Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

3 Mar, 2021

Huachicol fiscal: ¡práctica añeja!

Hasta el sexenio de Fox, la palabra huachicol era desconocida para la mayoría de la población, pero se la ligaba a las bebidas alcohólicas adulteradas y, en la jerga del autotransporte se usaba para referirse al diésel robado que, con frecuencia, compraban y vendían hombres-camión (de uno a cinco camiones) que operaban en la informalidad.

Hoy la palabra huachicol se ha convertido en un verbo y una profesión ligada al robo de combustible que, por sus dimensiones, alcanza hasta a los mercados “legales” de compra y venta del combustible y, por lo mismo, de tal forma que ahora le definen como huachicoleo fiscal. ¿Qué diferencia a un huachicolero “tradicional” del huachicolero fiscal? El primero era el que, al amparo y con la complicidad de trabajadores de Pemex, sabía a qué hora “picar” un ducto para extraer hidrocarburo y venderlo de manera ilegal. El huachicoleo fiscal, en cambio, no “pica” ningún ducto, pero sí merma las finanzas públicas, utiliza el sistema financiero, blanquea operaciones ilícitas y disfraza de logística lo que en realidad es evasión. El mecanismo que están utilizando es el siguiente: aprovechando la facilidad con la que se otorgaron en el pasado reciente los permisos de importación de combustibles, las empresas huachicoleras fiscales ingresan al país diésel y gasolina, que hacen pasar en los libros como “aceites” lubricantes y, con eso se ahorran el IEPS y el arancel.

Debo subrayar que no todos los importadores de combustible autorizados recurren a esta práctica ni tampoco se concentra en las aduanas de Tamaulipas, como dijo el titular de Aduanas, Horacio Duarte, apenas ayer, pero con esa simulación, ganan aproximadamente 8 pesos por cada litro que pasa por la frontera. El cálculo más conservador es que este esquema le cuesta al SAT la friolera de 15 mil millones de pesos al mes, o 20 millones de pesos, pero ¡cada hora!

Al hacerlo, estas empresas no solamente evaden el IEPS, sino que cobran el IVA de algo que no pagaron. Es decir, burlan al SAT, traen asoleadas a las estaciones de servicio y se burlan de los usuarios finales.

Puedo confirmarle que la mayor parte del combustible que ingresa de manera irregular lo hace vía ferrocarril porque curiosamente todo el mercado sabe quiénes son las 12 empresas comercializadoras más activas y los 8 transportistas que lideran el mercado que ocupa instalaciones de trasvase, almacenamiento, distribución y expendio de gasolina y diésel. Incluso, es tal el conocimiento que tiene el “mercado legal” del ilegal, que comparten los tres nodos logísticos donde se materializa el esquema con la descarga del combustible: Terminal Intermodal de Trasvase, Servicio Ferrovial Monterrey y Azinsa Logistics. Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo son las puertas de entrada, justo los puntos de entrada aduanal donde este fin de semana se cambió de civiles a militares.

Mire, uno de los puntos fuertes de esta administración ha sido la decisión de Raquel Buenrostro de no hacer distinciones a la hora de cobrar impuestos y, de dirigir sus baterías con toda la capacidad de investigación hacia los mecanismos de evasión. Seguramente, su equipo tiene rastreado este nuevo esquema que tanto le cuesta a México, a Pemex, a los consumidores. El otro tema que encierra este huachicol, es la violación de la norma 016 de la CRE en materia de combustibles. El caso del diésel UBA es una verdadera simulación, pues mientras a Rocío Nahle le argumentan que el 90% del territorio tiene dicho combustible porque los importadores no pueden traer al país diésel de menor calidad, la realidad es que los volúmenes de importación de aceites, explicarían este otro boquete no sólo al fisco sino al ambiente. ¿Quién va a querer sustituir transporte usado por nuevo cuando el incentivo es adquirir transporte usado que consume diésel sucio y, donde ambos mercados ilegales crecen y crecen al amparo de alguna interpretación de reglas aduanales o supuestamente ambientales?

 

DE FONDOS A FONDO

#Fitch. La obligación de Pemex es tener calificada la deuda al menos por dos calificadoras globales y no crea que Moody’s o S&P son papitas comparadas con Fitch. Las dos tienen en perspectiva negativa al soberano y, por supuesto, a Pemex en calidad de bono basura en stand alone.

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