Aunque no lo creas, los 'micros' llegaron a salvar la Ciudad de México

Ironías de la vida: la aparición de estos camiones en la Ciudad de México se dio a inicios de la década de los noventa como medida para solucionar los problemas de contaminación
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Adiós para siempre... eso esperamos. Foto: Flickr
Adiós para siempre... eso esperamos. Foto: Flickr

CIUDAD DE MÉXICO.- Zapatito de bebé en el retrovisor, un claxon peculiar que –según el gusto del chofer-, emitía la tonada de la famosa película de El Padrino, el grito de Tarzán o la cucaracha, la proeza (casi un milagro), de mantener en funcionamiento un vehículo desvencijado.

Tras el anuncio de su desaparición, queda claro que no olvidaremos pronto a esos bólidos –casi suicidas- con pintura verde y gris que durante veinte años nos llevaron, (no sin incomodidades) a nuestro destino en incontables ocasiones.

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Es muy pronto para saber si en un futuro, el micro será recordado con cariño como otros transportes que han dejado de prestar servicio en la abarrotada Ciudad de México. Las Ballenas, los cocodrilos, los Ruta 100, los incontables camiones y taxis que han pintado con sus cromáticas las congestionadas calles y avenidas de la capital.

Lo cierto es que como todo lo que termina, estos camiones tuvieron un principio.

La gasolina mataba a los niños en el Distrito Federal

La aparición de estos camiones en la Ciudad de México se dio a inicios de la década de los noventa –curioso dato- como medida para solucionar los problemas de contaminación en la Ciudad de México.

En esas épocas los niveles de contaminación en el extinto Distrito Federal eran tales, que literalmente llovía plomo sobre los habitantes de esta inmensa urbe. La gasolina de manufactura nacional contaba con concentraciones elevadas de plomo, por lo que en 1990 se introdujo la gasolina Magnasin.

Otra medida fue la introducción de los convertidores catalíticos en los coches de nueva manufactura.

En aquel entonces era común encontrar aves muertas sobre el asfalto y las banquetas de la ciudad, el aire era un veneno que causó una enfermedad mortal en niños y adultos mayores: el “Saturnismo”.

Esta enfermedad comienza con la acumulación excesiva de plomo en la sangre del paciente. La piel se torna grisácea y afecta a los riñones, causa hipertensión arterial, dolor muscular, convulsiones y finalmente, la muerte.

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Los defeños respiraban la terrible cantidad de mil 500 toneladas cúbicas de plomo dispersas en el ambiente. En aquel entonces el gobierno no había establecido el nivel límite permisible de este metal en la atmósfera.

Uno de los principales problemas identificados por la regencia de Manuel Camacho Solís fue el incremento de la población en la ciudad. Además, la proliferación de las combis y camiones pequeños en el transporte público para atender una demanda eran insuficientes.

¡Súbale hay lugares!

Flamantes unidades con cromática verde y gris –haciendo alusión a una nueva época de transporte ecológico- hicieron su aparición en 1992 no sin antes recibir ciertas adecuaciones a su estructura original.

Como lo comentamos anteriormente, el plan para combatir la contaminación durante la administración del entonces regente del Distrito Federal: Manuel Camacho Solís, fue la creación de un sistema de transporte público capaz de transportar a un mayor número de personas.

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Las principales armadoras del país fueron las encargadas de abastecer esta necesidad. Ford, General Motors y Chrysler, debían surtir hasta 80 mil vehículos en tiempo récord.

Al llegar las primeras unidades a revisión surgieron dos grandes inconvenientes: los modelos eran pequeños para transportar a la cantidad de pasajeros que hicieran rentable aquella inversión. También estaban diseñados para que todos sus pasajeros viajaran sentados.

Entonces, se tuvieron que hacer adecuaciones que agrandaran la estructura de los mismos. Efectivamente, se logró incrementar la cantidad del pasaje, pero surgió un problema nuevo: los Microbuses se volcaban con relativa facilidad. Sin embargo, este “pequeño detalle” fue ignorado por cuestión de prisa en estrenar el transporte del futuro.

¿Por qué se convirtieron en chatarra tan pronto?

24 años supera por mucho el tiempo estimado de un vehículo con un desgaste alto debido a su uso. Lo cierto es que los micros, comenzaron a asimilarse a chatarras andantes mucho tiempo antes de que su ciclo de vida se cumpliera.

Los motivos de tal situación vienen desde su origen y las prisas con las que sus adecuaciones debieron ser realizadas para satisfacer al entonces gobierno capitalino.

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Al incrementar el tamaño de los camiones, el desempeño de los mismos se vio mermado. La caja de velocidades, los frenos y el motor en general se desgastaban más rápido de lo previsto.

Pensemos que estos camiones han sido utilizados durante 24 años, 18 horas diarias, con adecuaciones que afectan su desempeño considerablemente y un diseño calzado a necesidades que no contemplaban el funcionamiento original del vehículo: tenemos chatarras casi instantáneas.

Urgía su desaparición.

*livm

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