Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

26 Jul, 2018

Pongan fin a las cuentas alegres, ¡por fa!

El plan de infraestructura delineado por el (virtual) presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiene sentido. Construir caminos rurales en Oaxaca y Chiapas, el mejoramiento y expansión del tren del Istmo y el de Quintana Roo, la expansión de la red mayorista de telefonía móvil y fija, pero el programa de Energía parece que está tomando forma de elefante blanco antes de enseñar la trompa.

Bien haría el coordinador de políticas públicas, Alfonso Romo, de reunirse con expertos —que hay muchos— que le digan la verdad y no le sigan haciendo cuentas alegres. Ya que las 11 veces que se ha proyectado en México un incremento en la reserva probada del país, en lugar de acumular, la producción decrece y la reserva disminuye.

Hoy, la producción proyectada por la AIE podría caer para 2019 a poco más de mil 700 millones de barriles diarios, y para 2020, a cerca de mil 600 millones de barriles diarios, porque los yacimientos se agotaron, porque la inversión en Pemex en los últimos años ha sido realizada con alto endeudamiento y porque Pemex es el sujeto de crédito más endeudado y sin patrimonio de las empresas de su tipo en el mundo, y de él depende todavía 20% del ingreso fiscal disponible en el país.

Desde el año 2000 a la fecha, se han realizado distintas proyecciones de producción, tantas como años y tantas como administraciones ha tenido Petróleos Mexicanos, y la única realidad es que desde el 1º de mayo de 2003, fecha en la que se alcanzó la máxima producción de Cantarell, la producción de crudo y gas ha sido menor a la proyectada en todos los informes al Consejo de Administración.

Le doy un dato. En diciembre de 2012, Emilio Lozoya entró a Pemex con una producción de 2,450 millones de barriles registrados (sin considerar el escándalo del agua y la medición entre PEP y Pemex Refinación) y se proyectaba que al final del sexenio se recuperaría la capacidad productiva hacia dos mil 800 millones de barriles y un aumento de 10% en la reserva probada.

Con la Reforma Energética aprobada, la proyección oficial apuntaba a que para 2030 México podría recuperar niveles de producción superiores a los de mayo de 2003 para ubicarse por arriba de los cuatro mil millones de barriles diarios con recuperación de 30% de la reserva probada.

Pero la realidad es distinta y las proyecciones no han salido ni van a salir, y si se quiere enfrentar el desafío energético en este sexenio, la ecuación debe repensarse a partir de diagnósticos sensatos y no cuentas alegres.

Las cuentas no salen y ¿sabe por qué?, porque la reserva de hidrocarburos se encuentra en niveles mínimos históricos y, dado que el hidrocarburo es un recurso no renovable, entre 1974 y 2018 nos hemos consumido 90% de la reserva probada del país y hoy, de haber acumulado poco más de 46 mil millones de barriles de crudo equivalente, habrá cerrado en 130 mil barriles diarios menos, y la impresionante cantidad de ocho mil 300 millones de barriles de crudo equivalente.

Eso es lo que la próxima secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el secretario de Hacienda y Crédito Público deben tener en mente a la hora de definir las políticas públicas que apuntalarán su propuesta de gobierno, y decirle la verdad a todos, porque la reserva probada es aquella que se puede extraer porque el precio coincide con el costo y la técnica para extraerla.

Además, 90% de las reservas probadas se convierte en producto para refinar o procesar; 50 por ciento de las reservas posibles (cinco mil 800 millones de crudo equivalente) se convierten en producción, y sólo 10% de las posibles, como las de aguas profundas, podría convertirse en producción en un lapso superior a diez años.

¿Por qué no le piden a la certificadora internacional de reservas que les diga la realidad y con ella pueden planear mejor?

Un experto me dijo un día: ¡El petróleo no es agua de mar!, cuando le dije que la propuesta de Nahle suponía que sacarían más petróleo para llevarlo a las refinerías o que lo dejarían de exportar para aumentar la producción de combustibles.

Ayer, la próxima secretaria de Energía comentó que para reactivar la producción de las seis refinerías se utilizarían los 36 mil millones de pesos que tiene Pemex TRI, que lleva Carlos Murrieta, para poner a punto el sistema y aumentar la capacidad de refinación, y suponiendo, sin conceder, que se lleve a mil 500 millones de barriles diarios la entrega de producto al sistema de transformación y se deje de exportar al mundo el crudo, si no hay una política pública definida y clara para disminuir el consumo de combustibles en México, no habrá reservas probada suficientes para aguantar al cierre del sexenio.

Eso implica que tendrán que administrar escasez y evitar un default, porque Pemex tiene un patrimonio negativo, equivalente a 1.5 millones de millones de pesos. (Porfa, los bots no votan. Si opina diferente, argumente, no ofenda).

DE FONDOS A FONDO

#OroNegro. Ayer le comenté que a la cabeza de Oro Negro estaban Gonzalo Gil y Guillermo Cañedo White, y debo corregir el nombre porque su hermano no tiene que ver con los asuntos del negocio de Antonio Cañedo White, el otro socio principal de la empresa proveedora de servicios petroleros. Y bueno, son hermanos, pero no tienen injerencia ni comparten negocios.

En el caso de Oro Negro, sí se lo confirmo. El representante de los bonistas es el abogado que representa a Odebrecht en todo el mundo para defenderse del tema de corrupción, por lo que me llama la atención que use el escándalo de tráfico de influencias, que ha hecho famoso a su cliente en el mundo, para defender un tema de arbitraje como el que entablaron en junio ante la Secretaría de Economía bajo el capítulo 11 del TLCAN.

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