personas con el argumento de ser sospechosas de participar en actos contra el gobierno. Esta medida estaba fundamentada, desde la óptica del gobierno, en la necesidad de mantener el orden y evitar que grupos islámicos extremistas se hicieran con el poder. Sin embargo, cuando estalló la Primavera Árabe a principios de 2011 en Túnez, muchos egipcios vieron el momento para presionar por cambios y mayores libertades.

Después de manifestaciones multitudinarias en las plazas públicas de El Cairo y Alejandría, y enfrentamientos que dejaron varios fallecidos, el presidente Mubarak dimitió y entregó el poder a su vicepresidente, quien a su vez lo traspasó a una junta militar. Pasados algunos meses, esta junta convocó a elecciones en las cuales resultó electo Mohamed Morsi, candidato del partido Libertad y Justicia, que era el brazo político de un grupo islamista conocido como Hermandad Musulmana.

El origen de la inestabilidad

La Hermandad, sin embargo, es conocida por sus posturas radicales y la búsqueda de establecer un gobierno basado en las enseñanzas del Corán, lo que chocaba con la intención de establecer un régimen democrático y de libertades. Además, se le relaciona con la formación de grupos terroristas como Hamas y Al Qaeda. Morsi era considerado moderado dentro del movimiento, pero propuso cambios a la constitución egipcia que acercaban al país a un régimen de corte religioso. Además, propuso una ley que daba al presidente mayores poderes e inmunidad legal.

Estas decisiones, sumadas a la carestía de productos como la gasolina y condiciones de inestabilidad social, dieron por resultado nuevas manifestaciones que desencadenaron un golpe de Estado a mediados de 2013, donde las Fuerzas Armadas plantearon primero un ultimátum a los grupos en conflicto para encontrar una solución negociada, y posteriormente tomaron el poder y establecieron un gobierno provisional. Como consecuencia de estos cambios, la Hermandad Musulmana fue tipificada como organización terrorista y sus líderes fueron perseguidos y encarcelados, incluido el expresidente Morsi.

Cuando la Hermandad fue declarada ilegal a finales de 2013, dejó un vacío en la organización de grupos islamistas en Egipto. Los grupos radicales que intentaban establecer un régimen islámico en el gobierno y que habían encontrado en la Hermandad una opción pacífica para lograr el cambio se encontraron solos y declararon una guerra santa contra la junta militar y el gobierno posterior. Esta guerra santa se mantiene hasta hoy y encontró en el surgimiento del Estado Islámico una oportunidad para incrementar sus ataques contra el gobierno.

Ataques a cuerpos policiales, edificios de gobierno o instalaciones militares se han vuelto cada vez más comunes en algunas zonas de Egipto, lo que ha orillado al gobierno a endurecer las leyes contra el terrorismo al grado de sancionar incluso a los periodistas que den información no verificada o contraria a la fuente oficial. Sin embargo, esta lucha está lejos de acabar gracias al surgimiento de un nuevo jugador

Una nación a sangre y fuego (y petróleo)

Crear un nuevo Estado suele ser un negocio sangriento y costoso. El Estado Islámico (EI), un grupo yihadista suní que se propone crear un califato, ha mostrado particular habilidad en estas dos áreas. Habiendo proclamado su existencia hace apenas un año,  hoy controla la mayor parte del territorio sirio y la segunda ciudad más grande de Irak, Mosul. En el territorio ocupado cobra impuestos, acuña su propia moneda y provee servicios. ¿Cómo ha logrado una organización terrorista apoderarse de estas regiones estratégicas?

La expansión del EI tiene causas históricas y coyunturales. Por un lado tenemos las tensiones entre chiitas y sunitas de larga data. Por el otro, la guerra civil en Siria que estalló durante la Primavera Árabe y las políticas de Al Maliki, el exprimer ministro iraquí de origen chiita,  que en nada ayudaron a la integración de las minorías kurdas, sunitas y chiitas al control político de Irak.

El vacío de poder generado tras el fracaso de las muy celebradas Revoluciones de Primavera en Medio Oriente han creado tierra fértil para la expansión del Estado Islámico más allá de Irak y Siria, con el surgimiento de grupos extremistas islámicos que han decidido reconocer al EI como la organización paraguas y jurarle lealtad a su líder, Abu Bakr al Baghdadi, un ex militante de Al Qaeda. Así, el EI ha expandido su presencia a Egipto y Libia sin haber tenido que movilizar a su ejército de yihadistas a través de las fronteras de Siria.

Problema regional, impacto global

La campaña conquistadora de EI se ha financiado gracias al comercio que le da la explotación de los pozos petroleros que tiene en las regiones bajo su control y del saqueo a los bancos y reservas monetarias iraquíes. Esta inestabilidad no ha afectado el mercado petrolero mundial, puesto que los pozos petroleros más grandes de Irak se encuentran al sur, en territorios donde el EI no ha logrado llegar (ni prevemos que lo haga, ya que una coalición internacional liderada por Estados Unidos mantiene presencia en la zona). Por otro lado, la producción de crudo libio colapsó, desde la caída de Muammar al Gaddafi, ahora, ante  los brotes de insurgencia de los grupos afines al EI, el panorama de su recuperación se ve aún más complicado .

Por otro lado, los combates en Siria entre las fuerzas leales al presidente Al Assad, el EI, las fuerzas rebeldes y el frente Al Nusra (leal a Al Qaeda y, por tanto, enemigo del EI) han detonado una crisis humanitaria que motivó el éxodo de cientos de miles de migrantes sirios y de regiones afectadas por el embate del Estado Islámico hacia Europa, en busca de mejores condiciones de vida. Esta migración, que comienza en las fronteras de la Unión Europea con Turquía y tiene como objetivo los países del norte, ha puesto a prueba las políticas de fronteras abiertas de la UE y llevado a debate la desigualdad de condiciones económicas de sus miembros: mientras Alemania y los países más poderosos económicamente sostienen la necesidad de aceptar refugiados, los países menos favorecidos en su economía ven como una carga fiscal difícil el acogerlos. Esta condición se ha agravado con posturas políticas de corte discriminatorio hacia los refugiados, por lo que la estabilidad de la Unión vuelve a ser puesta a prueba.

Pero esta migración no viene sola. Desde el surgimiento del EI, algunos europeos conversos al Islam han sido atraídos por las ideas de la guerra santa y han viajado a Medio Oriente para enlistarse en las filas de los yihadistas. La amenaza viene después: estos reclutas regresan a Europa adoctrinados y preparados para llevar la yihad al corazón del enemigo. Así se conforma uno de los mayores temores de los servicios de inteligencia occidentales: un invisible, un potencial terrorista que es ciudadano y nativo occidental, y que difícilmente puede coincidir con los filtros arquetípicos de terroristas islámicos.

Con este contexto, las autoridades egipcias ven con temor la irrupción de células extremistas afines al Estado Islámico en su territorio y dados recientes eventos se mantienen en un estado de emergencia permanente. Hace unas semanas incluso se aprobó una ley que tipifica como terrorismo cualquier acto que provoque miedo por la fuerza, por lo que se ha cuestionado la amplitud y la ambigüedad de la definición. Se suman una serie de ataques por parte de los terroristas que han dejado varios militares y policías egipcios muertos, en la misma región donde sucedió el ataque a los turistas mexicanos. Hace unas semanas, un contratista croata que  trabajaba para una compañía francesa en la región fue secuestrado y decapitado por células que se autodenominaron como parte del Estado Islámico. La situación no tiene visos de mejorar en el futuro.

La situación es delicada, pues no se limita a un mero accidente producto de la confusión. La situación en Oriente Medio es tensa y muy compleja, por decir lo menos. Si bien el gobierno mexicano ha demandado se esclarezca el asunto, y el gobierno egipcio ofrecido una comisión para investigar el ataque, lo cierto es que México ya no puede mirar los sucesos del mundo con tranquilidad e indiferencia. La postura de no injerencia en asuntos internos de otras naciones no implica que México tenga que ignorar los hechos. Es tiempo de ser un actor global relevante antes de que la globalidad nos vuelva irrelevantes.

A DESTACAR

- Hosni Mubarak estuvo al frente del gobierno de Egipto durante 30 años. En medio de las protestas de la llamada Primavera Árabe en 2011, renunció. Tras unos meses en que el ejército estuvo al mando, Mohamed Morsi, el candidato de un partido asociado a un grupo radical llamado la Hermandad Musulmana, fue elegido como nuevo presidente.

- El presidente Morsi, considerado un moderado cuando fue electo, propuso cambios a la constitución egipcia que acercaban al país a un régimen de corte religioso. Ante nuevas protestas, el ejército ejecutó un golpe de Estado, encarceló a Morsi y persiguió a la Hermandad Musulmana.

- La desaparición de la Hermandad generó un vacío de poder que las organizaciones extremistas de la región vieron como momento idóneo para incorporarse al Estado Islámico.

- El Estado Islámico es un grupo terrorista originado en Siria que busca formar un nuevo Califato en los territorios hoy ocupados en Siria e Irak. Este grupo surgió en medio de la guerra civil siria y aprovechó el tumulto en Irak para invadir parte de su territorio.

- El impacto del Estado Islámico tiene magnitud global: ha desatado una crisis de refugiados que ha puesto a Europa a repensar sus acuerdos migratorios, y afecta en parte al mercado de petróleo, puesto que los pozos petroleros del sur de Irak (de los más grandes de la región) se encuentran amenazados.

- Grupos extremistas islámicos de otras partes del mundo han declarado lealtad al líder del EI y han comenzado ataques en sus países. Es el caso de Libia y Egipto.

- El gobierno egipcio ha sufrido ataques de células terroristas afines al EI y ha intentado contener a este grupo, y es en ese contexto que el ataque contra turistas mexicanos se encuentra.

- En medio de esta crisis, al gobierno egipcio le ha dimitido el Ministro del Interior en días previos al ataque a los mexicanos.

Aclaración:
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