Una política ambiental es también una política económica

El Banco mundial presenta perspectivas sobre la injusticia del cambio climático, pues mientras los países más pobres son los que menos emisiones de carbono emiten, su población es la más vulnerable ante los cambios del clima.
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Para muchos líderes globales y ejecutivos, la cuestión radica en la viabilidad del negocio y las acciones por el cambio climático. Las evidencias muestran que en efecto, el crecimiento económico no se detendrá por las acciones en favor del clima. Foto: iStock
Para muchos líderes globales y ejecutivos, la cuestión radica en la viabilidad del negocio y las acciones por el cambio climático. Las evidencias muestran que en efecto, el crecimiento económico no se detendrá por las acciones en favor del clima. Foto: iStock

No podemos obviar la realidad sobre que los países más pobres son los que menos emisiones de carbono han emitido durante toda su historia. Sin embargo, los habitantes de estos países son los más vulnerables frente a las consecuencias del cambio climático: expuestos a inundaciones, trabajando en la agricultura o perder el acceso a agua potable y la sanidad. Cerca de 2.8 mil millones de personas se encuentran en esta situación.

La respuesta ante el cambio climático debe ser eficiente y justa; ambos propósitos deben unirse. El desarrollo de los países más pobres permitirá atender las emisiones de carbono en los próximos años, pues un desarrollo inclusivo podrá acelerar la transición energética en cualquier parte del mundo y preparar el terreno económico para detener el incremento de la pobreza en 2030.

De acuerdo con las proyecciones del plan de acción de Naciones Unidas, si los países con ingresos más bajos prefieren la vía del business-as-usual, mientras todas las otras naciones transitan hacia la meta de cero-emisiones en 2050, las emisiones alcanzarán 20 mil millones de toneladas, un 40% de las registradas actualmente; pero más adelante, también dificultará la transición de estos países. De continuar con esta tendencia, la temperatura del mundo podrá elevarse a 2.5° Celsius, por lo que los impactos del desajuste climático serán inevitables para todo el mundo.

Para muchos líderes globales y ejecutivos, la cuestión radica en la viabilidad del negocio y las acciones por el cambio climático. Las evidencias muestran que en efecto, el crecimiento económico no se detendrá por las acciones en favor del clima. Los costos se han mejorado en relación al desarrollo de infraestructura ‘verde’, por lo que cada día hay más opciones para invertir. Hoy, la expansión del acceso a la energía en la mayoría de los países ya contempla las energías renovables: solares y de viento, por ejemplo. Y en algunos casos, ya son hasta más baratas que las energías convencionales como el gas o el carbón.

El Banco Mundial propone que los países con mayores ingresos ayuden a los de menor ingreso en acceder a los servicios básicos de educación, salud y movilidad. A su vez, las políticas sobre el cambio desarrolladas por el Banco Mundial se centran en 4 ejes fundamentales:

  1. Generar sociedades más inclusivas y un capital humano con individuos más creativos, más productivos, porque serán más sanos y con una mejor educación. La propuesta para que los seres humanos puedan desarrollarse de manera plena tiene que ver con un medio ambiente sano, donde el aire deje de estar contaminado, pues de acuerdo con los estudios sobre la calidad del aire en China, Israel y el Acta por un Aire Limpio de 1970 de Estados Unidos, demuestran cuán importante es disminuir las partículas por millón en el aire por debajo de 2.5 micras. Esto garantizará un futuro para una niñez feliz, en donde las capacidades físicas y cognitivas de generaciones futuras no se encuentren en juego por muertes prematuras debido a la calidad del aire y sus efectos en los pulmones.
  2. Impulsar el capital ecológico y los servicios que la naturaleza nos brinda. El ser humano depende de espacios donde exista agua limpia y un ecosistema que permita la vida. Así, la conservación y restauración de suelos son aliados en el control de las emisiones, pero también lo son los bosques y los pantanos como barreras naturales ante inundaciones. Es de una importancia crítica que en México se desarrolle una política nacional en el rescate de nuestros ríos y de las cuencas subterráneas, pues sin ellas, podremos ver colapsos poblacionales más pronto de lo que esperamos.
  3. Fomentar el cambio tecnológico para incrementar la productividad. Las fuentes de energía renovables permiten conectar a más ciudades y poblaciones que los hidrocarburos no pudieron alcanzar. La competitividad entre éstas y los combustibles fósiles, preparan un terreno en el que permitirán a más empresas innovar y procurar soluciones de acuerdo a la agenda verde mundial.
  4. Fomentar la eficiencia y hacer más con menos. Nuestro sistema económico genera desechos como en ningún otro momento de la humanidad se había observado. La apuesta es generar crecimiento más allá de la acumulación en los factores de producción. La planeación urbana, junto a mercados optimizados, transporte público y vías de ciclistas, generarán menos emisiones, pero también serán espacios más productivos. Las instituciones públicas juegan un papel fundamental en ser promotoras de estas políticas.

Las políticas sobre el cambio climático dependerán de cada país y su contexto, pero deben presentarse como iniciativas económicas al tiempo que son ambientales, pues de ellas depende el crecimiento. Éste no será medido por la cantidad de dinero que un país generará en un tiempo determinado, sino por su capacidad de permitir, conservar y proteger la vida dentro y fuera de sus fronteras.

Con información del Banco Mundial y la American Economic Association. 

Por: Sebastián Olivera

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