Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

14 Jul, 2020

¿Qué no han visto las corredurías en esta crisis?

 

Son varios los indicadores que apuntan a que la caída de la economía en este 2020 podría ser mayor al 10%, pero pocos han mostrado el impacto de las medidas de política de regulación monetaria ampliada instrumentada por el Banco de México, cuya Junta de Gobierno, encabezada Alejandro Díaz de León, y la CNBV, que preside Juan Pablo Graf, han tenido en resolver la crisis de liquidez, y las acciones que están tomando para reducir las posibilidades de una crisis de solvencia.

Para empezar, no es la reducción de la tasa de fondeo el foco, pues el banco central usa su arsenal mayor dada la mediana profundidad alcanzada por el crédito, en una economía donde la informalidad representa la tercera parte de la producción y más de la mitad del empleo en tiempos normales. Sin embargo, el banco se está asegurando de que los bancos comerciales no aumenten sus ganancias, sino que transfieran el beneficio de la tasa a los acreditados. Tarea difícil, pero posible.

En segundo lugar, de enero a mayo, el segmento de crédito corporativo y empresarial ha tenido un repunte extraordinario. En total se incrementó 12.7%, contra 4.2% del mismo lapso de un año previo.

Este repunte se concentra entre abril y mayo, y tiene que ver con las medidas que evitaron la parálisis del crédito bancario y permitieron a las empresas que no tenían problemas de pago hasta el 28 de febrero, tomar las líneas de financiamiento que tenían disponibles para asegurar liquidez.

El otro segmento de crédito bancario que repuntó fuerte en ese periodo fue el dirigido al sector público federal, con un 19.1%, frente al 4.7% del año anterior.

En segundo lugar está el crédito a pequeñas y medianas empresas. Le comenté el viernes, y eso lo deberán tomar en cuenta muy bien los economistas, que coincidiendo con el tamaño del ajuste, ahora se dirigirán todas las baterías hacia ese segmento de acreditados. No se trata de mercados informales, sino formales, y también está la decisión de que todo aquel empresario informal que haya recibido crédito de los 88 mil millones de pesos derramados, tendrá que inscribirse en el padrón fiscal. Los estímulos financieros que se han movilizado contra la capacidad del Banco de México y con la SHCP, de Arturo Herrera, sin que haya comprometido su crédito de última instancia, ya suma poco más del 2% del PIB estimado al cierre de marzo, y 1% está en curso.

Pero quien asumirá el desafío de garantizar la mayor parte de este paquete será el propio gobierno, porque ni los bancos comerciales ni el Banco de México pueden tomar el riesgo solos. Ahora, muchos dicen que faltan garantías de los bancos de desarrollo, pero lo curioso es que estas instituciones aumentaron en 10.4% el monto del financiamiento a empresas y en su mayoría son créditos de Nafin y Bancomext, además de FIRA y FND. En el caso de Banobras, su huella se nota fuerte en la expansión del 8% al sector público.

El que sí no se mueve ni un ápice es el financiamiento a estados y municipios, en gran medida por el cordón de castidad que implica la Ley de Disciplina Financiera para que las entidades subnacionales, de cualquier color y partido, tomen deuda. Ir a los congresos locales para tomar deuda, hasta de proveedores, es una tortura, y no pueden dar en garantía las participaciones federales.

Por lo pronto, las estimaciones de que los estímulos fiscales, hasta ahora, suman 0.3% del PIB, no han considerado que la capacidad de apalancamiento fiscal del país es reducida.

Si México excede el déficit fiscal o repunta la deuda pública, las calificadoras se le irían a la yugular a la administración, por lo que no coma ansias, ya que conoceremos la siguiente fase del despliegue fiscal y financiero en un par de semanas, y también los datos de agosto mostrarán si esta economía tiene más motores que los que se ven en la estadística.

No soy optimista, sólo veo que los datos, hasta ahora conocidos, expresan que lo peor del Gran Encierro se concentró en abril y mayo, y que lo que opera más en contra del regreso económico es la incertidumbre ligada a la epidemia de covid-19 que la capacidad fiscal, pues el no descontrol de las finanzas públicas puede, al final de cuentas, ser un buen paso para este reinicio.

 

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