Al César lo que es del César, pero ¿quién respalda al bitcoin?

Parece que no se puede abrir un periódico o leer un sitio web en estos días sin escuchar sobre la moneda virtual fantástica aunque misteriosa conocida como bitcoin
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Parece que no se puede abrir un periódico o leer un sitio web en estos días sin escuchar sobre la moneda virtual fantástica aunque misteriosa conocida como bitcoin. Foto: Getty
Parece que no se puede abrir un periódico o leer un sitio web en estos días sin escuchar sobre la moneda virtual fantástica aunque misteriosa conocida como bitcoin. Foto: Getty

CIUDAD DE MÉXICO.- Todos hablan sobre el bitcoin. Richard Branson acaba de empezar a aceptar bitcoins como forma de pago para los vuelos en Virgin Galactic, que ofrece vuelos espaciales comerciales. El sitio web chino Baidu respaldó a la moneda, y legisladores en Washington están celebrando audiencias en torno a ella. Incluso Ben S. Bernanke, el presidente de la Reserva Federal, dijo a senadores en una carta que las monedas virtuales “pudieran ser una promesa a largo plazo, particularmente si las innovaciones promueven un sistema de pagos más rápido, más seguro y más eficiente”.

Y además, por supuesto, está el ascenso extraordinario del valor del bitcoin. Hace un año, el bitcoin valía un par de dólares. Hoy, el bitcoin se cotiza en 800 dólares cada uno, dependiendo del día. Y el valor puede oscilar en más de 100 dólares al día, si no es que más.

Si todo esto se siente un poco como una locura estilo 1999, es porque lo es. Peter Leeds, del boletín Penny Stock, me lo dijo de esta manera: “En cuestión de meses, ya no escuchará sobre él. Pasará lo mismo que con Paris Hilton. La gente avanzará a otra cosa”.

Eso no quiere decir que no haya fervientes creyentes. El primer éxito del bitcoin fue resultado, en parte, de una furiosa corriente inversionista tipo libertario en busca de una alternativa al dólar, algo similar a una versión digital del oro, en caso de que el mundo se acabara; o empezara a parecerse a una película de Keanu Reeves.

Pero parece haber una desconexión entre la idea de lo que hace que una inversión – o una especulación – sea grandiosa y una nueva moneda que sea aceptada de manera universal.

Bitcoin, a corto o incluso largo plazo, podría resultar una buena inversión en la misma forma en que cualquier cosa que es rara puede ser considerada valiosa. Como las tarjetas de colección del béisbol. O un Picasso. Eso es porque su cantidad es limitada.

Pero el bitcoin aspira a ser mucho más que un objeto coleccionable, o francamente, incluso oro. Aspira a ser una moneda electrónica universal. En ese aspecto, es improbable que tenga éxito.

¿Por qué?

Empecemos con el valor del bitcoin; o, más precisamente, la volatilidad de su valor. ¿Qué comerciantes en su sano juicio van a aceptar una moneda que al parecer cambia de valor en alocadas oscilaciones cada dos días? La experiencia de Branson con el bitcoin es instructiva: Aunque con gustó aceptó bitcoins como forma de pago, rápidamente cambió el pago a dólares.

Eso no convierte al bitcoin en una moneda. Le convierte en una forma en que los comerciantes, como Shopify – que también acepta bitcoins – reciben un poco de publicidad.

Luego está el tema de cuán limitada es verdaderamente la oferta de bitcoins. El bitcoin es “acuñado” digitalmente por computadoras que operan con un algoritmo. (Si acaba de poner los ojos en blanco, no es el único.) El algoritmo limita el número total de bitcoins acuñados a 21 millones de unidades.

Pero no hay un Bernanke (o una Janet Yellen) del bitcoin. Nadie sabe quién lo creó y nadie lo controla. Se supone que eso es un beneficio. También es la razón por la cual la moneda a menudo es asociada con ventas ilícitas. El bitcoin puede ser transferido de manera anónima y sin bancos que cobren comisiones por cada transacción. Pero si, y éste es un gran condicionante, su transacción entre iguales no funciona adecuadamente, no hay una banca de compensación central ante la cual quejarse.

Si el gobierno finalmente buscará regular el bitcoin es una incógnita. Parece difícil de creer que el gobierno permitiría el crecimiento de ese mercado desregulado en el cual mamás y papás, viudas y huérfanos, y otros individuos pudieran estar sujetos a todo tipo de fraudes.

Extrañamente, el gobierno chino al parecer ha aprobado el uso inicial del bitcoin. Gordon G. Chang, en un artículo en Forbes, tiene una explicación provocativa para esa postura: “El dinero digital puede socavar el estatus del dólar como la moneda de reserva del mundo. El bitcoin está en camino de convertirse en la primera forma de dinero no fiduciario billonaria”.

Finalmente, está el tema de lo que sucederá si surgen también otras monedas digitales alternativas. Más de una docena de monedas digitales están tratando de competir con el bitcoin. ¿Puede imaginar un mundo en el cual todos hagamos transacciones con docenas de monedas diferentes cada día con reglas diferentes? Yo tampoco.

“Todas las grandes ideas comienzan sonando a locuras. Pero no todas las ideas que suenan a locura terminan siendo grandes”, escribió Matthew O’Brien en The Atlantic, en un brillante artículo que restó importancia al bitcoin.

En realidad, lo mejor que puede esperar el bitcoin es ser una versión de segunda del oro, si acaso. Y Warren Buffett alguna vez describió al oro así: “El oro es extraído de la tierra en África. O algún lugar. Luego lo fundimos, cavamos otro hoyo, lo enterramos de nuevo y pagamos a personas para que lo vigilen. No tiene utilidad. Cualquiera que lo esté viendo desde Marte debe estar intrigado”.

Es muy similar a como un marciano vería al bitcoin.¨

*livm

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