Esto explica por qué Banxico insiste en vender dólares de las reservas

Economía - 29 Feb, 2016
La demanda de dólares referentes a las operaciones de balanza de pagos es mayor a la oferta, y frente a eso Banxico cuenta con dos posibles soluciones. Foto: Especial

CIUDAD DE MÉXICO.- Al peso mexicano se le han abierto tres frentes: el deterioro de las cuentas fiscales, el acecho de los especuladores aprovechando la mayor liquidez del peso en los mercados internacionales, y la degradación de los desequilibrios externos.

Para cubrir esos tres frentes, las autoridades reaccionaron a mediados de febrero anunciando una batería de medidas de toda índole: medidas fiscales (recorte del gasto público), cambiarias (intervenciones discrecionales) y monetarias (alza en las tasas de interés). El fin de esta última medida era frenar la depreciación del peso mexicano para evitar que contamine a la inflación. En efecto, lo que el Banco de México (Banxico) busca al subir las tasas de interés es retener a los capitales en México pagándoles un poco más en intereses, para que así los inversionistas no lo vendan para comprar dólares e irse del país. Y esa urgencia por retener esos capitales se debe a que cada vez son más necesarios para financiar un creciente déficit externo.

En 2015, el déficit por cuenta corriente fue de 32,381 millones de dólares (mdd). Eso quiere decir que México, durante 2015, tomó un préstamo neto del mundo por esa cantidad para financiar su crecimiento. Para evaluar qué tan grande fue ese préstamo, se suele poner en relación al PIB: pues bien, el déficit corriente representó un 2.8% del PIB, lo que significa un sustancial deterioro respecto al 1.9% del PIB de 2014 y la cifra más alta desde 1998 (3.2%).

 

Exportaciones

El problema de la cuenta corriente se concentra en las exportaciones petroleras, las cuales se han derrumbado tanto por el desplome de los precios del crudo como por el menor volumen vendido al exterior. Así, las exportaciones petroleras se han despeñado un 45% para situarse en 23,432 mdd, lo que significa que el país ha perdido 19,154 mdd respecto al 2014. Aunque las importaciones petroleras también se han contraído, lo han hecho a un menor ritmo (-20.0%). El resultado es que la balanza petrolera ha pasado de ser superavitaria en 2014 (1,097 mdd) a registrar un déficit de 9,855 mdd en 2015. Para colmo, la balanza no petrolera, que en los últimos años estaba corrigiendo su déficit y estaba contrarrestando el deterioro de la balanza petrolera, empeoró ligeramente en 2015, al elevarse el déficit en 660 mdd a 4,605 mdd. El resultado fue que la balanza de bienes se disparó en 2015 a un déficit de 14,375 mdd, comparado con -2,573 mdd en el 2014.

Al elevado déficit de la balanza de bienes, hay que sumar los agujeros de la balanza de servicios (-9,488 mdd) y de renta (-32,844 mdd), referente a la remuneración de los servicios de capital prestados a México en forma de intereses, dividendos y repatriación de utilidades. La suma de los déficits de bienes, servicios y renta asciende a 56,668 mdd, pero parte se cubre con la mayor fuente de ingresos de México, la entrada neta de remesas de inmigrantes por 24,287 mdd, lo que sitúa el déficit corriente en 32,381 mdd.

 

Cómo se financia

Aun así, y como decíamos, el déficit corriente ya es de 2.8% del PIB, el más elevado desde 1998, y ese monto hay que financiarlo con préstamos del exterior. Y si son de largo plazo mejor. El financiamiento más estable y duradero es el de la inversión extranjera directa (IED). Pero la entrada neta de capitales por ese concepto en 2015 fue de 20,310 mdd, por lo que sólo cubre un 63% de la brecha por cuenta corriente. Una vez considerado el financiamiento de la IED, todavía se precisan 12,071 mdd para terminar de cubrir el déficit externo, pero con capitales de más corto plazo, más inestables y volátiles, esos que llaman en la jerga económica “capitales golondrinos” y que en buena medida responden a las políticas monetarias de los países.

Esos capitales se anotan, en la balanza de pagos, en la inversión de cartera, y se refiere a la adquisición de títulos bursátiles o de deuda, tanto pública como privada. Ese rubro ha sido el gran protagonista en los últimos años: la expansión monetaria global, con tasas de 0% en los países desarrollados, hizo que los capitales volaran a los países emergentes en busca de mejores rendimientos, y México fue uno de los destinos favoritos, tanto por su cercanía a Estados Unidos como por ser identificada como una economía sana, con escasos riesgos de impago. Así, en 2012, los ingresos netos de cartera totalizaban 73,348 mdd. Entraba dinero a carretadas, de sobra para financiar el déficit corriente, y ese exceso se traducía en dólares contante y sonante y que Banxico acumulaba en su cuenta de reservas internacionales.

Pero ahora la situación ha cambiado. Los mercados están nerviosos y hay cierta aversión hacia el riesgo, la Reserva Federal de Estados Unidos subió tasas a finales del año pasado y sostiene que puede incrementarlas más este año, lo que puede detonar el retorno de esos “capitales golondrinos”, y México ya no se ve tan seguro: los déficits fiscales de años recientes han aumentado la deuda pública, el comportamiento de los precios del crudo hacen pensar que los ingresos petroleros seguirán cayendo en 2017, Pemex se ha convertido en un factor de riesgo adicional para las finanzas públicas, y el sector externo se ha deteriorado. Eso se ha reflejado en el riesgo país, tanto en el EMBI de JP Morgan, como en los diferenciales de los seguros contra el riesgo de impago de la deuda soberana mexicana (CDS, por sus siglas en inglés).

 

Salida de capitales

Y también en la inversión de cartera en México: frente a los 73,348 mdd que recibía México en 2012 se ha pasado a 27,985 mdd en 2015. Es cierto, ese monto no es nada desdeñable, y da de sobra para financiar los 12,071 mdd que no cubría la IED. Pero hay dos contratiempos: la balanza de pagos tiene dos rubros más donde se reflejan los movimientos de capitales de corto plazo, el de “otra inversión”, donde se anotan los créditos y depósitos, y el de “errores y omisiones”, donde se registran movimientos de capital no captados en los anteriores rubros. Pues bien, los dos son altamente deficitarios, y más que contrarrestan la inversión de cartera. La balanza de “otra inversión” es deficitaria en 14,469 mdd, y el de “errores y omisiones” en 17,112 mdd. En total suman 31,580 mdd.

En consecuencia, los capitales de corto plazo, en efecto, están saliendo de México: entran a un ritmo sustancialmente más lento en el rubro de “inversión de cartera” y se fugan, directamente, de los componentes de “otra inversión” y de “errores y omisiones”. Por consiguiente, la demanda de dólares referentes a las operaciones de balanza de pagos es mayor a la oferta, y frente a eso Banxico cuenta con dos posibles soluciones: uno, cubrir ese faltante vendiendo dólares de sus reservas. Eso lo viene haciendo desde hace tiempo, por lo que las reservas disminuyeron en 18,085 mdd en 2015. Y dos, subir las tasas de interés para mejorar el rendimiento de los activos mexicanos y contener la fuga de capitales. Eso también lo hizo a mediados de febrero, cuando anunció de manera sorpresiva, fuera de reunión, un incremento de 50 pbs en las tasas de referencia a 3.75%. Ahora falta por ver si es suficiente.