Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Ene, 2021

¡Agárrate, México, que vamos a cabalgar!

Tomo la frase del título de la que solía repetir el que fue gran cronista de Hermosillo, Moisés El Cuervito Zamora: ¡Agárrate, Genoveva, que vamos a cabalgar! Esa frase, homenaje a los sonorenses de a caballo era, además, aviso a quien iba en ancas para prevenirla de lo que venía.

Hoy, la acomodo a la situación que veo venir para nuestro país y los mexicanos todos. Los meses y años que vienen no serán, en modo alguno, fáciles y cómodos en la cabalgata que emprendimos hace dos años. Ahora, la consecuencia inmediata e inevitable para caballo y jinete es la llegada de Joe Biden a la Presidencia de Estados Unidos acompañado, en oposición al que fue, de un equipo de experimentados funcionarios.

Los próximos dos o tres años, cuando menos, serán de dificultades pocas veces vistas en nuestra historia; el jinete actual, ya no es del gusto del caballo que monta ni de la ruta seleccionada; no lo acepta de buena gana, pues aquél no se cansa de insultarlo, de hincarle las espuelas sin necesidad alguna y darle de fuetazos.

Es, para todo fin práctico, un pésimo jinete y el caballo está, para decirlo claro, harto de sus modos y del camino que siguen.

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Por otra parte, dejando ya la parte equina, vayamos a lo que podríamos enfrentar de no rectificar. Lo primero que debemos atender es, no otra cosa, que el contenido de buena parte del discurso pronunciado por el presidente Biden. Los conceptos democracia y unidad que repitió varias veces, jugarán en los próximos meses en Estados Unidos, un papel relevante.

Sin pretender en modo alguno equiparar el aquí y ahora con lo que ha padecido nuestro vecino estos últimos cuatro años, y tampoco afirmar que no hay similitudes que nos obligarían a no echarlos en saco roto, si fuéremos objetivos al analizar los modos de hacer política y la visión de nuestro gobernante diría: Ahora sí que ambos conceptos le vienen como “anillo al dedo”.

Si además pasáremos de la democracia y la unidad a la esfera económica, las cosas lucen todavía más complicadas; aquí, los conceptos a tomar en cuenta son varios: Respeto a los contenidos de los contratos y lo establecido en el T-MEC, no discriminar por razones ideológicas a empresas y, menos aún, aferrarse a visiones ya superadas desde el TLCAN en materia de competencia.

De querer seguir buscando temas que podrían volverse graves  conflictos de no atenderlos y rectificar, habría muchos; el jinete, de no cambiar ruta y trato podría no controlar el caballo y éste, harto ya, de un reparo se desharía del jinete y galoparía solo, sin quien tomare la rienda.

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Ante este panorama, ¿qué hará nuestro jinete? ¿Dejará la pésima ruta seleccionada y buscaría la más amigable y segura para que el caballo trotare cómodo y el jinete, dada su inexperiencia e incapacidad ante un equino de esa fortaleza que va en su nombre —México—, llegue seguro a su destino con la rienda firmemente asida?

Poco tiempo habría para rectificar; lo único no permitido al jinete sería cambiar de caballo (México).

Por eso le digo a usted, ¡agárrese bien!, pues muy posiblemente vayamos a seguir por la misma ruta, y con los mismos modos y trato al caballo.

 

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