La filosofía y el vino se decantan juntos; Clos de Tres Cantos

Una vitivinícola amigable con el medio ambiente quiere cautivar con etiquetas que evocan el pensamiento crítico
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Clos de Tres Cantos es un proyecto de Alejandro D’Acosta. Su  estructura es una fusión ente un monasterio y una pirámide. Fotos: Korina Levy
La filosofía y el vino se decantan juntos; Clos de Tres Cantos

 

VALLE DE GUADALUPE.— Barricas de vino bañadas por la luz de luna y arrulladas con cantos gregorianos y música clásica, resguardadas en una imponente obra arquitectónica ideada por Alejandro D’Acosta, es una experiencia distinta que se puede experimentar en Clos de Tres Cantos, a unos cuantos kilómetros de San Antonio de las Minas.

Enclavado en esta región de Baja California se encuentra la vinícola, cuyo nombre está inspirado en una estación de tren en Madrid, que evoca la reserva y secrecía de los monasterios del viejo continente, o clos  –propiamente dicho, una palabra francesa que hace referencia a una propiedad vitícola cercada por un muro, generalmente de origen monacal– con el misticismo del nuevo mundo y el legado prehispánico, pero con un toque moderno.

Las seis estructuras de piedra laja, vidrio, madera y metal extraído de un barco ocultan pasadizos y puertas secretas que resguardan su mayor tesoro: el vino, que tiene impresa la influencia de la filosofía. Los nombres de sus etiquetas son testigos de ello: Resilencia, Noesis, Duda, Nada, Cuarzo Rosa, Hoja en Blanco y TuMismo pretenden cautivar a los consumidores con varietales distintos como el Carignan, Grenache, Tempranillo, Petit Syrah y Mourvèdre, sin dejar de lado la exclusividad, por lo cual se producen mil 300 cajas anuales y la meta es llegar a no más de dos mil, por tratarse de una vinícola boutique y también por ser el proyecto de retiro de los dueños, Joaquín Moya y María Benítez Cantarero.

Fue ella quien le dijo a su marido que los nombres deberían ser como beberse las emociones, precisamente aquéllas que sintieron cuando crearon cada uno de los vinos, envasados en las 15 mil 600 botellas que se comercializan cada 12 meses.  

Vivíamos en la Ciudad de México. Mi marido es abogado, pero trabajaba como profesor en la Universidad Iberoamericana dando clases de ética y yo tenía el cargo de dirección de un área en Johnson & Johnson para Latinoamérica; nos gusta mucho viajar, entonces vinimos un día a las fiestas de la Vendimia y el Valle nos enganchó, la gente nos enamoró y comenzamos a hacer vino (…)”, comentó Benítez .

SUSTENTABILIDAD

Pero no todo se trata de buqué y descorches, ya que Clos de Tres Cantos es un ejemplo en cuanto al aprovechamiento de materiales y reducción de la huella de carbono en el Valle de Guadalupe.

El amplio conocimiento y especialización de Benítez en el calentamiento global durante sus últimos años como directiva le motivaron a que este proyecto fuera amigable con el medio ambiente, por lo cual todos los materiales fueron locales, de segundo uso o reciclados, los techos están preparados para la colocación de paneles solares, a la par que las aguas son separadas y se cuenta con biodigestores, mientras que en el proceso de producción del vino no se utilizan químicos sintéticos.

La idea es dejar un legado para las futuras generaciones”, dijo.

Además de todo, la vinícola tiene un compromiso para fomentar la cultura, ya que aparte de impulsar conciertos y exposiciones hará una biblioteca y creará una editorial para que los escritores del Valle puedan lanzar sus obras.

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