Crisis de la NYU en Abu Dabi roza a Wall Street

El consejo de la Universidad de Nueva York tuvo que enfrentar la crisis ante un escándalo suscitado en el nuevo campus
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El consejo de la NYU y sus socios establecieron una Declaración de Valores Laborales destinada a elevar los estándares de los trabajadores en Abu Dabi. Foto: Artonfile
El consejo de la NYU y sus socios establecieron una Declaración de Valores Laborales destinada a elevar los estándares de los trabajadores en Abu Dabi. Foto: Artonfile
Martin Lipton, el súper abogado, ha aconsejado a cientos de directores en medio de sus propias crisis. Ahora, sin embargo, Lipton está haciendo frente a su propia crisis de consejo.
 
Como presidente del consejo de fideicomisarios de la Universidad de Nueva York (NYU, por su sigla en inglés), Lipton ha estado enfrentando revelaciones de que el muy pregonado nuevo campus de la universidad en Abu Dabi podría haber sido producto, en parte de violaciones de derechos de jornaleros extranjeros.
 
Esas condiciones fueron detalladas en un artículo publicado en The New York Times que describió a trabajadores que fueron arrestados, golpeados y deportados por irse a la huelga; a quienes se les cobraron los salarios de un año por conseguir sus empleos, y a quienes se les negaba acceso a sus documentos de viaje. Después de que apareció el artículo, NYU se disculpó con los trabajadores maltratados y dijo que investigaría.
 
Horas después de que el artículo fuera publicado, Lipton entró en modalidad de crisis por completo y envió un correo electrónico a algunos miembros del consejo de la NYU, que está llena de nombres importantes de Wall Street que incluyen a Laurence D. Fink de BlackRock; el empresario de fondos compensatorios John A. Paulson; y un fundador de Home Depot, Kenneth G. Langone.
 
El correo electrónico de Lipton decía que no había tenido conocimiento de los abusos reportados y que se emprendería una investigación independiente, según personas que fueron informadas sobre el mensaje.
 
El presidente de la universidad, John Sexton, siguió su ejemplo posteriormente ese mismo día con un memorando a los fideicomisarios, llamando a los reportes “inquietantes e inaceptables” e insistiendo en que “no se alinean con los estándares laborales que deliberadamente establecimos”.
 
Sin embargo, Sexton se esforzó en distanciar a la universidad de los abusos reportados, destacando la baja tasa de accidentes en el sitio de la construcción y diciendo que los contratistas responsables de los problemas reportados no estaban bajo control de la universidad. “Se construyó con los contratistas de construcción que trabajan para la entidad de desarrollo de Abu Dabi, no directamente para la propia NYU Abu Dabi (a diferencia de los contratos operacionales para proveer de comida, transporte, seguridad pública, etc.)”, escribió.
 
Sexton quizá haya estado tratando de crear distancia entre la NYU y el contratista, pero es una maniobra de distracción: El contratista general que ayudó a supervisar la construcción del campus no es alguna empresa de poco fiar fuera del ámbito de la NYU; al contrario. El contratista es dirigido por un fideicomisario del consejo de NYU: Khaldoon Khalifa Al Mubarak, el director ejecutivo de la Mubadala Development Company.
 
Algunos miembros de la facultad se enojaron por la respuesta de Sexton.
 

Fue un clásico ejercicio de control de daños, encaminado a distanciar a la NYU lo más posible de las horribles injusticias cometidas contra esos trabajadores, y – por tanto – desviar la atención del hecho de que Khaldoon Al Mubarak no es algún operador rufián distante sino un fideicomisario de la NYU”, dijo Mark Crispin Miller, un profesor en NYU.
 
Otro profesor, Andrew Ross, lo expresó de esta manera: “En los primeros días del movimiento contra los talleres de explotación laboral, Nike y Gap trataron de transferir la responsabilidad por las violaciones laborales a sus subcontratistas. Pero ¿dónde termina la responsabilidad en este caso?”
 
Construir un campus en Abu Dabi fue considerado un ejercicio de alto riesgo desde el principio. Sexton y su consejo querían transformar la universidad en una plataforma de educación internacional con centros en todo el mundo; el equivalente, en cierto grado, de una corporación multinacional extendida. En esa ambición fue apoyado por el quién es quién del Estados Unidos corporativo acostumbrado a buscar el crecimiento en el extranjero; y los obstáculos que en ocasiones conlleva.
 
Los críticos argumentaron que hacer negocios en Abu Dabi sería demasiado peligroso para la universidad: Se puede decir que es un régimen opresivo, el cual ha sido acusado de torturar a prisioneros políticos, hacerse de la vista gorda ante las condiciones laborales abusivas para los trabajadores migrantes y discriminar contra homosexuales. Algunos fideicomisarios se quejaron en privado, y otros personajes externos públicamente, del proyecto.
 
Al vender un clon degradado de sí misma al mayor postor, la NYU está causando un daño irreversible a las universidades estadounidenses en general. Este aterrador hijo del amor de la locura multicultural occidental y el dinero petrolero árabe representa una nueva declinación”, escribió Abe Greenwald en la revista Commentary en la época en que se planeó el campus de Abu Dabi.
 
Hay que reconocer que el consejo de la NYU y sus socios establecieron una Declaración de Valores Laborales destinada a elevar los estándares de los trabajadores en Abu Dabi. Los estándares establecidos fueron elogiados por organizaciones externas como Human Rights Watch y se convirtió en modelo para otras organizaciones, incluidos el Guggenheim y el Louvre, que están construyendo importantes proyectos en el área. La NYU también contrató correctamente a un auditor externo para supervisar las condiciones de los trabajadores.
 
Sin embargo, ahora parece que al menos algunos de los trabajadores terminaron fuera de los estándares que se habían establecido. Quizá eso es inevitable en un proyecto de esta escala, pero no parece que la universidad buscara investigar los problemas hasta que el Times publicó su artículo la semana pasada.
 
Cualquiera que sea el resultado de esta crisis para la NYU, es un caso de estudio que debería ser examinado en los años por venir por sus estudiantes; tanto en la Ciudad de Nueva York como en Abu Dabi.
 
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