Situación energética de Argentina| Dinero en Imagen

Tras ser un exportador de hidrocarburos no hace mucho tiempo, Argentina ahora importa gas natural de Bolivia y petróleo de Venezuela, pese a que se ubica sobre lo que es probablemente uno de los campos de petróleo y gas de esquisto más grandes del mundo, Vaca Muerta en la Patagonia.

En 2012, cuando la presidenta Cristina Fernández ordenó la expropiación de la participación accionaria controladora de Repsol en YPF, la principal compañía petrolera del país, vio la medida como una forma de asegurarse de que Vaca Muerta fuera desarrollada por argentinos, no por españoles. Sin embargo, la nacionalización colocó a YPF en el centro de una disputa legal internacional.

Esto dejó a Miguel Galuccio, el nuevo director ejecutivo de YPF, dirigiendo una compañía con poca posibilidad de obtener el capital que necesita si desea desarrollar su parte de más de un tercio de la extensión de Vaca Muerta.

Es sólo uno de los varios problemas que hacen difícil que Argentina reduzca un déficit energético que, según el economista Miguel Kiguel, se encamina a los 7,000 millones de dólares este año. Ese déficit es una gran razón detrás de un desplome en las reservas del Banco Central a su nivel más bajo en siete años.

Todo esto explica por qué esta semana el gobierno ofreció a Repsol una compensación, se informa que de 5,000 millones de dólares, pagaderos en bonos del gobierno. Difícilmente esa es una cantidad generosa: Repsol quería 10,500 millones de dólares en efectivo. Sin embargo, el consejo de Repsol dio a la oferta una cautelosa bienvenida. La alternativa es años de arbitraje internacional.

Para que Argentina cumpla su objetivo de ser autosuficiente de nuevo en energía para 2030 requerirá una inversión de alrededor de 200,000 millones de dólares, estima Jorge Ferioli de la sucursal local del Consejo Energético Mundial, un grupo de presion, de los cuales 140,000 millones de dólares se destinarían a las reservas de esquisto y unos 60,000 millones de dólares al petróleo y gas convencionales.

Un acuerdo con Repsol mejora las posibilidades de Galuccio de lograr que otros inversionistas sigan a Chevron, el cual acordó en julio invertir la modesta cantidad de 1,240 millones de dólares durante los próximos cinco años en un plan piloto en Vaca Muerta.

Sin embargo, sólo un poco. Bajo la administración de Galuccio, un petrolero experimentado, el gasto de inversión de YPF se ha duplicado este año, pero apenas a unos 5,000 millones de dólares. Un gran obstáculo para ir más rápido es que la disputa de Argentina con los tenedores de bonos soberanos no pagados limita la capacidad de YPF para recurrir al financiamiento internacional en condiciones razonables.

El gobierno ha dado algunos pasos para atraer inversión. Ha elevado el precio a boca de pozo que paga por el gas recién extraído, aprobado una nueva ley de hidrocarburos y emitido un decreto que permite a las compañías repatriar sus utilidades después de invertir al menos mil millones de dólares en cinco años.

Sin embargo, atraer más inversión significa permitir a las multinacionales importar equipo, exportar producción y repatriar utilidades libremente, según una destacada fuente de la industria en Buenos Aires.

No ayuda que el tipo de cambio oficial esté 60 por ciento sobrevaluado, lo cual hace poco atractivo invertir dólares.

“Para conseguir dinero”, dice la fuente, “es necesario ser confiable”.

Aunque parece haber poco entusiasmo en torno al acuerdo, compensar a Repsol es al menos un primer paso hacia el restablecimiento de la confianza de los inversionistas en Argentina. Es sólo uno de los muchos que se necesitan.

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