Análisis superior

2 Dic, 2014

La renuncia de Peña

Un grupo de irresponsables ha logrado generar, entre la población poco informada, la idea de que el gobierno de Enrique Peña Nieto es el responsable por el secuestro y probable homicidio de 43 personas por lo que debe renunciar.

Creen que es un levantamiento social espontáneo y no se dan cuenta de que hay manos claras que tratan de magnificar el descontento social de un hecho que fue responsabilidad de gobiernos emanados del PRD.

Hace mucho que el tema dejó de ser la indignación por los hechos de finales de septiembre, con los que prácticamente todos los mexicanos fácilmente se identifican. Se trata de un movimiento que busca obtener lo que no ganó con votos, sacar su rencor social o simple y sencillamente una actitud que no mide las consecuencias de sus actos.

Mienten abiertamente, las redes sociales están inundadas de falsedades que desgraciadamente son creídas por grupos tan incultos como crédulos.

Pedir la renuncia del Presidente es un verdadero despropósito que sólo se explica por aquellos que han visto disminuido su poder y capacidad de hacer su capricho como si el país fuera suyo.

Hoy nos quejamos de lo mediocre del crecimiento económico y discutimos en el margen medidas que podrían incentivar un mayor desarrollo. Debatimos el impacto que deberán tener reformas estructurales históricas como la energética, de telecomunicaciones o al sector financiero.

Nos preocupamos por el grado del blindaje y la utilidad de tener una línea de crédito contingente del Fondo Monetario Internacional para enfrentar la volatilidad derivada de los cambios en la política monetaria de Estados Unidos o el cambio de paradigma en el mercado petrolero.

Desastre

Si se cumpliera el capricho de quienes usan a violentos e ingenuos para cobrar sus facturas o tratar de obtener lo que no han ganado en las urnas o por derecho la discusión sería otra.

En lugar de cuestionar si la devaluación en el año de poco más de seis por ciento, dos por ciento en las últimas cuatro jornadas; el tema sería cómo intervendría la Comisión de Cambios para frenar una devaluación tipo Argentina o Venezuela.

No discutiríamos el impacto de las rondas cero y uno o si es suficiente la cobertura del precio del petróleo sino cómo le haríamos para mantener los ingresos del país.

No diríamos si la inflación de un año es muy alta cuando está en 4.1% cuando fácilmente alcanzaríamos esos niveles en un solo mes.

La realidad es que la renuncia del Presidente (y más por algo en lo que no tiene responsabilidad como una matanza ordenada por cuadros del PRD, impulsados por Andrés Manuel López Obrador, y vinculados con la delincuencia) generaría una crisis política y social que acabaría con lo que hemos construido todos los mexicanos en materia de estabilización financiera y potencial de crecimiento.

Hay quienes creen que se iría el Presidente y eso no espantaría a los inversionistas, no generaría desconfianza y con ella no habría desempleo, altas tasas de interés, inflación, etcétera.

Atrás de los grupos que hoy roban, asaltan, destruyen y luego lloran no están quienes desean un país mejor. Están quienes quieren la destrucción de México.

Si de algo debe servir la indignación por estas muertes o por la violencia (que no es del Estado sino de los delincuentes) sería construir un país más próspero e incluyente, lo que comienza por el estricto cumplimiento de la ley con tolerancia y democracia.

Si quieren encontrar a los desaparecidos no es con marchas o actos vandálicos. Si quieren un país más seguro, no es con actos violentos, sino trabajando a favor de las mayorías.

Relevo

A pesar de que algunos insistían en tratar de colar otros nombres, la realidad es que desde hace ya varias semanas los accionistas de la Bolsa Mexicana de Valores ya habían decidido que Jaime Ruiz Sacristán sería el presidente por un periodo de dos años con la posibilidad de una reelección hasta por un periodo igual.

El nombramiento de Ruiz Sacristán sólo puede ser visto como una decisión total y absolutamente correcta. De entrada, es un hombre con más de 30 años de experiencia dentro del sector financiero.

En segundo término, como lo demostró en la presidencia de la Asociación de Bancos de México, es un hombre con gran capacidad de negociación, prudencia y sin afán de reflectores. Tres características particularmente importantes considerando cómo fue el anterior presidente.

Lo único que falta es que una vez en el cargo nombre a quién será su director general. Por cierto, lo hará él y sin la ayuda de nadie puesto que se tratará de una figura que deberá tener un carácter altamente operativo y que su principal misión es que el grupo Bolsa Mexicana de Valores deje de operar como islas.

A pesar de los que siguen tirando nombres la realidad es que será Eduardo Navarro tal y como se lo informamos desde hacer algunas semanas. Este hombre, como ya le informamos oportunamente, no sólo tiene destacados méritos sino que también cuenta con el apoyo incondicional de Roberto Hernández, lo que inclina casi cualquier balanza en el sector bursátil.

Ilusiones

Hay quienes desean aferrarse a una “nota” que no existe o, por lo menos, podría calificarse como un refrito. Dicen que la Secretaría de Hacienda considera modificar la política fiscal y algunos hasta aventuran que será en el año próximo.

Se trata de un acto de imaginación colectiva o de un poco de mala memoria.

Desde que el secretario de Hacienda convocó a un pacto de estabilidad fiscal y que derivó en un auto compromiso, Luis Videgaray fue muy claro al decir que durante el resto de la administración “el gobierno de Enrique Peña Nieto no propondría al Congreso ningún nuevo impuesto, elevación de las tasas actuales o la disminución de algún beneficio para los contribuyentes”.

Fiel a su costumbre, Videgaray lo repitió una y otra vez con las mismas palabras; sin embargo, parecería que algunos descubrieron con casi un año de retraso que el titular de las finanzas públicas jamás cerró la puerta a cambios de menores tasas que, como lo ha repetido en prácticamente 11 meses dependen de la estabilidad de las finanzas públicas, la recaudación y el déficit.