El espeluznante escándalo que implica al jefe de Marvel

Un vecino de Isaac Perlmutter lo acusa de enviar cartas difamatorias, que dicen que 'atacó sexualmente' a una chica de 11 años y asesinó a una pareja
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Un vecino de Isaac Perlmutter lo acusa de enviar cartas difamatorias, que dicen que 'atacó sexualmente' a una chica de 11 años y asesinó a una pareja. Foto: AP
Un vecino de Isaac Perlmutter lo acusa de enviar cartas difamatorias, que dicen que 'atacó sexualmente' a una chica de 11 años y asesinó a una pareja. Foto: AP

En Palm Beach, Florida, los escándalos son tan parte del paisaje como Lilly Pulitzer y la cirugía plástica. En los últimos años, este rico enclave fue sacudido por el fraude piramidal de Bernard L. Madoff y la demanda contra Jeffrey Epstein por sexo con menores, por mencionar solo dos.

Ahora podremos agregar un extraño litigio que involucra a Isaac Perlmutter, el enigmático multimillonario director general de la unidad Marvel Entertainment de Walt Disney Company.

Como corresponde a un buen embrollo de Palm Beach, la disputa empezó por una tenista profesional. Ahora, por lo menos tres demandas después, un vecino de Perlmutter lo acusó a él y a su esposa de enviar cartas difamatorias, anónimas, que dicen que ese vecino “atacó sexualmente” a una chica de once años de edad “a punta de cuchillo” y asesinó a una pareja de la localidad.

Se dice que la campaña de correspondencia difamatoria, que consistió en más de mil cartas enviadas a los amigos y socios del vecino, es parte del empeño de Perlmutter de presionar a su vecino, Harold Peerenboom, para que se vaya del condominio donde ambos poseen una casa. Una de las cartas empezaba así: “Hoy les escribo para advertirles que Harold Peerenboom, de 8 Sloans Curve Road, es un depredador sexual.”

Peerenboom, que no ha sido acusado de esos delitos, ahora está tratando de obligar a Marvel a presentar los mensajes de correo electrónico de Perlmutter.

Un vocero de Marvel no quiso hacer comentarios, explicando que no se habla de asuntos personales relacionados con Perlmutter.

La telenovela jurídica, que se ha prolongado por más de cuatro años, se ha escenificado en tribunales de Palm Beach y de Nueva York, pero básicamente ha sido pasada por alto por la prensa de Estados Unidos. Esta semana se espera que un tribunal del estado de Nueva York tome parte en el caso que involucra los mensajes de Perlmutter. El tribunal le había ordenado a Marvel que buscara en sus servidores los mensajes que mencionaran a Peerenboom. Para el miércoles 9 de marzo estaba programada una audiencia relacionada, para ver qué mensajes se presentaron y cuáles no.

Este caso es un ejemplo de las batallas legales privadas, extrañas y en las que a veces hay muchas cosas en juego, que se llevan a cabo entre altos ejecutivos de compañías públicas, pero que no siempre llegan a conocimiento del público.

Tales casos plantean una maraña de cuestiones sobre administración corporativa. Generalmente hay cuestiones de transparencia en relación con los problemas de salud de los altos ejecutivos. Directores de grandes empresas, como Steven P. Jobs de Apple, Jamie Dimon de JPMorgan Chase y Oscar Munoz de United Airlines, han batallado en los últimos años con la forma de hacer públicos sus problemas de salud.

Pero, ¿qué responsabilidad tiene una compañía pública de investigar un asunto privado controvertido que implique a un alto ejecutivo? ¿Necesita llevar a cabo sus propias pesquisas? ¿Hasta qué punto suspendería a un ejecutivo antes de que se pronuncie el fallo? ¿O acaso un asunto legal privado no debe de tener influencia en el trabajo del ejecutivo?

“Si se convierten en pararrayos, eso puede afectar negativamente a la compañía”, advirtió Charles M. Elson, profesor de finanzas y director del centro John L. Weinberg de Gobernación Corporativa en la Universidad de Delaware. Señaló que los asuntos personales pueden constituir una distracción en el trabajo y afectar su capacidad de cumplir con sus responsabilidades. “Pero eso es muy subjetivo. Por eso es que existen las juntas directivas:”

Perlmutter desde siempre ha sido objeto de fascinación en los negocios de medios. Poco se sabe de este empresario israelí-estadounidense, de 73 años de edad y retraído, que le vendió Marvel a Disney en 2009 por 4,000 millones de dólares.

La última fotografía pública de Perlmutter que se conoce fue tomada en 1985, a pesar de ser el director general de Marvel y uno de los más grandes accionistas individuales de Disney. Nunca ha dado una entrevista a los medios desde que maneja Marvel, a pesar de la influencia de la unidad de Disney en la industria del entretenimiento de Estados Unidos, con sus franquicias de los X-Men, el Capitán América y Iron Man.

El abogado de Perlmutter, como es de imaginarse, ha negado que su cliente haya tenido nada que ver con esas cartas. Alega que el caso es un chantaje y da a entender que Peerenboom, empresario de Toronto que fundó una exitosa firma de contratación de ejecutivos, es un litigante serial.

Foto de Harold Peerenboom. 

El lado de Peerenboom asegura que la evidencia es clara y convincente. Su demanda ha resistido múltiples esfuerzos por descartarla; en cada ocasión, el juez ha dicho que hay elementos suficientes para seguir adelante.

La historia dio un vuelco particularmente extraño el año pasado, cuando el equipo legal de Peerenboom afirmó que un laboratorio privado había encontrado ADN en el exterior de uno de los sobres enviados que implicaba a la esposa de Perlmutter, Laura.

Los abogados de Perlmutter respondieron que el ADN había sido plantado y que era inadmisible ante un tribunal. Los abogados sostienen que el equipo legal de Peerenboom robó muestras de ADN de botellas de agua y papeles que los Perlmutter tocaron y usaron durante un testimonio.

Ambas partes han contratado abogados poderosos. Perlmutter contrató a Roy Black, que ayudó a William Kennedy Smith a defenderse de la acusación de violación en Palm Beach. Peerenboom reclutó al litigante de Nueva York, Marc E. Kasowitz, que ha representado a Donald Trump.

En el centro del caso está Karen D. Donnelly, que manejaba el programa de tenis dentro de la comunidad Sloans Curve. Ella era favorita de Perlmutter, ávido jugador de tenis.

Peerenboom, que llegó a la comunidad en 2007, se enteró que Donnelly trabajaba sin contrato y que no había habido licitación para el trabajo, cosa que, según él, equivalía a una licitación amañada conforme a la ley de Florida. Él presentó sus objeciones a ese arreglo ante la asociación de propietarios, que estaba al tanto del asunto. Pero la junta directiva, impulsada por Perlmutter, descartó el caso de Peerenboom y reformuló el acuerdo con Donnelly para que ella no tuviera que presentar una licitación competitiva para manejar su centro de tenis.

Entonces Donnelly presentó una demanda contra Peerenboom y otros _ financiada por Perlmutter _ alegando que había sido difamada.

Después empezó la campaña de cartas difamatorias, afirma Peerenboom, que coincidió con sus intentos específicos de deshacerse de Donnelly.

Los vecinos de Peerenboom en Sloans Curve así como sus socios en Canadá empezaron a recibir cartas que afirmaban que Peerenboom era pedófilo. Otra decía que había matado a Rochelle Wise y David Pichosky, que fueron encontrados muertos de asfixia en 2013. Ese caso todavía no se ha resuelto.

Otro lote de cartas fue enviado a presos en cárceles estatales y federales en papel membretado supuestamente de Peerenboom, en las que los insultaba. Algunas de las cartas contenían “jerga y vulgaridades hebreas”, según un documento presentado en la corte.

Un un juez estudiará la cuestión de su Marvel debe de buscar evidencias en sus servidores de la conexión de Perlmutter con las cartas.

Recientemente, Marvel presentó algunos mensajes, pero Kasowitz dijo que no se han entregado muchos más y alegó que Perlmutter estaba haciendo valer “el privilegio entre abogado y cliente sobre miles de mensajes adicionales, aunque en un principio él había declarado que no tenía ningún control sobre los mensajes electrónicos de Marvel”. 

*bb

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