Las claves de la arquitectura estratégica (Parte 1)

 

Cada día se vuelve más compleja la respuesta a estas grandes preguntas, debido a las condiciones cambiantes de los mercados locales, afectados por los internacionales, los tratados de libre comercio, las políticas globales y los sucesos mundiales que han impactado en la macroeconomía y continúan haciéndolo, con efectos que son difíciles de predecir, e inciden en las organizaciones continuamente.

 

Es en este sentido, ahora más que nunca, es indispensable tener una estructura estratégica que permita enmarcar el destino de una organización. Pero ¿Qué debe incluir esta arquitectura? 

 

La arquitectura estratégica debe considerarse como un proceso humano dentro de la organización, teniendo como base un esquema de pensamiento en un contexto global, que permita apuntalar los objetivos estratégicos de la misma. En este sentido, un punto crucial es considerar la descripción de los mismos, sus indicadores de medición, así como las iniciativas estratégicas con las cuales se va a gestar el cambio deseado.

 

Para clarificar, la arquitectura estratégica de una organización, está compuesta por nueve niveles:

 

 

Esta ocasión me centraré en la Misión, Visión y Valores.

 

La misión de una empresa es aquella que indica cuál es el sentido o la razón de la existencia de la misma y en ella deben verse reflejados el pensamiento y espíritu de la organización, sintetizados en una frase de máximo siete palabras, para hacerla memorable.

 

Este enunciado estimulante, tiene que ser entendido, comprendido y asimilado por todos los colaboradores de la organización y al mismo tiempo, debe representar una inspiración y un reto que motive a todos los que pertenecen a la empresa.

 

El siguiente paso después de definir la misión, es el de desplegarla, y para ello, deberá ser comunicada a las diferentes áreas, a fin de que todas se encuentren alineadas y tengan claro a dónde pertenecen.

 

En el segundo nivel se encuentra la visión, la cual para formularse requiere del conocimiento para proyectar el estado actual de la organización, así como contemplar los esfuerzos que se requieren para que la empresa se convierta en lo que se visualizó. 

 

La visión es sumamente importante, porque apunta a los diferentes aspectos que posteriormente deberán ser traducidos en objetivos específicos con sus propias metas, indicadores e iniciativas.

 

La misión y la visión deben estar ligadas: la misión representa el presente continuo, mientras que la visión debe gestar el futuro estado ideal de la empresa. No obstante, es todavía más importante que ambos aspectos se vuelvan una parte activa de las organizaciones. Esto es, que exista congruencia entre lo planteado y la realidad, entre la teoría y la práctica, entre lo que los directivos piensan y lo que la organización hace cotidianamente.

 

El tercer escaño en la estructura de las empresas lo constituyen los valores, que son los que constituyen creencias o convicciones de cada uno de los colaboradores y son el fundamento de sus acciones, sin los cuales se estaría caminando sin rumbo fijo.

 

Para la definición de los valores, resulta crucial direccionar las acciones hacia un crecimiento integral y humano, considerando el liderazgo, que da impulso y efectividad a las acciones en equipo. Así también, hay que tomar en cuenta el valor del enfoque al mercado, con lo cual se considera a los clientes como la primera y última prioridad y finalmente, hay que tener siempre en cuenta la orientación a resultados, que permite tener una guía en las acciones que se emprenden.

 

*Fundador y Director Ejecutivo de Logos Consulting (@MxLogos), con más de 20 años de experiencia en Ejecución Estratégica en compañías globales y mexicanas.

 

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