Millennials enfrentan amenazas que Baby boomers no conocieron y no entienden

La noción de calidad de vida y salud mental tiene en guerra a dos generaciones
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Generaciones con 2 visiones de la vida; la perciben de distintas maneras. Foto: Excélsior.
Generaciones con 2 visiones de la vida; la perciben de distintas maneras. Foto: Excélsior.

CIUDAD DE MÉXICO.- La noción de calidad de vida y salud mental tiene en guerra a dos generaciones.

Mientras los baby boomers, nacidos entre 1945 y 1964, y los X, entre 1965 y 1981, dicen que, a los millennials y a los centennials —quienes tienen entre 18 y 39 años—  con bien poquito se les cierra el mundo y ni aguantan nada, éstos aseguran que el problema es que sus mayores fueron educados en una lógica de violencia y maltrato.

Académicos, autoridades universitarias, especialistas en temas de infancia y padres de familia coincidieron en que las visiones basadas en miedo y prejuicios por parte de las generaciones del mundo adulto, que omiten el hecho de que el contexto en el que crecieron ya no es igual, han roto el diálogo con los jóvenes.

Esta generación está viviendo en guerra; ocho de cada 10 niños (sus hijos) ya no pueden salir a la calle, a la tienda, al parque, por miedo a la inseguridad, porque cada día asesinan en promedio a tres niñas, niños o adolescentes y desaparecen a cuatro en total impunidad; entonces lo que les estamos teniendo es una vida sedentaria, digamos de departamentos o de casas cerradas, con mucho tiempo expuestos a pantallas; y están socializando y haciendo su vida a través de estos canales, porque las escuelas tampoco están siendo en muchos sentidos seguras.”

Hay que entender además que los paradigmas van cambiando, cuando nosotros hablamos de calidad de vida, no es lo mismo hablar de la de hace 40 años; ahora estamos en un contexto de trabajo precario; significa que el promedio de ingreso familiar en 47% de las familias mexicanas es definido como de pobreza. Eso implica que los niños y niñas que nacen en esas familias, las personas jóvenes, que nacen en esas familias, están condenadas a la pobreza. Esto lleva a que la noción entonces que se tiene de que ‘yo cuando tenía tu edad ya tenía un carro o ya tenía una casa’ no aplica de ninguna manera, porque la condición de hace 30 o 40 años no es la misma condición de precariedad que tenemos ahora, en términos del poder adquisitivo del salario”, explicó Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la infancia en México (Redim).

Para Álvaro Peláez, secretario de la unidad Cuajimalpa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), no se vale decir que a los jóvenes no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa. Al contrario, se tiene que entender, dijo, que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, que antes no existía, pues les ha tocado enfrentar un contexto de violencia generalizada y crisis económicas.

No se trata de la que la generación actual es una generación más frágil. Se encuentran con miedo, con muchas emociones que probablemente antes no teníamos, vivíamos evidentemente en sociedades más tranquilas, en las que podíamos jugar en la calle sin problema; hoy en día eso ya no ocurre”, planteó.

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Obstáculos

Un estudio de la Organización de las Naciones Unidas del 2019, advierte que la desigualdad, la inseguridad laboral, la discriminación y la austeridad son un obstáculo para la salud mental de la población, pues provocan que las personas se sientan inseguras y ansiosas.

En tanto, datos la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que al menos 300 millones de personas en el mundo sufren depresión.

Tengo alumnos, por ejemplo, que recorren grandes distancias para llegar a la universidad, lo cual puede generarles estrés a muchos de ellos; tratan de mantener becas para continuar sus estudios y eso también genera una condición de estrés y si le vamos sumando todas las demás situaciones que están viviendo, encontramos que los jóvenes hoy en día están enfrentando condiciones que les pueden resultar adversas”, comentó Pablo Morales, profesor de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, de la UNAM.

Rosa María Campos, una madre de familia de cuatro hijos millennials, reconoció que en su generación y la de sus padres, aún sin contar con una licenciatura, era posible hacerse de un patrimonio. Hoy, sin embargo, observa un difícil panorama para los jóvenes. Los ve desesperanzados y con poca tolerancia a la frustración.

A pesar de que mis hijos son preparados todos, son profesionistas, uno con maestría y otros dos cursando los maestría y tienen su trabajo, su situación económica no les permite hacer un patrimonio; a qué me refiero con hacer un patrimonio: no pueden obtener una casa que es lo principal”, describió.

Al respecto , Juan Martín Pérez, director de la Redim, destacó el fracaso del Estado para ofrecer empleos dignos a las nuevas generaciones y el de las familias para poder establecer vínculos de comunicación basados en confianza y en una relación sana con sus hijos e hijas.

“Esto lleva entonces a que los vínculos emocionales entre adultos, niños y personas jóvenes sean más frágiles y por eso es mucho más probable que existan prejuicios, que existan miedos y que pues no tengamos espacios emocionales de encuentro. Necesitamos encontrar esos puentes emocionales que permitan comunicar a las generaciones y que no sea el miedo, el prejuicio o la envidia lo que a los adultos, que nacimos el siglo pasado, nos haga expresarnos de una manera tan ofensiva como se hizo cuando se comenzó a hablar de la generación de cristal o de los mártires de Starbucks”, expuso.

Polémica

A mediados de diciembre, los hashtag #GeneracióndeCristal y #MártiresdeStarbucks se hicieron trending topic en Twitter. Los baby boomers y los X, tildaron de débiles a los millennials y centennials, quienes, a su vez,  reclamaron su derecho a la salud mental, luego de la muerte de la estudiante de Derecho y Relaciones Internacionales del ITAM, Fernanda Michua Gantus, derivada de un ataque epiléptico, resultado del estrés al que se encontraba expuesta.

Además de desafortunados y prejuiciosos, estos comentarios  no están reconociendo que las niñas, niños y adolescentes de este nuevo milenio nacieron bajo la Convención sobre los Derechos del Niño, nacieron también con  proyectos de ley o las primeras leyes del 2000 para favorecer la participación de niños niñas y adolescentes, pero también algo muy importante y es que aunque se haya normalizado, no es divertido que te maltraten, no es divertido que te traten de forma desigual y eso lo que les hemos enseñado a los niños y niñas por muchos años; y los niños y niñas de ahora ya no quieren y están reclamando y tenemos que escucharlos, no solamente porque tienen razón como suele pasar en las generaciones nuevas que van teniendo razones y van haciendo rupturas, sino porque a las generaciones anteriores nos corresponde ser autocríticas y aportar lo que esté a nuestro alcance para cambiar las cosas que no hicimos antes”, concluyó.

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Pensó en suicidarse; busca acabar dos carreras

Hace dos años, Christian, un joven estudiante de licenciatura, pensó en suicidarse. Se planteó, incluso, la idea de cómo hacerlo. Colgarse fue lo primero que le vino a la mente; también se le ocurrió aventarse al metro, o morir por una sobredosis. Al final decidió que darse un tiro era su mejor opción, pero no logró conseguir una pistola. Tenía sólo 19 años.

Este mundo para nosotros hoy en día como jóvenes no es fácil. Tenemos que trabajar, estudiar y hacer varias cosas para tener una vida más o menos decente, porque realmente los salarios que tenemos en el país no alcanzan y si alcanzan es para vivir más o menos, bueno, ni siquiera para vivir, yo creo que para sobrevivir”, expresó.

Christian, originario de Chiapas, llegó a la Ciudad de México hace tres años para estudiar la licenciatura de Psicología, en la UNAM, convencido de que tenía que destacar en la escuela, para superar la situación de pobreza de su familia.

En esa búsqueda optó por una segunda carrera y comenzó a saturarse de actividades, hasta que ya no pudo más.

Empecé a tener crisis de ansiedad, empecé a ir al sicólogo, empecé ir a también a consultas de siquiatría, me recetaron sicofármacos, hubo un tiempo en el que estuve bajo un régimen de tratamiento con antidepresivos y con ansiolíticos para disminuir la depresión y ansiedad respectivamente; y entonces era como que de repente en las noches no pudiera dormir; que en el día durante las actividades normales me pusiera a temblar de la nada, me pusiera a llorar de la nada, porque pensaba que tenía que hacer más, ser el mejor, en esa idea de que mi familia no tiene mucho dinero y yo tengo que destacar académicamente”.

“En algún momento sí llegue a pensar pues como en suicidarme; entonces dije, ‘tal vez es algo cobarde mi idea, pero creo que sería más fácil como simplemente no vivir´. Pensé como en darme un tiro, ésa fue como la idea que mejor quedó para mí, tal vez afortunada o desafortunadamente, al final no conseguí con que darme el tiro, pero lo llegué a considerar y digo, yo creo que esto es algo que es más común de lo que nos imaginamos”, comentó.

“No soy frágil”

A sus 21 años, Christian,  rechazó ser un joven débil o frágil por haber pensado en el suicidio.

“Esta forma de pensar de las generaciones anteriores, tal vez tiene un poco de sentido que lo vean así, por lo mismo que no vivieron esta situación y muchos de ellos ya tienen un lugar acomodado, por lo mismo de que ya vivieron, ya tiene un salario digamos, fijo, digamos, bueno o no tan bueno, pero mejor que muchos jóvenes. Así que más que vernos como frágiles, yo considero que somos un poco más conscientes de nuestra realidad, y las generaciones anteriores pues creen que la vida tal vez es como ellos la vivieron, pero hoy en día nos enfrentamos a retos nuevos, dificultades nuevas y no debemos ser tratados como objetos que tienen que aguantar como dirían esas otras generaciones a chingadazos”.

“Se tiene que entender que existen condiciones diferentes para cada generación y que más que una generación aguante más vara o no tanto, con respecto a otras, pues hay que justamente tener esta idea siempre de que esas condiciones que han sido diferentes, han llevado a cada una como a adaptarse, o incluso a normalizar ciertas condiciones como en el caso de ellos, la violencia ”, manifestó.

Los retos

Hoy, el reto para el joven apasionado de las neurociencias es terminar sus dos licenciaturas, realizar un posgrado y ser investigador,

“Sería muy satisfactorio como decir, bueno, tuve algunos episodios malos, crisis de ansiedad, llegó un momento en el que también se me diagnosticó con depresión y decir, bueno, a pesar de todo eso pude, a pesar de que tuve ciertas patologías a nivel sicológico también pude salir, a pesar de que también tuve adversidades económicas pude salir adelante, a pesar de que tenía mucha carga de trabajo pude, me gustaría mucho tener esa satisfacción”, externó.

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