Ser filántropo en este país está realmente en chino

A las clases medias les preocupa que donar grandes cantidades a caridad pudiera traer una atención no deseada hacia su riqueza
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Hasta que se permita a las organizaciones de caridad desarrollarse independientemente, los ricos que aspiren a ser más generosos tendrán pocas opciones. Foto: Getty
Hasta que se permita a las organizaciones de caridad desarrollarse independientemente, los ricos que aspiren a ser más generosos tendrán pocas opciones. Foto: Getty
El frenesí para alimentar a los pandas se da al caer la noche. La gente se acerca furtivamente a ellos, metiendo bolsas de ropa vieja por su garganta. De día, llegan los camiones a limpiar a los osos, dejándolos vacíos para la siguiente gran comida.
 
Estos pandas son de plástico. Son grandes receptáculos en forma de osos, diseñados para atraer a la gente para que done sus prendas no deseadas a quienes las necesitan. 
 
Dar caridad no es todavía un hábito de la clase media. 
 
Desplegados por primera vez en 2012, ahora hay cientos en todo Shanghái, a menudo colocados a la entrada de los edificios de departamentos. Tragaron alrededor de un millón de prendas de ropa el año pasado.
 
La procesión de los donantes que alimentan a los pandas con pantalones es impresionante, pero regularmente lo hacen encubiertos por la oscuridad. Dar caridad no es todavía un hábito de la clase media. 
 
 
Muchas personas aún se sienten incómodos con ello, pese a su creciente prosperidad. El PIB per cápita de China es de alrededor de una séptima parte del de Estados Unidos, pero en 2014 los chinos dieron 16,000 millones de dólares para obras de caridad, alrededor de una centésima parte de lo que los estadounidenses donaron por persona.
 
Esto es en parte un legado de las actitudes formadas durante el régimen de Mao, cuando al partido le gustaba presentarse como la fuente de toda ayuda para los pobres; sugerir lo contrario era considerado contrarrevolucionario. Incluso hasta más recientemente, el partido se mostraba renuente a alentar las obras de caridad, preocupado de que pudieran quedar de manifiesto sus fallas.
 
Las clases medias también tienen preocupaciones: que donar grandes cantidades a caridad pudiera traer una atención no deseada hacia su riqueza. No quieren avivar la envidia de los pobres ni alentar a los recolectores de impuestos a ponerles más atención. 
 
Los principales 100 filántropos en China donaron 3,200 millones de dólares el año pasado, según Hurun Report, una firma de investigación de la riqueza basada en Shanghái. Eso fue menos que la cantidad donada por los tres principales en Estados Unidos.
 
En 2008, cuando un poderoso terremoto _ el más fatal en China en más de 30 años _ sacudió a la provincia sudoccidental de Sichuan, pareció que un resultado positivo sería un auge en las donaciones de caridad. Los voluntarios acudieron a la región devastada y las donaciones llenaron las arcas de las organizaciones de ayuda.
 
Sin embargo, pronto surgieron problemas. Avergonzado de que los esfuerzos de ayuda privada estuvieran resultando más efectivos que los oficiales, el gobierno refrenó a las organizaciones cívicas.
 
Una subsecuente sucesión de escándalos sobre fondos mal administrados tampoco ha ayudado al crecimiento de las organizaciones de caridad. Aun cuando la mayoría de ellas están bien dirigidas, la cautela a veces está justificada.
 
Los estafadores incluso han buscado su oportunidad en los receptáculos en forma de pandas. Yuan Yuan, la organización detrás de los pandas notó que copias de ellos surgieron en Shanghái durante el último año. Alguien ideó un plan para usarlos como una forma engañar a la gente para que donara ropa y luego invirtiera en un negocio que supuestamente generaba dinero revendiéndola. 
 
Se prometían rendimientos de más del 10 por ciento, mucho más altos que los de los depósitos en los bancos. Docenas de personas cayeron en la estafa, entregando un total de al menos 450,000 dólares al timador. No recuperaron nada.
 
Para Yang Yinghong, gerente general de Yuan, este timo fue solo el más reciente en una serie de desafíos. Para que la gente no se sintiera tentada a arrojar su basura en las cajas de donación, él ideó el diseño del panda e hizo a los animales transparentes para que los transeúntes pudieran ver cómo la ropa se apilaban en su interior. 
 
Sin embargo, la visibilidad de los pandas ha tenido un efecto colateral desafortunado: Yang dijo que las personas preferían depositar sus donaciones de noche, porque otros podrían pensar mal de ellos por donar prendas perfectamente utilizables.
 
Pese a esa timidez de la clase media, la proliferación de los pandas en las calles de Shanghái podría reflejar una creciente aceptación de las muestras públicas de calidad. Los pandas están migrando al resto del país, apareciendo en ciudades a lo largo de la costa y en el interior.
 
Las grandes donaciones por parte de empresarios ricos se están volviendo más comunes. En 2010, cuando Bill Gates y Warren Buffett ofrecieron una cena en Pekín para las personas más ricas de China, con la esperanza de alentarlos a donar a obras de caridad, muchos multimillonarios eligieron mantenerse distantes. 
 
Zong Qinghou, un magnate de los licores, dijo que la filantropía no era más que una manera de eludir impuestos.
 
Algunos de ellos ahora parecen menos inhibidos. En 2014, Jack Ma, cofundador de Alibaba, una compañía de comercio electrónico, creó un fideicomiso filantrópico. Zhang Xin y Pan Shiyi, que son desarrolladores inmobiliarios, lanzaron un fondo para ayudar a estudiantes chinos pobres a ir a universidades en el extranjero.
 
El Instituto de Investigación de la Filantropía de China estima que 80 por ciento de las donaciones por parte de los chinos más ricos va a obras de caridad en el exterior. Muchos bien podrían preferir darlo a causas locales, pero las regulaciones han entorpecido el desarrollo de la filantropía en el país. 
 
Para funcionar como una organización sin fines de lucro, las organizaciones de caridad deben tener un socio gubernamental, lo cual conlleva la pérdida de su autonomía. También es difícil que obtengan exenciones fiscales para sus donadores.
 
Sin embargo, esto cambiará pronto. El gobierno publicó un borrador de ley sobre las organizaciones de caridad a fines de octubre. Bajo discusión durante una década, define ampliamente a las organizaciones de caridad y reconoce que pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de todos. 
 
La ley promete permitir a las organizaciones de caridad registrarse directamente, en lugar de trabajar a través de un socio oficial. También podrían disfrutar de exenciones fiscales.
 
Zhu Jiangang de la Universidad Sun Yat-sen en Guangzhou dijo que la ley debería ayudar a reducir la influencia del gobierno y por tanto alentar el florecimiento de las organizaciones de caridad. Se espera que sea aprobada pronto.
 
Sin embargo, sigue en duda cuán lejos está dispuesto a ir el gobierno. Al mismo tiempo que da a las organizaciones de caridad más espacio para operar, está reprimiendo a las organizaciones no gubernamentales, receloso de la influencia extranjera.
 
Hasta que se permita a las organizaciones de caridad desarrollarse independientemente, los ricos que aspiren a ser más generosos tendrán pocas opciones. Algunos dicen en broma que en China es más fácil ganar dinero que regalarlo.
 
kgb 
 

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