A cuatro años de la nueva etapa de General Motors

El 1 de junio, General Motors se declaró en bancarrota con activos por 82,290 millones de dólares
GM perdió su emblemático logotipo azul con letras blancas. Foto: Getty
GM perdió su emblemático logotipo azul con letras blancas. Foto: Getty

Hace cuatro años la industria automotriz cambió por completo. Coincidiendo con un periodo económico y financiero en turbulencia, General Motors se acogió al Capítulo 11 de la Ley de Bancarrotas de Estados Unidos en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, la declaración de bancarrota fue el final de un largo camino de desfortunas y el inicio de sacrificios para la compañía.

El 12 de diciembre de 2008, General Motors anunció que se estaba quedando sin dinero, por lo que le sería difícil sobrevivir más de seis meses; una de las opciones que la empresa consideraba en ese momento era un rescate por parte del gobierno de Estados Unidos. Un paquete de 14,000 millones de dólares enfocado a dar solvencia a las tres grandes automotrices del país fue rechazado por el Senado, pese al apoyo del entonces presidente George Bush y el presidente electo, Barack Obama.

Otra opción era declararse en bancarrota.

Desafiando la decisión del Senado, el presidente Bush aprobó un rescate de 13,400 millones de dólares del fondo de 700,000 millones aprobado para atender la crisis subprime, más otros 4,000 millones que serían liberados posteriormente. Adicionalmente, GM solicitó 2,000 millones más en marzo.

Sin embargo, los 19,400 millones de dólares otorgados no fueron suficientes. Barack Obama se negó a finales de marzo de 2009 a dar más dinero a la compañía y les dio 60 días adicionales para presentar un plan de reestructuración creíble.

Cumplido el plazo, el 1 de junio, General Motors se declaró en bancarrota con activos por 82,290 millones de dólares. Así, se convirtió en la cuarta bancarrota más grande en la historia de Estados Unidos.

Para ese día, las cuentas de la compañía solo tenían 2,000 millones de dólares, por lo que la corte aprobó una préstamo de 15,000 millones de dólares por parte del Tesoro a la compañía; de otra manera la única salida hubiera sido la liquidación.

El plan de bancarrota de General Motors era vender la compañía; sin embargo, por su tamaño, la opción más viable era la presencia de un único comprador: una nueva General Motors. Así, la empresa en bancarrota cambió su nombre a Motors Liquidation Company. En tanto, la nueva GM estaría compuesta en 60.8% por el gobierno de EU, 11.7% por el gobierno de Canadá y Ontario, 17.5% por los sindicatos de trabajadores automotrices de Canadá y EU, y el 10% restante por tenedores de bonos de GM.

La compra se completó el 10 de julio del 2009.

Tras la reestructuración la compañía vio sus marcas reducidas de 12 a 8, el cierre de 13 plantas, una reducción de 84% de su deuda, y el despido de 22,500 trabajadores. Además, perdió su emblemático logotipo azul con letras blancas.

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