Las consecuencias económicas de las elecciones en EU

El T-MEC, acuerdo comercial de EU con México y Canadá, deberá ahora ser aprobado por un Congreso dividido y por lo tanto tendrá un escrutinio adicional que sortear
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El T-MEC, acuerdo comercial de EU con México y Canadá, deberá ahora ser aprobado por un Congreso dividido y por lo tanto tendrá un escrutinio adicional que sortear. Foto: AP
El T-MEC, acuerdo comercial de EU con México y Canadá, deberá ahora ser aprobado por un Congreso dividido y por lo tanto tendrá un escrutinio adicional que sortear. Foto: AP

CIUDAD DE MÉXICO.- Necesitaban obtener 218 curules. Lograron 222. Suficientes para romper la presidencia sin contrapesos que Donald Trump venía ejerciendo en Estados Unidos. Como se preveía, los demócratas lograron arrebatar a los republicanos la Cámara baja del poder legislativo, aunque no el Senado, donde el partido de Trump amplió incluso su margen. Pero el efecto es el mismo: Trump tendrá que gobernar los próximos dos años con los demócratas al lado. Y las consecuencias económicas serán importantes.

El aluvión de análisis políticos por las implicaciones de la victoria demócrata del martes pasado deja, por lo general, los temas económicos de lado. Pero las reacciones inmediatas del mercado muestran que dicho balance será muy relevante. En este texto revisamos las que pensamos son las más significativas para los próximos años para Estados Unidos y para México.

La primera es clara: la reacción de los mercados sugiere que un poder dividido es preferido que el dominio absoluto de Trump en sus primeros dos años. El mercado de acciones tuvo un alza gustosa, reflejando la posibilidad de que una mayoría demócrata en el Congreso logre modular las aristas más perniciosas de la política económica de Trump: guerras comerciales, los excesivos recortes fiscales, distorsiones implicadas por las barreras arancelarias, y la caprichosa regulación con la que ha amenazado a firmas como Amazon, Apple y Google

Desde que las encuestas y cifras mostraron una tendencia clara a favor de los demócratas en la Cámara baja, los futuros del S&P 500, el mejor termómetro del mercado, comenzaron a animarse, reflejando la posible mejoría en el marco comercial y competitivo para las empresas estadounidense. Un sector destacó, sin embargo, por su moderación en medio de un entusiasmo generalizado del mercado: el financiero, en donde las partes bancarias remontaron con modestos incrementos, desilusionados de la derrota legislativo de su campeón, que estaba a punto de proponer una desregulación agresiva para los estándares crediticios del sector.

LA ESTADÍSTICA

Históricamente existe una regularidad estadística curiosa. En varios casos los mercados tienden a aplanarse y caer antes de las elecciones intermedias, y después, independientemente del resultado, tienen un rally que por lo general se prolonga hasta el cierre del año.

Siempre hay que dudar y descreer cuando se nos habla de patrones en el mercado de capitales, pero en el pasado, en la mayoría de los casos, el patrón se sostiene. La reacción inmediata a los resultados de las legislativas parece apoyar esta regularidad: al menos por un día. Vale la pena conocer la estadística: en los 72 años previos ha habido 18 elecciones intermedias en EU y, en todas y cada una de esas ocasiones, en los siguientes 12 meses se ha visto un alza en los mercados de valores, así que hay que estar atentos.

Pero en donde los resultados electorales del martes se sintieron con plena fuerza fue en dos zonas críticas: el mercado de bonos y los llamados mercados emergentes.

La victoria legislativa demócrata significa que Trump ya no podrá reducir impuestos ni aumentar el gasto sin contrapeso alguno. Cualquier movimiento al ingreso-gasto será controlado por los demócratas en el Congreso, y eso significa que la trayectoria de crecimiento del déficit fiscal, que estaba fuera de control en los primeros dos años de Donald Trump, podrá ser calibrada y acotada en los próximos años por la mayoría opositora.

El mercado de bonos tuvo un alza moderada, y las tasas descendieron algunas centésimas, cerca de niveles técnicamente importantes (la tasa del bono de 10 años, por ejemplo, llegó a 3.185%), anticipando justamente una trayectoria del déficit fiscal más moderada que la experimentada en los últimos años, que ha producido un alza sostenida en las tasas de largo plazo hasta niveles máximos de siete años desde que Trump asumió la presidencia.

El alza en los precios de los bonos estadunidenses, y la concomitante baja en las tasas de largo plazo tienen dos impactos relevantes: un dólar más barato, y un profundo respiro en los llamados mercados emergentes. Las tasas más bajas hacen menos atractivo al dólar estadunidense, lo que causa que los inversionistas, siempre buscando maximizar sus rendimientos, emigren a otras áreas del mercado en donde los rendimientos sean mayores, y una de estas zonas son los mercados emergentes, en donde se encuentran China, Brasil, Turquía, Sudáfrica, y México, entre otros.

Ayer por la mañana, si bien es cierto que las acciones y los bonos en Estados Unidos tuvieron un día festivo, la verdadera fiesta estuvo en los mercados emergentes, que se siente aliviados ante proyecciones menos fuertes del dólar y por la relajación de las tasas de interés de largo plazo de EU, a las cuales son extremadamente sensibles. El índice compuesto de mercados emergentes remontó más de uno por ciento la mañana después de la elección, con México, Argentina, Turquía y otros mercados celebrando aliviados el resultado electoral.

TECNOLÓGICAS, DE FIESTA

La otra zona del mercado, muy sensible a las tasas de largo plazo, y que celebró como pocos el nuevo entorno electoral, fue el sector de tecnológicas, que habían sido vapuleadas en octubre de manera violenta, en medio de un alza pronunciada de las tasas de largo plazo, y que saludó exultante la relajación de los mercados de crédito en la mañana inmediata de los resultados.

La otra lectura, ya en el terreno de la economía real, y que probablemente presentará un cambio importante en su dirección en el corto plazo, es la política comercial exterior de Estados Unidos.

La guerra comercial de Trump nunca generó un respaldo convencido del establishment de ese país. Los republicanos, generalmente proclives al libre comercio, vieron temerosos las tácticas comerciales de su presidente, pero optaron por callarse y apoyarlo con tal de presentar un frente unido contra la oposición demócrata. Los demócratas, por su parte, menos librecambistas y simpatizantes de aranceles y protecciones, no quisieron usar el libre comercio como una bandera para oponerse públicamente a Trump, so pena de hundirse más en la zona del medio oeste, el antiguo corazón industrial estadunidense, devastado por la industria china y otras manufacturas en regiones de salarios bajos.

Con esta mezcla, el proteccionismo de Trump encontró terreno fértil para erigirse como su estandarte por el mundo, con consecuencias desfavorables para el delicado equilibrio del sistema de divisas global, y los mercados de valores, que incorporaron una prima de riesgo importante.

El nuevo equilibrio de poder en Estados Unidos quizá comience a revertir el proteccionismo de Trump. Los tratados comerciales, como el recién acordado, pero aún no firmado T-MEC, con México y Canadá, serán aprobados ahora por un Congreso de mayoría demócrata y, por lo tanto, tendrán un escrutinio adicional que sortear. Lo contrario también aplica, pues las modificaciones a las condiciones comerciales aplicables a China, Europa, Japón, y otros socios comerciales contra los que Trump ha erigido el garrote proteccionista, deberán de ser validadas por los demócratas, que tenderán a ser más estratégicos y globalistas que el globalifóbico y aldeano Presidente.

*livm

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