¿Cómo impactaría a la economía un coche que se maneja solo?

Management - 2 Nov, 2012
En la realidad es Google quien lidera los esfuerzos por desarrollar este producto. Foto: Getty

Durante décadas los humanos han soñado con avances tecnológicos que simplifiquen su vida, siendo uno de los más recurrentes los autos que se manejan solos. En la ciencia ficción los hemos visto en películas como “Yo, Robot”, basada en obras de Isaac Asimov, y en la realidad es Google quien lidera los esfuerzos por desarrollar este producto.

Pero pocas veces nos ponemos a pensar en las implicaciones que algo así podría tener en el mundo, más allá de las facilidades otorgadas. Un artículo publicado en el semanario The Economist recoge algunos de estos cambios, sobre todo en algunos mercados.

Quizá el cambio más importante en el largo plazo sería la reducción del tráfico y las emisiones de contaminantes, al permitir un traslado eficiente y sincronizado entre todos los autos existentes. Por otro lado, podría beneficiar a la industria automotriz si los jóvenes no deben aprender a manejar y pasar una prueba para obtener su licencia; podría tener su propio auto tan pronto sus padres decidan que pueden confiarles la responsabilidad.

Además, un coche que se maneje solo no necesitaría de un volante y pedales, aunado a que reduciría los accidentes de tránsito causados por errores humanos, eliminando la necesidad de carrocerías robustas, lo que reduciría costos y precios.

¿Qué otra industria se beneficiaría? Sin duda, las tecnológicas, pues se necesitarían sofisticados sistemas de navegación y operación del software del automóvil. Asimismo, también se ofrecerían productos de entretenimiento para los pasajeros, así como la integración con dispositivos móviles.

Pero no todo es miel sobre hojuelas, ya que algunos sectores sufrirían, específicamente, el de las aseguradoras. Al reducirse los accidentes, será menos necesario contar con una póliza de seguro.

¿Quieres saber qué otros impactos puede tener esta tecnología? Checa el artículo de The Economist.