Alicia Salgado

Cuenta corriente

Alicia Salgado

3 Jul, 2018

Urzúa, Herrera, Esquivel

Le cuento que la conferencia telefónica de Carlos Urzúa, nombrado por Andrés Manuel López Obrador —virtual presidente electo de México— para encabezar la Secretaría de Hacienda y dirigir la transición de gobierno en materia económica, fue bien recibida por el planteamiento general que esbozaron, pero al no permitir preguntas y respuestas y quedarse una buena parte de los interesados sin conectarse, generó la sensación de “ya lo sabía, es más de lo mismo y no aclara mucho”.

Pero ¡oh sorpresa! Aclaró más de lo que pensamos. Primero, Urzúa presentó a dos integrantes del equipo que le acompañará en la Secretaría de Hacienda; el economista Gerardo Esquivel y a Arturo Hernández, quien se está integrando desde su posición como economista en el Banco Mundial. Por sus perfiles, el primero parece que estará en Egresos y el segundo en la del Ramo.

El calendario definido por Urzúa es completo. Una vez que sea declarado presidente electo López Obrador (será el 6 de septiembre), hasta ese momento comenzará el proceso de transición económica formal con el equipo de José Antonio González Anaya para preparar el programa económico, Ley de Ingresos y decreto de egresos del 2019 (que se presenta hasta después del primero de diciembre).

Se regirá en los siguientes principios: 1) un sistema de administración de finanzas públicas transparente y con disciplina fiscal y de deuda férrea, 2) sostienen flexibilidad cambiaria, 3) autonomía del banco central, 4) un sistema firme de administración de política fiscal y de deuda.

Consideran que el SAT y las comisiones de supervisión financiera deben manejarse de forma transparente y bajo políticas de anticipación de riesgos (no habló de autónomas).

Un asunto de política-política fue subrayado y repetido por Urzúa: “Creemos en la separación de poderes y en el sistema de pesos y balances que impone el Congreso, por lo que trabajaremos con los partidos políticos representados en ambas cámaras”. En este punto comentó: “Si bien el marco macro fiscal se ha fortalecido en los últimos años es necesario ir más allá y, para ello, será fundamental el diálogo técnico con el Congreso, pues lo que sería deseable es que el actual Centro de Estudios de Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados se convierta en una efectiva Oficina del Presupuesto del Congreso Mexicano, que evolucione en un organismo no partidista e independiente”.

Lo leyó bien. Juan Pablo Castañón, del CCE y a todos los organismos cúpula, les gustará platicar sobre esta posibilidad, que es muy similar a contar con un Consejo Fiscal Asesor como lo propuso el FMI y luego retomó el CEESP, de Luis Foncerrada, y la Coparmex, de Gustavo de Hoyos y otras organizaciones civiles.

En cuanto a las reformas: Carlos Urzúa fue claro: “Consideramos que todas las grandes reformas y cambios requieren consultas formales y que se creen los consensos necesarios, a través de canales institucionales”.

En este punto de la conferencia con inversionistas, Urzúa cedió la palabra a Arturo Herrera, quien es actualmente el director de la Práctica de Gobernanza para el Sudeste Asiático del Banco Mundial. Se unirá al equipo de transición en unas semanas.

Él comentó que aun cuando es largo el periodo de cinco meses de transición, es una gran oportunidad para involucrarse en la preparación del presupuesto del próximo año con el equipo de Hacienda encabezado por José Antonio González, pues la intención que tienen es establecer una administración clara y transparente y casi “tecnocrática de las finanzas públicas”.

Comentó que parte de la tarea será también estar en contacto con toda clase de stakeholders, inversionistas, analistas, economistas, administradores de fondos, banqueros, acreedores, como los que estaban en la conferencia, pero también con las agencias calificadoras (aún no se reúnen con ninguna, pero ya se están agendando las citas) y, con los organismos financieros internacionales, en particular, con el FMI, de Christine Lagarde, ya que México tiene la revisión de medio término de la Línea de Crédito Flexible (FCL) y “lo que queremos es pedir a la administración actual participar en la negociación para que la línea se mantenga vigente”.

Mejor señal de confianza no pudo enviar AMLO, el presidente virtual de este país en términos de compromiso con la prudencia macrofiscal, pues esa revisión incluye el presentar a revisión el contenido del programa económico y fiscal para el próximo año. La línea no la requiere México, pero es un buen colchón en caso de que las ocurrencias de Trump cancelen el TLCAN.

DE FONDOS A FONDO

#SocioInfonavit. Recordará usted que el presidente Enrique Peña Nieto hizo entrega, en diciembre del año pasado, del primer dividendo extraordinario en la historia del Infonavit: 16 mil 300 millones de pesos que se distribuyeron directamente a las subcuentas de los trabajadores, y que permitió que el rendimiento nominal fuera el más importante en los últimos 13 años, algo así como 8.3 por ciento.

En ese momento, se habló de que al fin, los derechohabientes eran también socios, porque recibían un beneficio directo por el buen desempeño financiero del Infonavit.

Siguiendo con esa lógica, el instituto —que comanda David Penchyna– ha puesto en marcha la estrategia Socio Infonavit, que consiste en establecer alianzas con marcas comerciales
—desde restaurantes hasta mueblerías, pasando por prestadores de servicio de cable e internet— para obtener descuentos relevantes para poco más de 60 millones de derechohabientes que pueden aprovechar las plataformas digitales que ha desarrollado en los últimos años.

En un par de semanas más de 10 mil trabajadores han obtenido ya su ID de Socio Infonavit y han empezado a redimir los beneficios con los que arrancó el programa. Si éstos se suman, el ticket de beneficios rebasa los 70 mil pesos; nada mal para una estrategia que, además, le permite al organismo establecer una comunicación bidireccional con la que es, probablemente, la clientela más numerosa de México.

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