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Recientemente, Wall Street ha visto a una buena cantidad de jóvenes analistas que dejan su empleo con salarios de cientos de miles de dólares para irse al irregular mundo de las empresas incipientes, las organizaciones sin fines de lucro e incluso para vender comida en la calle. Para conservarlos, los bancos les aumentaron la compensación, les dieron más tiempo libre e incluso los eximieron de sus deberes más insignificantes.
Pero a la generación del milenio le sigue costando trabajo encontrarles el sentido a los libros de ventas y a las hojas de cálculo.
Así que Goldman Sachs está tratando de crear ese sentido.
La firma anunció el jueves 3 de marzo que había iniciado una competencia para que los analistas jóvenes compitieran por donativos para la obra social de su elección. Como harían con una propuesta de negocio, los banqueros y otros empleados de la firma pueden formar equipos y presentar a la organización sin fines de lucro que elijan. El ganador, seleccionado por un comité, recibirá un subsidio para su organización de 100,000 dólares; el segundo lugar obtendrá 50,000 y el tercero, 25,000 dólares.
Las presentaciones se juzgarán con base en “el liderazgo de la asociación, su alcance y el potencial de impacto”, según un memorando interno revisado por The New York Times. El comité también examinará el carácter de “único” de la asociación y la forma en que el equipo analice las metas y la posibilidad de crecimiento de la misma, precisó el memorando.
El programa, conocido como Fondo de Impacto de Analistas, estará contenido en el fondo filantrópico de la firma, llamado Goldman Sachs Gives, con un comité de consejeros formado por donadores. Está abierto a analistas que hayan estado en la empresa al menos por un año.
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