Lecciones de emprendimiento desde Victoria's Secret

Victoria’s Secret es una de las empresas más importantes en su ramo. Donde se para ahí está el foco tanto del espectáculo como de los negocios, entre otras cosas porque quienes son o fueron en algún momento sus Ángeles figuran en la lista de las 10 modelos mejor pagadas de este año y eso habla muy bien de la marca.

A todo esto, ¿qué puede sacar un emprendedor de la gran compañía de lencería? Tan sólo con saber que en 2012, la compañía vendió 6,120 millones de dólares en productos motiva a aprenderle.

El nacimiento de la firma comienza con la embarazosa experiencia de compras de un hombre: Roy Raymond, quien fuera en 1969 en busca de algo para su esposa, necesitaba y quería algo clásico y elegante, de alta calidad y atractivo. Desafortunadamente, en su intento por encontrar algo adecuado a su gusto y que deseara ver en su mujer, se encontró con problemas a la hora de caminar por los pasillos de las tiendas: se sentía incómodo y nada bienvenido; peor aún si trataba de abordar a una vendedora para preguntar.

En su búsqueda, Raymond se encontró con batas y camisones de nylon “horribles” para su gusto y con estampados florales, así que decidió cambiar la situación: el objetivo que siempre tuvo en mente Raymond era revolucionar la ropa interior y pasarla de algo que era poco elegante y visto sólo como una prenda que se debe de llevar a una pasión: incluir y normalizar el uso de las tangas y de brasieres con push up y, por supuesto, también hacer sentir cómodos a los hombres cuando se tratara de comprar prendas para sus esposas.

Después de algún tiempo (ocho años) de prestar atención a la industria de la ropa interior, con 80,000 dólares como capital, préstamos del banco y de algunos de sus familiares, Raymond creó Victoria’s Secret.

La compañía recaudó 500,000 dólares en su primer año. Durante los siguientes dos años, este fuerte comienzo permitió la expansión a cuatro nuevas tiendas en el área de San Francisco entre otros éxitos más; para 1982 contaba ya con seis tiendas, tenía un catálogo de 42 páginas y recaudó 6 millones de dólares en el año.

Poco tiempo después, Roy Raymond vendió toda su participación en Victoria’s Secret a Les Wexner por 4 millones de dólares, una cifra significativamente pequeña por concepto de  propiedad completa de una empresa que recaudó 6 millones de dólares.

Con algunos fracasos en los negocios y quizá una severa depresión –además de las deudas que tenía con su madre–, Raymond trató de iniciar otra empresa, pero las cosas no le fueron bien, no vio forma de salir y se suicidó: saltó desde del Golden Gate en 1993 después de su divorcio y de la bancarrota.

Victoria’s Secret continuó en una dirección un tanto opuesta desde que Raymond dejó el mando de la empresa, pero sí obtuvo la influencia social masiva que tiene ahora y a fuerza de sacrificar la moda de alta gama enfocada en la forma y la calidad de la que en un principio gozaba.

Aunque ahora la firma es más popular y su precio es más bajo e incluso está dirigida a un público mucho más joven, quienes llevan la empresa han hecho un buen trabajo y eso se refleja en su éxito comercial.

El legado que Roy Raymond deja a todos los empresarios es nunca tratar de aprovechar demasiado las oportunidades y “atragantarse” con ellas. Raymond pudo seguir llevando por buen camino a la compañía, pero decidió no esperar más.

*livm