La telaraña de mentiras de Putin

La enormidad de la destrucción del vuelo MH17 debería llevar a Putin a retroceder en su política de fomentar la guerra en el este de Ucrania
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Rusia se ha convertido de nuevo en un lugar en el cual la verdad y la falsedad ya no se distinguen y los hechos se ponen al servicio del gobierno. Foto: AP
Rusia se ha convertido de nuevo en un lugar en el cual la verdad y la falsedad ya no se distinguen y los hechos se ponen al servicio del gobierno. Foto: AP
En 1991, cuando colapsó el comunismo soviético, pareció como si el pueblo ruso pudiera tener al fin la oportunidad de convertirse en ciudadanos de una democracia occidental normal. La desastrosa contribución del presidente Vladimir Putin a la historia de Rusia ha sido poner a su país en un camino diferente.
 
Sin embargo, muchos en todo el mundo, a través del interés propio o el autoengaño, han estado poco dispuestos a ver a Putin como realmente es.
 
El derribo del vuelo MH17 de Malaysia Airlines, el asesinato de 298 personas inocentes y la profanación de sus cuerpos en los campos de girasoles del este de Ucrania es, sobre todo, una tragedia de vidas segadas y para los que se quedan lamentándolo. Sin embargo, también es una medición del daño que Putin ha causado.
 
 
Bajo su mandato, Rusia se ha convertido de nuevo en un lugar en el cual la verdad y la falsedad ya no se distinguen y los hechos se ponen al servicio del gobierno. Putin se presenta como un patriota, pero es una amenaza para las normas internacionales, para sus vecinos y para los propios rusos, quienes están intoxicados por su estilo histérico de propaganda antioccidental.
 
El mundo necesita hacer frente al peligro que representa Putin. Si no se le enfrenta hoy, seguirá lo peor.
 
Putin ha culpado de la tragedia del MH17 a Ucrania; sin embargo, es el autor de la destrucción del avión. Evidencia circunstancial digna de un alto tribunal lleva a la conclusión de que separatistas pro-rusos dispararon un misil tierra-aire desde su territorio a lo que probablemente pensaron que era un avión militar ucraniano. 
 
Líderes separatistas se jactaron de ello en redes sociales y lamentaron su error en mensajes interceptados por el espionaje ucraniano y autentificados por Estados Unidos.
 
El presidente de Rusia está implicado en su crimen por partida doble. Primero, parece que el misil fue suministrado por Rusia, sus operadores fueron capacitados por Rusia y, después del ataque, el lanzador fue llevado de regreso a Rusia.
 
Segundo, Putin está implicado en un sentido más amplio, porque ésta es su guerra. Los ejes de la autoproclamada República Popular de Donetsk no son separatistas ucranianos sino ciudadanos rusos que son, o fueron, miembros de los servicios de espionaje de Rusia. 
 
Su ex colega, Putin, ha pagado la guerra y los ha armado con tanques, vehículos de transporte de personal, artillería y, sí, baterías de misiles tierra-aire. Los separatistas tiraron del gatillo, pero Putin tiró de los hilos.
 
La enormidad de la destrucción del vuelo MH17 debería llevar a Putin a retroceder en su política de fomentar la guerra en el este de Ucrania. En vez de ello, ha perseverado, por dos razones.
 
Primera, en la sociedad que tanto ha hecho por moldear, la mentira es la primera respuesta. El desastre provocó de inmediato un torrente de teorías contradictorias y poco creíbles de parte de sus funcionarios y sus portavoces en los medios rusos: el propio avión de Putin era el blanco, y había en las cercanías lanzadores de misiles ucranianos.
 
Las mentiras solo se volvieron más complejas: La ficción rusa de que un jet de combate ucraniano había disparado el misil se topó con el problema de que ese jet no podía volar a la altitud del MH17, así que hackers rusos luego cambiaron una entrada en Wikipedia para que dijera que los jets podían hacerlo, aunque brevemente. 
 
Que esos torpes esfuerzos estilo soviético sean fácilmente tomados a risa no elimina su propósito, ya que su intención no es convencer sino proyectar suficientes dudas para hacer de la verdad una cuestión de opinión. En un mundo de mentiras ¿Occidente no podría estar mintiendo también?
 
Segunda, Putin se ha enredado en una telaraña de sus propias mentiras, lo cual cualquier simple moralista le podía haber dicho que sucedería. 
 
Cuando sus secuaces urdieron propaganda sobre los fascistas que dirigían Kiev y su crucifixión de un niño de tres años, sus índices de aprobación entre los votantes rusos se elevaron en casi 30 puntos porcentuales, a más de 80 por ciento. 
 
Tras incitar a su pueblo con falsedades, el zar no puede liberarse repentinamente diciéndole que, en reconsideración, el gobierno de Ucrania no es tan malo. Ni puede retractarse de la idea de que el Occidente es un rival empeñado en la destrucción de Rusia, listo para recurrir a mentiras, sobornos y violencia tan fácilmente como él lo hace.
 
En esa forma, sus mentiras en su país avivan sus abusos en el extranjero.
 
En Rusia, ese doble lenguaje recuerda los días de la Unión Soviética, cuando Pravda afirmaba decir la verdad. Esta mitomanía terminará en la misma forma que aquella.
 
Las mentiras eventualmente se aclararán, especialmente cuando se vuelva obvio cuánto dinero han robado Putin y sus amigos al pueblo ruso, y él caerá.
 
La triste novedad es que Occidente asume una actitud diferente esta vez. En los viejos tiempos, regularmente estaba preparado para enfrentar a la Unión Soviética y desafiar sus falsedades. Con Putin mira en otra dirección.
 
Tomemos a Ucrania. Occidente impuso sanciones bastante menores a Rusia después de que se anexó Crimea, y amenazó con otras más estrictas si Putin invadía el este de Ucrania. Para todos los efectos, hizo exactamente eso: Tropas pagadas por Rusia, aunque no en uniformes rusos, controlan partes del país. Sin embargo, Occidente encontró conveniente consentir la mentira de Putin, y las sanciones impuestas eventualmente fueron demasiado ligeras y demasiado tarde.
 
De manera similar, cuando continuó aprovisionando a los rebeldes bajo la cubierta de un cese al fuego que él afirmó haber organizado, los líderes occidentales vacilaron.
 
Desde los asesinatos de los pasajeros del MH17, la respuesta ha sido casi igual de débil. La Unión Europea está amenazando con sanciones de amplio alcance. Pero solo si Putin no coopera con la investigación o si no detiene el flujo de armas a los separatistas. 
 
Francia ha dicho que retendrá la entrega de un barco de guerra a Putin si es necesario, pero sigue adelante con la primera de las dos embarcaciones ordenadas. 
 
Los alemanes y los italianos afirman querer mantener abiertas las vías diplomáticas, en parte porque las sanciones socavarían sus intereses comerciales. Gran Bretaña reclama sanciones, pero se muestra renuente a perjudicar a las rentables operaciones rusas en la ciudad de Londres. Estados Unidos utiliza un lenguaje duro pero no hace nada nuevo.
 
Ya basta. Occidente debería enfrentar la verdad incómoda de que la Rusia de Putin es fundamentalmente antagonista. 
 
La construcción de puentes y los reinicios no lo convencerán de comportarse como un líder normal. Occidente debería imponer sanciones severas ahora, perseguir a sus amigos corruptos y expulsarlo de toda asociación internacional que dependa de decir la verdad.
 
Cualquier otra cosa es entreguismo, y un insulto a los inocentes del MH17.
 
#kgb 

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