Reserva Federal (Fed): El temporal de la inflación

En los últimos tres meses la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central más importante del mundo, cambió su perspectiva de ver una inflación temporal, a reconocer el temporal de la inflación.
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En los últimos tres meses la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central más importante del mundo, cambió su perspectiva de ver una inflación temporal, a reconocer el temporal de la inflación. Foto: Reuters
En los últimos tres meses la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central más importante del mundo, cambió su perspectiva de ver una inflación temporal, a reconocer el temporal de la inflación. Foto: Reuters

Quizá acabe pasando a los libros de historia económica como uno de los grandes errores de un banco central. Quizá acabe en un susto. Pero en los últimos tres meses la Reserva Federal de los Estados Unidos, el banco central más importante del mundo, cambió su perspectiva y discurso de ver una inflación temporal, a reconocer el temporal de la inflación. Los mercados, no podía ser diferente, celebró el dramático cambio de tono con júbilo. Pero quizá no deberían de estar tan contentos.

Hasta hace un mes, y luego de varios meses en que las tasas de inflación anualizadas de los Estados Unidos registraban ritmos récord de varias décadas, Jerome Powell, el presidente de la Fed, explicaba la divergencia entre el nivel de tasas de interés prevaleciente, de cero por ciento, y el nivel de tasa que históricamente se correspondía con una inflación del 6 por ciento, con un concepto que quizá le resulte caro a la postre: la inflación transitoria.

¿Por qué si a una inflación de 6.0% le han correspondido históricamente tasas de interés de la Fed de 7-8%, Powell la ha mantenido en cero? La respuesta, hasta este miércoles, había sido que la inflación era temporal, transitoria.

En términos prácticos, la explicación era que las elevadas tasas de inflación obedecían a un conjunto de factores que se desvanecerían al cabo de algunos meses: los cuellos de botella en varios mercados clave (como los semiconductores); precios de la energía disparados por la falta de consenso en la OPEP; el exceso de demanda proveniente de los estímulos fiscales de la pandemia; el efecto estadístico de comparar este nivel de precios con la casi deflación del 2020; malas cosechas, huracanes, temporales, etc.

La apuesta (o la estrategia de Powell para reelegirse en el puesto) era de no asustar a los mercados financieros, ni a los políticos, y enviar el mensaje de que todo estaba bajo control, y que no era necesario subir las tasas de interés pues la inflación convergería hacia el 2 por ciento en pocos meses, y si subían los precios por encima de dicho objetivo, perderían cuota de mercado (los mal pensados dicen que Powell no subió tasas para no enojar a los diputados que votarían para reconfirmarlo para un segundo periodo).

Históricamente los mercados, especialmente el de bonos, cuando existían esas divergencias entre la tasa de interés corriente y su nivel de equilibrio, se movían bruscamente, al punto de forzar a los banqueros centrales a moverse hacia donde el mercado lo requería. A los inversionistas que lideraban ese mercado eran conocidos como "los vigilantes": eran celosos guardianes de los rendimientos reales de sus clientes.

Pero la plétora de liquidez con la que la Fed y los bancos centrales han inundado a los mercados financieros las últimas dos décadas han adormilado a los "vigilantes" de la inflación, y las enormes ganancias de capital en cada recorte de las tasas de interés, y en cada oleada de liquidez han compensado el miedo a la inflación. Las tasas en cero y el dinero gratis son la mejor anestesia, no sentimos el dolor de los garfios inflacionarios arrancándonos la piel. Pero cuando pase la anestesia, es decir, cuando se retire la voluptuosa liquidez, como la Fed acaba de anunciar que lo hará. Y cuando las tasas se despeguen del terco cero por ciento en el que están estacionados, el dolor se sentirá. Es inevitable.

Los economistas tendemos a fantasear con los mercados. Es natural, es nuestro objeto de estudio. Y eso hace que muchas veces no veamos sus defectos. No son tan racionales, ni tan eficientes, ni tan certeros como quisiéramos que fueran. El mercado es un gran vendedor, y si para vender debe engañarte, engañándose a si mismo, te engañará.

El cambio de curso de la Fed implica que la variable económica más importante de la economía global, la tasa de interés, comenzara a moverse pues, de lo contrario, el activo más importante que tiene el banco central, la credibilidad ante la inflación, se perdería, y el costo de recuperarla es altísimo: jalar bruscamente la tasa demasiado tarde.

La Fed ha tenido que reconocer que la inflación no es temporal, y se está preparando, quizá con retraso, para el temporal de la inflación. El anuncio de este miércoles implica un mapa de ruta que llevará a la tasa de la Fed de cero al 1.5 por ciento en los próximos 24 meses. ¿En dónde estarán las bolsas y el peso mexicano?, ¿en donde estarán las tasas del Banxico y las criptomonedas?, ¿cual será la ruta por la cuales que transitaremos para llegar a ese, al menos, 1.5 por ciento?

Por: Édgar Amador

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