La nueva forma de estudiar una carrera

La frustración con el status quo finalmente está conduciendo a un estallido de innovación para la educación universitaria
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Más de la mitad de los jóvenes que tomaban un curso académico dijeron que habrían preferido uno vocacional.  Foto: Getty
Más de la mitad de los jóvenes que tomaban un curso académico dijeron que habrían preferido uno vocacional. Foto: Getty
Durante décadas, la educación vocacional ha sufrido las maldiciones gemelas de un bajo estatus y una innovación limitada. Los políticos han equiparado la educación superior con las universidades tradicionales del tipo a las que ellos mismos asistieron. 
 
Los padres han alejado a sus hijos de los “talleres de artes manuales”. Y se ha dejado languidecer a los estudios vocacionales: los residuos de una era industrial en vez de colaboradores de una nueva economía.
 
Un informe reciente elaborado por la consultora administrativa McKinsey, llamado “Educación para el empleo: Poniendo a trabajar a los jóvenes de Europa”, pinta un panorama desalentador del estado de la educación vocacional. 
 
En cuatro de los siete países analizados, más de la mitad de los jóvenes que tomaban un curso académico dijeron que habrían preferido uno vocacional. Pero habían sido ahuyentados por la desorganización y la falta de prestigio. Gran Bretaña tiene más de 20,000 títulos vocacionales ofrecidos por 150 organismos diferentes. En Estados Unidos, la responsabilidad está dispersa entre departamentos gubernamentales.
 
La gran excepción a esto ha sido siempre Alemania, por supuesto. Pero ahora hay signos de que otros países están tratando de convertir  un camino vecinal en una autobahn. Los políticos están promoviendo la educación vocacional. Australia, por ejemplo, ha creado la Agencia de Fuerza Laboral y Productividad. Los innovadores educativos están inundando el mercado vocacional.
 
Hay buenas razones por las cuales la educación vocacional debería estar ganando terreno. El mundo está plagado por el desempleo juvenil. En la Unión Europea, alrededor de una cuarta parte de los jóvenes entre 15 y 25 años de edad carecen de empleo. La cifra es menor en Estados Unidos (15 por ciento) pero sigue siendo notablemente alta para un país que alguna vez se enorgullecía de tener empleo pleno y un mercado laboral flexible.
La democratización de las universidades ha resultado una forma costosa e ineficiente de ofrecer educación superior masiva. 
 
 
Al mismo tiempo, las empresas se quejan amargamente sobre la escasez de habilidades: 27 por ciento de los empleadores europeos sondeados por McKinsey dijeron que había dejado una vacante abierta en el último año porque no pudieron encontrar a alguien con los atributos correctos; un tercio dijo que la falta de habilidades está causando grandes problemas a su empresa.
 
La burbuja universitaria también está empezando a estallar. La democratización de las universidades ha resultado una forma costosa e ineficiente de ofrecer educación superior masiva. 
 
Los estadounidenses, que están a la cabeza, han incurrido en más de un billón de dólares en deuda estudiantil. Pero un creciente número piensa que recibieron poco valor por su dinero: con clases impartidas por estudiantes de doctorado y no profesores; forzados a subsidiar costosos programas de investigación y a cuadros administrativos, y recibiendo, al final de todo, un título universitario que ya no conlleva automáticamente un empleo deseable.
 
La frustración con el status quo finalmente está conduciendo a un estallido de innovación. El Internet es muy adecuado para la educación vocacional: Ayuda a reducir los costos mientras facilita ganarse la vida mientras se recibe alguna capacitación vocacional. Igualmente importante es el nacimiento de un nuevo concepto de lo que se está ofreciendo.
 
La “educación basada en competencias” suena tediosa pero revierte la mayoría de los principios básicos de la enseñanza académica. 
 
Trata de transmitir el dominio de las habilidades relacionadas con el trabajo (o “competencias”) en vez del dominio de una disciplina académica en particular. Está diseñada para un mundo de aprendizaje continuo en vez del sistema universitario de “tres o cuatro años y acabaste”. 
 
El conocimiento es dividido en “módulos”. Los estudiantes toman estos módulos a su conveniencia – a lo largo de meses o años, en las noches o asistiendo a cursos de tiempo completo – y los combinan en cualquier forma que resulte tener más sentido para su carrera. La evaluación es continua conforme los estudiantes dominan diferentes habilidades, en vez de representarse en un solo certificado de título: Un currículo ofrece un resumen constantemente actualizado de las habilidades que la persona ha adquirido.
 
Esta mezcla de tecnología nueva y métodos de enseñanza diferentes está atrayendo a una veintena de participantes, desde universidades que buscan a clientes hasta innovadores que esperan crear nuevas empresas. 
 
El Colegio de América de la Universidad del Sur de Nueva Hampshire allanó el camino ofreciendo títulos basados en competencias por 2,500 dólares al año. Otros primeros participantes incluyen al UW Flex de la Universidad de Wisconsin y el FlexPath de la Universidad Capella. Udacity, una empresa de educación por Internet, se ha unido a empresas como AT&T para ofrecer “nano-títulos”: certificados relacionados con empleos que pueden completarse en entre seis y 12 meses por 200 dólares al mes. 
 
Dev Bootcamp ofrece un curso de nueve semanas para programadores computacionales pagado en parte por un sistema de pago por tasa de éxito. La empresa cobra a los empleadores por cada graduado contratado, después de que completan 100 días en el puesto, y al mismo tiempo reembolsa a los estudiantes una parte importante de sus pagos de colegiatura.
 
En un nuevo libro electrónico, Clayton Christensen, de la Escuela de Negocios de Harvard, y Michelle Weise, del Instituto Christensen, argumentan que esto presagia una revolución: 
 
Los estudiantes podrán tomar cursos que les ofrezcan habilidades esenciales rápidamente y de manera barata. El gran trastornador de la educación superior no serán los MOOCs (sigla en inglés de cursos abiertos masivos en línea), insisten: Estos se enfocan principalmente en ofrecer educación académica estándar a través de Internet y sufren de tasas de deserción de hasta 95 por ciento.
 
Más bien, será un nuevo enfoque de aprendizaje que haga mucho uso del Internet pero vincule la educación más estrechamente con el trabajo. El énfasis en las competencias en vez de en los temas hará que la educación vocacional sea más adecuada para las economías postindustriales. 
 
También desafiará al dominio de las universidades conforme los estudiantes se den cuenta de que ya no tienen que amasar enormes deudas para adquirir habilidades negociables.
 
Christensen y Weise podrían estar yendo demasiado lejos cuando afirman que el trastorno se extenderá a través del sistema universitario. Seguirá habiendo un lugar para el estudio académico y los grupos pequeños. Pero la innovación vocacional ciertamente producirá un mercado educativo más dinámico; y uno, además, que ofrezca una posición de distinción a los colegios vocacionales, en vez de tratarlos como una vergonzosa atracción secundaria.
 
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