Las peores decisiones hacen a los emprendedores

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Los grandes emprendedores y personas de negocios generalmente han tomado decisiones “fuera de la caja” que pueden resultar ampliamente cuestionables. Foto: Especial
Los grandes emprendedores y personas de negocios generalmente han tomado decisiones “fuera de la caja” que pueden resultar ampliamente cuestionables. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- “Todos fracasamos”, suele decir la influyente empresaria María Asunción Aramburuzabala. Los grandes emprendedores y personas de negocios generalmente han tomado decisiones “fuera de la caja” que pueden resultar ampliamente cuestionables, pero han sido esas decisiones las que, paso a paso y tropiezo a tropiezo, han terminado por llevarlos a donde están.

Cualquier experto en finanzas puede argumentar: “a mayor riesgo mayor ganancia” y yo estoy de acuerdo. Todas las decisiones que me llevaron a ser emprendedor han sido las decisiones más criticadas de mi vida. Ciertamente también ha sido así con las de muchos de mis amigos del ecosistema emprendedor. Algunos hemos dejado la universidad y otros han sido casi desheredados, otros tantos llevan años sin graduarse y otros fueron el chiste familiar hasta que tuvieron éxito.

Desde niño parecía que evadir el compromiso era mi fin último en la vida. Mis calificaciones sólo fueron sobresalientes en la primaria. Me dedicaba a estudiar de todo menos lo que debía. Cambié más veces el rumbo de mi carrera de lo que un futbolista cambia de novia.

El primer golpe de timón fue cuando dejé la Facultad de Derecho de la UNAM en 2012. Mi familia quería desheredarme, y no es que hubiera mucho por heredar, sino que perdí por completo su apoyo emocional. Uno de mis grandes ejemplos de vida me dijo sin dudar: “Acabas de arruinar tu vida”. Sin embargo, cambiar de rumbo me permitió aprender a decirle un gran “Sí, ¿y qué?” al mundo, cuando algo no me hacía feliz.

Otro cambio de dirección fue renunciar a la agencia de relaciones públicas donde trabajaba. En ese momento contaba con dos carreras truncas y cero ofertas de trabajo, fuí a muchas entrevistas pero ninguna fructificó por mi falta de papel. Yo sabía que estaba arruinando mi vida al renunciar a mi única oportunidad de crecimiento en una empresa seria, pero al mismo tiempo sabía que era ahora o nunca.

Siguiendo el mantra de Steve Jobs: “Si hoy fuera el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?”. Por varios meses, mi respuesta fue no. Así que decidí aventarme sin paracaídas ni opción B a mi nueva aventura.

Así como yo, muchos emprendedores cercanos han tomado decisiones aparentemente malas que sin lugar a dudas los han puesto donde están.

Para muestra un botón (o varios): Mi amigo Juan Pablo, ex director de MLH México, vendió su primera empresa antes de terminar la universidad… de hecho tiene 23 años y tiene apenas la mitad de los créditos; sin embargo ¿quién a los 23 años ha vendido una empresa?

Fernanda García, socia de la firma de arquitectos Pseudónimo, comenzó a realizar proyectos con su ahora socio dos años antes de fundar la empresa. Cuando su socio le ofreció independizarse, ella aceptó contra todo pronóstico, aunque eso significó rechazar un empleo como coordinadora de proyectos de urbanismo en Grupo SIEP. Lo hizo aún a sabiendas de que iba a percibir un salario 50% menor, que podría no recibir salario alguno en los primeros meses y que no había una certeza de éxito.  Sin embargo, la idea de libertad la llevó a un viaje en el que hoy, a poco menos de un año, ha logrado construir una firma donde construye lo que apasiona y además es rentable.

Otro caso es el de Jaime “James” Rentería, director de la Academia Mexicana del Café y el cuarto mejor barista de México en 2015. Ha sido mixólogo, barista e incluso comercializador de productos cafeteros. La cantidad de cambios que ha sufrido su carrera han sido tan drásticos como los míos. Cada vez que lo hacía le implicaba un sin fin de críticas de sus viejos amigos; sin embargo, luego de más de 10 años de carrera, encontró su vocación entrenando baristas en su propia academia.

Por muy trillado que suene, seguir tu instinto te llevará lejos, sólo que este mantra tiene letras chiquitas: Necesitarás un plan, necesitarás estar dispuesto a adaptar tu plan, necesitarás experiencia profesional y, a menos que vivas con tus padres, una cierta seguridad económica para poder lanzarte a seguir tus sueños porque, como dicen algunos de mis amigos Godínez: “El hambre es cabrona”.

*livm

Aclaración:
El contenido mostrado es responsabilidad del autor y refleja su punto de vista.
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