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CIUDAD DE MÉXICO, 3 de marzo.- En su segundo año de gobierno, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, está admirablemente dispuesto a crearse una reputación como verdugo de los monopolios. En diciembre de 2013 sus reformas despojaron a Pemex, la petrolera estatal, de su monopolio de 75 años. El mes pasado envió un proyecto de ley al Congreso que aumenta a diez años la pena máxima de cárcel por conducta anticompetitiva. (Incluso ha hecho algún progreso contra los implacables cárteles de la droga con la captura el 22 de febrero de Joaquín "El Chapo" Guzmán, el capo más buscado de México).
Ahora el gobierno de Peña Nieto tiene la mira puesta en las dos empresas más prominentes de México en los ámbitos de la televisión y la telefonía.
El nuevo regulador del sector decidirá en breve si Televisa y Telmex son tan poderosas que deben ser reguladas con normas más estrictas que sus competidores, o incluso separadas en entes de menor tamaño.
La conveniencia de una fuerte intervención del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) es abrumadora y Peña debe hacer todo lo posible para asegurarse de que así sea.
EL RETO DEL REGULADOR
Brindar una verdadera competencia a ese sector haría maravillas para la economía de México, que en algunas industrias semeja a Estados Unidos antes de la Ley Antimonopolio Sherman de 1890.
La Standard Oil del siglo XXI en México es América Móvil, que tiene 70 por ciento de los abonados móviles y controla el acceso a 80 por ciento de los teléfonos fijos. Incluso para los estándares de América Latina , sus servicios son caros.
Televisa tiene alrededor de 70 por ciento del sector de la televisión abierta en México y casi la mitad de la de paga, lo que hace aumentar los precios de la publicidad y las suscripciones.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un club de países ricos del cual México es de los integrantes más pobres, asegura que la falta de competencia en estos dos mercados cuesta al país cerca de 1.8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) por año.
Ello, mientras mejorar el lento crecimiento de la economía es una de las prioridades de Peña Nieto.
DOMANDO A LAS GRANDES BESTIAS
Tanto América Móvil como Televisa han esquivado los intentos anteriores de ser sometidos a una regulación distinta a los demás competidores.
Ello en parte ejerciendo una influencia excesiva sobre los reguladores y en parte porque la Ley Federal de Competencia Económica estaba llena de agujeros, lo que les permitió utilizar los tribunales para amarrar las manos de las autoridades.
Esto debe cambiar con la reciente creación de una nueva legislación, la creación de un regulador más poderoso del sector, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que además tiene bajo su responsabilidad los temas de competencia del rubro. A más tardar el 9 de marzo, el organismo debe declarar si ambas empresas son dominantes, y por lo tanto deben ser objeto de una regulación más estricta.
El nuevo organismo regulador ya se le enfrentó a Televisa al permitir que las empresas de televisión de paga retransmitan los canales de televisión abierta sin tener que pagar por el privilegio.
El siguiente, y aún más importante, movimiento del IFT debe ser obligar a América Móvil a ofrecer a las demás empresas del sector acceso a su infraestructura, para que puedan crear servicios rivales.
Como suele suceder, la fuente más fuerte de competencia para América Móvil parece ser Televisa, y viceversa. Las dos empresas están en condiciones de entrar en el terreno de la otra.
LO QUE ESTÁ EN JUEGO
En los últimos días han surgido documentos que muestran que la gigante de la telefonía y la conexión a internet, América Móvil, ha asegurado una opción para comprar Dish México, un operador de televisión vía satélite, si los reguladores lo aprueban.
Dish, una empresa que tiene presencia en Méxio desde hace cinco años, ya ha contribuido a reducir los precios de la televisión de paga en México y podría ir más allá si se concreta la eventual compra por parte de su socia mexicana.
Es por ello que Televisa está tan alarmada por la decisión del IFT de permitir a Dish (con América Móvil detrás del telón) retransmitir sus canales de televisión abierta de manera gratuita, lo que hará que sea mucho más fácil para Dish hacerse de más suscriptores.
Por la misma razón , si Televisa tuviera un mayor acceso a la infraestructura telefónica de América Móvil, en particular en líneas fijas, sería capaz de desafiar a esa compañía ofreciendo a sus suscriptores de televisión de paga paquetes que masifiquen la inclusión de los servicios de telefonía y banda ancha, como ya lo hace por medio de Cablevisión.
LA EXPERIENCIA BRITÁNICA
La manera en que lo manejó Gran Bretaña es un ejemplo ilustrativo. En 2006, British Telecom, el antiguo monopolio estatal de telecomunicaciones, se vio obligado a crear una filial de plena competencia para compartir su infraestructura de red y vender el acceso a las nuevas empresas competidoras a precios justos.
Los consumidores disfrutan ahora de una amplia variedad de paquetes a precios competitivos de telecomunicaciones.
Uno de los mayores nuevos participantes en el mercado es BSkyB , el gigante de la televisión de paga propiedad del empresario Rupert Murdoch.
Más recientemente, el regulador ha dirigido su atención al dominio de BSkyB en los deportes televisados: el nuevo jugador al que la autoridad está ayudando a entrar en ese mercado no es otro que British Telecom.
Orquestar una batalla de titanes similar en México mientras se abre un camino para otros contendientes es la mejor manera de llevar a cabo la revolución en la competitiva industria de las comunicaciones que el país necesita. Pero también generará un espectáculo maravillosamente entretenido.
