¿Cuánto más es lo que puede saltar Wall Street?

Wall Street, como en Río anda de récords olímpicos. Y eso pese a que al principio de 2016, nadie daba una medalla por él.
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La Fed es el árbitro de estos juegos, y su tarea no es fácil: enfriar, con mucho tiento, los ánimos en Wall Street sin que se resienta la recuperación económica. Foto: AP
La Fed es el árbitro de estos juegos, y su tarea no es fácil: enfriar, con mucho tiento, los ánimos en Wall Street sin que se resienta la recuperación económica. Foto: AP

CIUDAD DE MÉXICO.- "Citius, altius, fortius”. Ésa es la locución latina del lema de los Juegos Olímpicos, símbolo de un espíritu que celebra al “más rápido, más alto, y más fuerte”. Pues bien, ese lema se puede trasladar a Wall Street, que como en Río anda de récords olímpicos. Y eso pese a que al principio de 2016, nadie daba una medalla por él. Su condición física era pésima, y sus registros fueron los peores de la historia para un inicio de año.

Hasta el 11 de febrero, día en que tocó los mínimos de año, el Dow Jones se había desplomado 10.1%; el Nasdaq, 14.8%; y el S&P 500, 10.5%. Su estado de forma era calamitoso y daba signos de estar completamente desfallecido. Estaba en lo que técnicamente se llama una corrección (una caída de 10% respecto a su reciente máximo). El derrumbe del dólar provocó una luxación en el sector petrolero, y la inestabilidad de China, un traumatismo global. Pensar en que podría recuperarse para el verano, para los Juegos de Río, y que podría saltar más alto que nunca, a nuevos récords, parecía una quimera.

Pero como en las grandes gestas deportivas, como en las grandes hazañas olímpicas, la remontada ha sido épica, espectacular. Desde aquellos mínimos de febrero hasta el lunes pasado, inspirado por ese lema olímpico, Wall Street ha subido “más rápido, más alto y más fuerte” de lo que nadie podía imaginar: el Dow Jones ha volado 19%; el Nasdaq, 23.3% y el S&P 500, 19.7%.

Pero además, han logrado una proeza que no se veía desde el último día del siglo pasado, desde antes de Sydney 2000: los tres índices, juntos, al unísono, se subían al podio olímpico y presumían de nuevos récords históricos. Con los tres índices en lo más alto de su carrera, en cimas nunca antes vistas, la pregunta es si su actual estado es como el de Simone Biles, que se encuentra al inicio de su trayectoria deportiva y tiene músculo para seguir dando récords, o si como Phelps y Bolt ya lo dieron todo y están al borde de la retirada.

Pues bien, nuestro escenario central, sujeto siempre a los inciertos avatares del futuro, es que ni una cosa ni otra, sino que más bien se mantendrá disfrutando por un tiempo de los actuales días de gloria, con escasas fuerzas para subir más alto pero con las suficientes para evitar, al menos de momento, su declive. Y esto por varias razones.

En primer lugar, la economía estadunidense no da señales de estar a las puertas de una recesión. El PIB en la primera mitad del año fue débil. Pero la segunda mitad se ve algo mejor. El empleo sigue creciendo con vigor, y el consumidor, principal pilar de la economía estadounidense, sigue gastando con voracidad. En el segundo trimestre, el gasto de consumo se expandió 4.2%, la tasa más elevada desde el cuarto trimestre de 2014.

De este modo, el consumo aportó 2.8 puntos porcentuales (pp) al PIB. Si el PIB, que creció 1.2% en el segundo trimestre, no vino mejor fue porque el resto de la economía no ayudó. Por ejemplo, la liquidación de inventarios restó 1.2 pp al crecimiento: los stocks se recortaron en 8,100 millones de dólares, la mayor caída desde el tercer trimestre de 2011. Ahora bien, si el consumo se mantiene firme, es de prever que los empresarios vuelvan a reconstruir sus inventarios, lo que aportará crecimiento al PIB.

En segundo lugar, el shock petrolero ya se ha absorbido y la economía ha resistido su embate. Además, las cotizaciones del crudo se han recuperado luego de los mínimos del actual ciclo que tocaron a principios de año. Eso hace pensar que las utilidades del S&P 500 mejorarán en la segunda mitad del año. Para el segundo trimestre, y habiendo publicado ya casi todas las empresas del S&P 500, se espera una caída en las utilidades del S&P 500 de 2.5%.

De este modo, el S&P 500 ha registrado cinco trimestres consecutivos de caídas en las utilidades, en buena medida imputables al sector petrolero. Pero ya va de salida: para el tercer trimestre se estima que las utilidades prácticamente se estabilicen (-0.8%) para crecer 5.7% en el cuarto trimestre y 14.6% en el primero de 2017. En tercer lugar, los riesgos derivados de la coyuntura global han “disminuido”, tal y como ha reconocido la Fed.

La economía de China, pese a que sigue su proceso de desaceleración, se ha estabilizado y está logrando un “aterrizaje suave”; el Brexit, tras el descalabro inicial, se empieza a digerir y los mercados se han sobrepuesto de manera veloz; y Europa y Japón siguen estancados, pero las autoridades están dispuestas a actuar en caso de ser necesario.

En Japón, por ejemplo, el gobierno ya anunció un agresivo programa de estímulo fiscal para incitar el crecimiento y generar inflación. En cuarto lugar, el peligro “Trump” empieza a desvanecerse. Su candidatura, luego de algunos errores garrafales, se ha empezado a deteriorar, con una caída marcada en las encuestas, lo que ha aliviado a los mercados.

Inversiones

De modo que en ese contexto global, la economía estadounidense es la que mejor luce y su bolsa sigue resultando atractiva. Más si tenemos en cuenta que las alternativas de inversión son escasas, tanto en otras bolsas como en el mercado de bonos soberanos. No hay que perder de vista que Suiza y Alemania tienen la tasa de 10 años en niveles negativos, casi todo Europa ofrece tasas por debajo de 1.0% y Estados Unidos te retribuye con algo cercano a 1.5 por ciento.

Esas tasas pagan muy poco para el riesgo en que se incurre (un alza de tasas supondría fuertes pérdidas de capital) y además remunera al inversionista menos de lo que pagan algunas compañías en dividendos. En consecuencia, los capitales están acudiendo a acciones seguras, aburridas, pero cuyos dividendos son más jugosos que lo que paga un bono, esto es, acciones como Johnson & Johnson, Merk o Cisco. Así, no es extraño que los mejores sectores del año sean los más defensivos: telecomunicaciones y servicios básicos.

Entonces, si todo pinta tan bien, ¿por qué Wall Street tendría poco margen para nuevos récords? Por dos razones: uno, la bolsa está cara, muy cara. Su múltiplo, teniendo en cuenta las utilidades de los últimos 12 meses, es de 20.45, lo que implica el nivel más alto desde el verano de 2009, en plena crisis económica. Ese nivel supera los niveles recientes: un promedio de 16.69 en cinco años, 16.74 en diez años y 17.73 en quince años.

Y dos, la Fed es consciente que estas valuaciones, tan elevadas, son difíciles de justificar, que podemos estar ya en una burbuja y que no pueden permitir que se siga inflando, por lo que ella misma tratará de limitar las futuras ganancias bursátiles bajo el argumento de evitar futuros estallidos y preservar la estabilidad financiera futura. En esa tarea ya están: lo vimos el martes, cuando el influyente presidente de la Fed William Dudley recriminó la complacencia de los inversionistas y les advirtió que empiecen a pensar en nuevas alzas de tasas, sin descartar septiembre.

Las minutas de la Fed, publicadas ayer, mostraron que cada vez más miembros consideran oportuno subir las tasas cuanto antes. Dos apoyaron un alza en julio, y se pueden unir más funcionarios para la reunión de septiembre. La Fed es el árbitro de estos juegos, y su tarea no es fácil: enfriar, con mucho tiento, los ánimos en Wall Street sin que se resienta la recuperación económica y sin provocar convulsiones globales.

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José Miguel Moreno es Director de llamadinero.com y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

*DR

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