Fugas millonarias por fallas en el Código Fiscal de EU

La mayoría de las multinacionales estadunidenses pagan menos de la tercera parte del 35% que por concepto de impuestos corporativos están obligadas a tributar haciendo uso de instrumentos permitidos por la ley
Economía -
Para Edward D. Kleinbard, profesor de la Escuela de Derecho Gould de la Universidad del Sur de California, las grandes firmas estadunidenses usan la inversión derivada para no regresar su efectivo a Estados Unidos.  Foto: Cortesía USC
Para Edward D. Kleinbard, profesor de la Escuela de Derecho Gould de la Universidad del Sur de California, las grandes firmas estadunidenses usan la inversión derivada para no regresar su efectivo a Estados Unidos. Foto: Cortesía USC

CIUDAD DE MÉXICO.- Durante años, los jefes de empresa se han quejado amargamente del Código Fiscal de Estados Unidos alegando que es demasiado complicado y que las tasas, son demasiado altas. La cuestión llegó a su punto de ebullición este verano, cuando muchas compañías grandes trataron de adquirir rivales extranjeras para poder renunciar a su ciudadanía corporativa estadunidense y registrarse en el extranjero a fin de pagar menos impuestos. Otras empresas están considerando esa medida, llamada inversión derivada.

Una y otra vez escuchamos que estos acuerdos están siendo impulsados por el deseo de que las empresas estadunidenses sean más competitivas globalmente y que a menos que se “reforme” el sistema fiscal de Estados Unidos  –léase “que reduzcan las tasas impositivas para las empresas”– los competidores extranjeros se quedarán con el negocio.

Es una narrativa convincente, pero quizá esté equivocada.

Edward D. Kleinbard, profesor de la Escuela de Derecho Gould en la Universidad del Sur de California y ex jefe de Personal del comité mixto de Impuestos del Congreso estadunidense, presenta en un estudio académico el cautivador argumento de que el Código Fiscal estadunidense –contrariamente a la opinión popular– no impide la competitividad en los mercados globales. De hecho, la verdad es lo opuesto.

“A pesar de las pretensiones de los apólogos corporativos, la competitividad de los negocios internacionales no tiene nada que ver con el motivo de esos acuerdos”, asegura. “Ya sea que midamos las tasas fiscales efectivas marginales o generales, las empresas multinacionales estadunidenses están lastradas por una tasa fiscal que sería la envidia de sus colegas extranjeras.”

¿Cómo dijo? Nos han dicho repetidamente que Estados Unidos tiene la tasa de impuestos corporativos más alta del mundo desarrollado –de 35 por ciento–, más alta que las tasas fiscales nominales en Irlanda (12.5 por ciento), Gran Bretaña (21 por ciento) y los Países Bajos (25 por ciento), por ejemplo, así como el 24.1 por ciento en promedio de todos los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

Magia para pagar menos

Todo esto es verdad, pero Kleinbard sostiene que la mayoría de las compañías multinacionales estadunidenses no pagan nada que se acerque a 35 por ciento, tal y como establece la norma fiscal en el territorio de Estados Unidos.

Las compañías pagan en promedio 12.6 por ciento, según la Oficina de Contabilidad del Gobierno, que hizo la cuenta por última vez en 2010, al guardar deliberadamente gran cantidad de efectivo en el extranjero.

Kleinbard afirma que el motivo de las inversiones derivadas no es la búsqueda de impuestos más bajos; más bien él asegura que es todo el dinero que tienen esas compañías en el extranjero –unos dos mil millones de dólares– y que no quieren regresar a Estados Unidos pese a que muchos directores de empresa afirmen que quisieran poder hacerlo.

Vale la pena leer el provocativo estudio aunque no estemos de acuerdo con sus conclusiones pues ayuda a explicar por qué será tan difícil lograr un cambio en el Código Fiscal corporativo, aun con el respaldo tanto de demócratas como de republicanos, que sistemáticamente han dicho de dientes para afuera estar de acuerdo con la idea de bajar las tasas, aunque no han hecho nada.

Mejor no

El estudio de Kleinbard también ayuda a explicar por qué las mismas compañías podrían terminar cabildeando contra varias propuestas de Código Fiscal Corporativo, incluso de aquellas que bajarían la tasa obligatoria.

Kleinbard aventura que las compañías se han vuelto tan listas con las “tecnologías agresivas de planeación impositiva” que muchas de hecho sacan tan buen provecho del actual sistema fiscal que son más competitivas que sus rivales extranjeras. 

Alega que las compañías estadunidenses “no tienen el estorbo de las reglas contra el abuso que deben seguir multinacionales no estadunidenses domiciliadas en una jurisdicción con sistemas territoriales mejor diseñados.”

Más adelante afirma, refiriéndose a los principios contables generalmente aceptados, que “en la práctica, las empresas estadounidenses captan el beneficio de operar en jurisdicciones de impuestos más bajos, tanto en cuestión de impuestos en efectivo como para efectos de los principios contables generalmente aceptados en Estados Unidos, lo cual es más importante, pues éstos son la lente a través de la cual los inversionistas y los ejecutivos miden el desempeño de la empresa”.

Aunque los críticos del actual sistema fiscal alegan que Estados Unidos necesita adoptar un sistema fiscal territorial, como muchos otros países que sólo gravan las ganancias que se generan en su territorio, no está claro si efectivamente un sistema así reduciría la carga impositiva de algunas empresas multinacionales estadunidenses.

Leyes a modo

Kleinbard presenta el seductor argumento de que todo el efectivo “atrapado” en el extranjero en realidad no está atrapado. De hecho, él dice que las compañías estadunidenses han encontrado la forma de usarlo en incluso en Estados Unidos.

“Como demostró en 2013 Apple, las grandes empresas multinacionales pueden tener acceso a sus ganancias en el extranjero sin incurrir en costos fiscales, simplemente pidiendo prestado en Estados Unidos y usando las ganancias en el extranjero para pagar el costo de los intereses”, explica el académico en el análisis antes señalado.

El Código Fiscal permite que una compañía incluya los intereses devengados por su pila de efectivo en el extranjero en los ingresos de la matriz en Estados Unidos, beneficiando a las compañías de diversas formas y creando incentivos para tener dinero guardado en otros países.

Eso “compensa la deducción fiscal del gasto de interés en el préstamo en Estados Unidos de la empresa y ésta queda en la misma posición que si hubiera repatriado el efectivo libre de impuestos.”

Nada de esto quiere decir que el sistema fiscal de Estados Unidos es perfecto.

Pese a todas las afirmaciones de Kleinbard sobre la forma en que las multinacionales estadunidenses usan el sistema fiscal, él es el primero en decir que necesita ser actualizado. “Es muy distorsionante e ineficiente”, advierte.

Hay razones para modificar el Código Fiscal y ayudar a la economía, aunque a los integrantes de ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos no se les nota entusiasmo para impulsarlo.

“Pero una de las pocas deficiencias que ha evitado es imponerles a las multinacionales estadunidenses sofisticadas una carga fiscal injusta que les reste competitividad en los negocios internacionales”, asegura.

Eso es algo que debemos de ponderar.

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