Dov Charney al desnudo, la gota que derramó el vaso en America Apparel

Hasta dónde una empresa de EU puede soportar la conducta inapropiada de sus directores ejecutivos y fundadores
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En el caso de Charney, su control de 27 por ciento de la compañía quizá haya hecho aún más difícil para el Consejo destituirlo. Foto: Especial
En el caso de Charney, su control de 27 por ciento de la compañía quizá haya hecho aún más difícil para el Consejo destituirlo. Foto: Especial
Dov Charney está completamente desnudo y bailando en lo que parece una oficina o estudio. Habla por su teléfono celular, mientras improvisa al ritmo de “This Must Be the Place”, de Talking Heads. Dos mujeres están ahí con él, posiblemente empleadas.
 
“Estoy bailando ahora para Daisy”, anuncia Charney, entonces todavía director ejecutivo de American Apparel, mirando a una de las mujeres. La otra mujer registra toda la escena en un teléfono móvil, y le pide: “Sacude tu trasero”.
 
Antes de que se corte el video, Charney mira a la cámara y dice: “Para. Me meterás en problemas”.
 
Bueno, es un poco tarde para eso ahora.
 
Charney, quien fundó American Apparel, alguna vez un presuntuoso minorista preferido, fue destituido recientemente por el Consejo de la compañía. Vivió largo tiempo bajo la sombra de la especulación sobre su comportamiento inapropiado con las empleadas y, en algunos casos, acusaciones de hostigamiento y agresión sexual que siempre negó. Defendió a American Apparel por su publicidad sexualmente sugestiva que se convirtió, en gran parte, en la marca de la compañía.
 
La destitución de Charney plantea todo tipo de espinosos interrogantes sobre administración corporativa para los inversionistas y consejos en torno a líderes icónicos – y notorios -, especialmente en los campos creativos. 
 
El Estados Unidos corporativo está lleno de ejemplos de directores ejecutivos y fundadores que renunciaron después de que hubo pruebas, o incluso sugerencias, de conducta inapropiada. 
 
Algunos son despedidos rápidamente cuando los inversionistas y consejos son alertados. Pero a otros, como Charney, se les permite permanecer en sus puestos durante años.
 

Por supuesto que sabían; si no sabían es porque tenían la cabeza metida en la arena”, dijo Nell Minow, fundador de la firma de asesoría administrativa GMI Ratings. 
 
“El problema es que el Consejo apuesta tanto a su colega, su héroe, que es muy difícil que se decidan a verlo a los ojos y decir: 'Te tienes que ir’”.
 
No se necesita una visión perfecta para haber sabido que Charney era una bomba de tiempo activada. Era demandado repetidamente por empleados y ex empleados, y el Consejo estaba bien consciente de los casos. 
 
El video no apto para el trabajo en el cual baila desnudo, y otras fotos, está en Internet y puede ser encontrado con una rápida búsqueda en Google.
 
En un caso en un Tribunal Superior de California, una empleada potencial, Kimbra Lo, presentó una demanda afirmando que cuando fue a una entrevista de trabajo con Charney, él estaba “usando solo una toalla” y posteriormente la atacó y “la obligó a realizar varios actos sexuales”. Charney lo niega.
 
A menudo, como parece ser ahora el caso con Charney, un consejo se convence tanto de que la compañía está tan entrelazada con la imagen personal del fundador que es lento para reemplazar al jefe cuando es necesario. Teme que el despido haga cambiar la imagen o cultura de la compañía y cause que otros empleados clave renuncien por lealtad.
 
Existe el peligro de que el fundador llegue a identificarse demasiado con la marca”, dijo Charles M. Elson, profesor de administración en la Universidad de Delaware.
 
En el caso de Charney, su control de 27 por ciento de la compañía quizá haya hecho aún más difícil para el Consejo destituirlo. “Si lo haces enojar, es relativamente fácil que se asegure de que uno no regrese”, dijo Elson. “Es una amenaza creíble”.
 
La situación cambia cuando la imagen de la marca se empaña y empieza a costar dinero a los accionistas. 
 
Los miembros del consejo de American Apparel sintieron que finalmente podían deshacerse del fundador, dijeron personas cercanas a la compañía, porque el desempeño de la compañía empeoró. 
 
La compañía había perdido dinero repetidamente durante los últimos cuatro años, totalizando unos 270 millones de dólares en números rojos, y las ventas de cada tienda estaban cayendo de manera precipitada también, alrededor de 7 por ciento en el trimestre más reciente.
 
Casi de inmediato, observadores vitorearon la destitución de Charney..
 
Por supuesto, pareció que la mayoría de los inversionistas siempre supo del mal comportamiento de Charney. Eric Beder, un analista en Brean Capital, escribió en una nota a los inversionistas: “Esperamos que los detalles sórdidos se vuelvan evidentes en el corto plazo”.
 
Aparentemente, la gota que derramó el vaso para el Consejo fue la noticia de que Charney intencionadamente no impidió la publicación en Internet de fotografías al desnudo de una ex empleada que lo había acusado de hostigarla sexualmente.
 
Como podría imaginarse cualquiera, Charney trata de combatir su destitución, demandando a la compañía con la esperanza de recuperar su puesto.
 
Ponemos en duda la legitimidad y rigurosidad de cualquier investigación que no involucró discusión alguna con el señor Charney”, escribió su abogado, afirmando que las acusaciones “involucran actividades que ocurrieron hace tiempo (si acaso) y sobre las cuales el Consejo y la compañía han tenido conocimiento durante años”.
 
Lo cual es exactamente la razón por la cual debió haberse ido hace tiempo, sea el rostro de la marca o no.
 
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