Grecia y Europa, con un pie en el abismo y en cuenta regresiva

A once días de que venza el plazo para una extensión del rescate financiero, el gobierno griego se debate entre aceptar las condiciones de sus acreedores y traicionar sus promesas de campaña, o cumplirlas y sufrir las consecuencias
Economía -
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem (izquierda) y Yanis Varufakis, ministro de Finanzas de Grecia, anunciaron ayer en rueda  de prensa que no hubo acuerdo en la reunión realizada la víspera. El país helénico podría caer en incumplimiento de pagos en marzo próximo. Foto: AP
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem (izquierda) y Yanis Varufakis, ministro de Finanzas de Grecia, anunciaron ayer en rueda de prensa que no hubo acuerdo en la reunión realizada la víspera. El país helénico podría caer en incumplimiento de pagos en marzo próximo. Foto: AP

BRUSELAS.- Alexis Tsipras y su partido Syriza de la izquierda radical trabajaron durante más de un año, mientras estaban en la oposición, para preparar su plataforma estratégica. Más de 80 comités estuvieron encargados de producir propuestas específicas para revisar diferentes sectores de la economía griega.

El programa de Syriza, si se lleva totalmente a la práctica, resultará en una significativa caída en los ingresos y en un gran aumento en el gasto social. Sin embargo, muchos griegos dejaron de pagar impuestos antes de las elecciones del mes pasado, anticipando recortes y prórrogas. Los ingresos del gobierno cayeron en más de 20 por ciento en enero, sobre una base anual y expertos dicen que el presupuesto de 2015 podría descarrilar a finales de marzo.

Nada de esto suena bien para los acreedores de Grecia, cuyo rescate, de 277 mil millones de dólares, prevé austeridad y reforma, no despilfarros y retrocesos. La posición de Alemania es contundente:  si Grecia no busca una extensión de su rescate, que expirará el 28 de febrero, “entonces se acaba”.

El 11 de febrero Grecia presentó sus planes al Eurogrupo, integrado por los ministros de Finanzas de la zona del euro, pero el encuentro terminó en caos, sin siquiera la declaración habitual sobre “discusiones fructíferas”. El fracaso de las pláticas de ayer con el Eurogrupo para llegar a algún tipo de acuerdo hace vislumbrar otro incumplimiento de pagos griego cuando las deudas del Fondo Monetario Internacional (FMI) venzan en marzo.

En picada

De raíz, el problema es sencillo: Grecia no tiene suficientes ingresos para pagar sus cuentas. Desde que comenzó la crisis financiera, su economía se contrajo más que la de cualquier otro país rico. Entre 2008 y 2014, su PIB nominal, una medida aproximada de la capacidad de la economía para pagar sus deudas, cayó 22 por ciento, mucho más que en cualquier otra nación europea en problemas. El dolor ha sido igualmente agudo a nivel individual.

Los precios de las casas bajaron en alrededor de 40 por ciento desde 2008. Los ingresos medios cayeron 22 por ciento entre 2008 y 2013, y para los griegos de entre 18 y 24 años de edad se desplomaron en 38 por ciento.

Los rescates que Grecia recibió en 2010 y 2012 trasladaron sus deudas a nuevos acreedores pero, pese a las pérdidas impuestas a algunos prestamistas del sector privado, hicieron poco para reducirlas. A fines de 2009, Grecia debía 340 mil millones de dólares, entonces alrededor de 127 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), principalmente al sector privado. Hoy, adeuda alrededor de 356 mil millones de dólares –175 por ciento de su PIB– y todo, salvo 79 mil millones de dólares, proviene de prestamistas públicos. Los nuevos acreedores del país son: el FMI, con 28 mil millones de dólares; el Banco Central Europeo (BCE), con 30 mil mdd y los gobiernos europeos, con un colectivo de 220 mil mdd.

Los nuevos acreedores de Grecia son generosos y demandantes. Las tasas de interés del país han sido recortadas y sus pagos de intereses totales en 2014 fueron de sólo 2.6 por ciento del PIB, según el grupo de análisis Zsolt Darvas de Bruegel. Eso es menor a lo que pagan varios de los países europeos menos endeudados.

Las condiciones para estabilizar las finanzas de Grecia incluyen recortes al salario mínimo y las pensiones de Grecia, despidos de servidores públicos y la privatización de varios activos, incluidos puertos y edificios de propiedad estatal. Los acreedores, como Alemania, esperan que el paquete haga a Grecia más competitiva y por tanto impulse el crecimiento económico y genere un superávit presupuestario que sea usado para pagar deuda. El plan de rescate prevé que la deuda griega caiga a 120 por ciento del PIB para 2020.

Los motivos griegos

La crisis ha surgido porque Grecia quiere mantener las tasas bajas pero no las condiciones. Nadia Valavani, la viceministra griega de Finanzas, planea desechar un odiado impuesto a la propiedad, el ENFIA, una medida popular que costará al Estado 2,250 millones de dólares en ingresos. Valavani también dijo que un impuesto sobre las empresas que ofrecen servicios a los turistas permanecerá en 13 por ciento y no será aumentado al estándar 23 por ciento como estaba planeado.

Las islas del Egeo, la región más próspera de Grecia, continuarán disfrutando tasas del impuesto al valor agregado menores que el resto del país. El umbral en el cual entra en vigor el impuesto al ingreso será restablecido este año a 13,500 dólares, dejando a unos tres millones de griegos de bajos ingresos sin pagar impuestos. El programa de privatización, que se esperaba recaudara un total de 28 mil millones de dólares, incluidos cuatro mil millones de dólares este año, ha sido suspendido. En total, estas decisiones costarían alrededor de nueve mil millones de dólares.

La estrategia de Tsipras

Para equilibrar los libros, Tsipras está cifrando sus esperanzas, de manera optimista, en una represión fiscal. Los cigarrillos y el combustible de contrabando cuestan al gobierno alrededor de 1,700 millones de dólares al año. Los magnates que eluden impuestos pudieran suministrar algún ingreso extra también. Panayotis Nikoloudis, un exzar contra el lavado de dinero que encabeza un nuevo ministerio anticorrupción, dijo que hay 3,500 casos de evasión fiscal a gran escala que representan 8,000 millones de dólares, los cuales producirían 2,800 millones de dólares en 2015. Sin embargo, en el improbable caso de que todo este dinero sea cobrado, Grecia aún se queda corta con 4,500 millones de dólares.

Los planes de muchos gobiernos no cuadran, por supuesto, y Tsipras ya ha indicado una disposición al compromiso. El 9 de febrero, delineó un plan de cuatro partes.

Primero: Grecia mantendría “70 por ciento” de las reformas previamente acordadas. Las abandonadas serían reemplazadas por diez medidas nuevas acordadas con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en vez de la “troika” del BCE, el FMI y la Comisión Europea.

Segundo: reduciría su superávit presupuestario promedio –es decir, excluyendo pagos de intereses– a 1.5 por ciento del PIB, respecto de una meta de tres por ciento este año y 4.5 por ciento en 2016.

Tercero: intercambiaría gran parte de su deuda existente por dos tipos exóticos de bonos: uno “perpetuo”, que significa que el capital nunca sería pagado, y un bono “vinculado al PIB”, con pagos ligados a la salud de la economía de Grecia.

Finalmente, el gobierno gastaría 2,100 millones de dólares extra en “asistencia humanitaria” para los griegos en apuros.

El caos como negocio

Los acreedores de Grecia pueden ceder un poco. Pese a las bajas tasas de interés que se están cobrando al país, los préstamos son rentables incluso si el rédito baja más. Reducirlas a un nivel neutral en utilidades y extender más el vencimiento de las deudas de Grecia podría generar ahorros por 17 por ciento del PIB, según Darvas. En el espíritu de no lucrar con la depresión de Grecia, la zona del euro también podría liberar dos mil 100 millones de dólares en utilidades de un anterior programa de compra de bonos del BCE.

Si acepta, Tsipras tendrá que dar explicaciones a dos grupos. Uno es la extrema izquierda de Syriza. Sobre la privatización, por ejemplo tanto el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis como el ministro de Desarrollo, George Stathakis, han apoyado completar la venta de la participación de 67 por ciento del Estado en la Autoridad Portuaria de El Pireo. La firma china Cosco, que ya opera una rentable terminal de contenedores en el puerto, y Maersk, de Dinamarca, eran los favoritos entre los licitadores preseleccionados, pero el ministro de Transportes Theodore Dritsas, ha prometido bloquear el acuerdo. Panayotis Lafazanis, a cargo del Ministerio para la Reconstrucción Productiva, Medio Ambiente y Energía, ha bloqueado otros dos acuerdos para alinear totalmente a Grecia con las directrices energéticas de la Unión Europea. El otro grupo al que Tsipras tendrá que mantener contento es un electorado animado por los aguerridos tratos del gobierno con el resto de Europa.

 

Nadie quiere que el país deje la zona euro... pero

Cuando el ultraizquierdista partido Syriza ganó la elección griega el mes pasado, la esperanza era que el nuevo primer ministro, Alexis Tsipras, moderara sus demandas para llegar a un acuerdo con los acreedores de su país. Después de todo, como la enorme mayoría de los griegos, quiere permanecer en la moneda única.

Sin embargo, incluso mientras se preparaba para reunirse con otros líderes de la Unión Europea (UE) por primera vez la semana anterior, estaba haciendo más probable que nunca la salida griega del euro.

Tsipras ha planteado algunos buenos argumentos contra la austeridad que ha sido impuesta a Grecia como precio de sus rescates. Tiene ideas sólidas sobre la guerra contra la corrupción, el combate de la evasión fiscal y dar una sacudida a la cómoda élite empresarial de Grecia. Sus ministros ahora hablan de mantener el 70 por ciento de las reformas del antiguo gobierno.

No obstante, sus primeras acciones en el poder incluyeron promesas de elevar el salario mínimo a los niveles previos a la crisis, dar marcha atrás a las reformas del mercado laboral, restablecer los aumentos de las pensiones, recontratar a miles de servidores públicos y desechar proyectos de privatización. Estas no sólo violarían los términos del rescate de Grecia, sino que también arruinarían las perspectivas económicas del país.

Revertir el rumbo de esta manera, cuando la economía de Grecia finalmente está creciendo y el desempleo está cayendo, es perverso. Grecia necesita más reformas, no menos. Pese al avance en recuperar la competitividad perdida, sus exportaciones siguen siendo débiles. En su clima empresarial está rezagada detrás de su vecina Bulgaria, el país más pobre de la UE, en áreas como la aplicación de contratos, registro de propiedades y ofrecimiento de crédito.

Mantener a Grecia en el euro requerirá compromisos. Los acreedores de Grecia necesitan decidir qué negociar, y cuándo. Tsipras se niega tontamente a prolongar el programa de rescate de Grecia cuando expire, a fines de este mes, hablando más bien de un préstamo puente que crearía tiempo para que tengan lugar las negociaciones sin la supervisión ... de la odiada “troika” de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.

Hay un argumento a favor de remover al BCE, que está politizado por su involucramiento en la troika. Sin embargo, Tsipras no puede esperar más préstamos sin condiciones, como demostró la desbandada malhumorada de la reunión del grupo del euro esta semana. En vez de ello, necesita extender el rescate rápidamente, y luego iniciar negociaciones.

En esas conversaciones hay espacio para un acuerdo. La deuda total de Grecia se sitúa en un impagable 175 por ciento del PIB, respecto de 109 por ciento antes de la crisis del euro, y Tsipras ha desechado sus demandas de una cancelación inmediata de la deuda. El vencimiento y el costo de intereses de la deuda, dos tercios de la cual se debe a acreedores europeos oficiales, son tan generosos que Grecia paga una parte más pequeña del PIB en servicio de deuda que Italia o Portugal, cuyas economías están al menos un poco más sanas. Estas condiciones pudieran volverse aún más generosas.

Los acreedores también deberían estar dispuestos a adoptar una versión de la antigua iniciativa para PPAE (países pobres altamente endeudados) del FMI para África: una promesa de cancelar la deuda en etapas en fechas futuras indeterminadas, pero sólo a cambio de un progreso definido en las reformas.

También debería ser posible dar a Grecia más espacio fiscal para respirar. Ahora se requiere que el gobierno registre un superávit presupuestario primario, es decir previo a intereses, de 3 por ciento del PIB este año, elevándose a 4.5 por ciento para 2016. Tsipras quiere reducir eso a no más de 1.5 por ciento. Un compromiso de alrededor de 2.5 por ciento le permitiría gastar más en programas sociales.

He aquí, entonces, un mensaje sencillo que los líderes europeos deben transmitir a Tsipras: Negociarán, pero sólo una vez que el rescate sea extendido. Le ayudarán con la deuda y el presupuesto, pero sólo si está dispuesto a hacer a su economía más competitiva.

Tips para tus finanzas personales directo en tu correo.
Al registrarme acepto los términos y condiciones

  TAGS

Taboola
Icono de te puede interesar de en dineroenimagen

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR