Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Feb, 2019

¿Nuevos fantasmas recorren México?

Una frase que suelen citar los que han llegado a Carlos Marx por encimita y se regodean en lo que acertadamente el doctor Aguilar Camín llama la vulgata marxista, es la que abre el Manifiesto del Partido Comunista, obra fundamental de aquél y Engels, publicada en 1848. La frase, siempre citada y poco entendida en su profundidad y contexto, es ésta: Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo.

Hoy, a más de 170 años de la publicación de aquella obra y dadas las grandes transformaciones registradas en el mundo, tanto en la economía real como en los avances teóricos que buscan explicarlas, quizás lo único que quedaría sería parafrasear dicha frase porque, el fantasma al que hacen referencia es hoy, para decirlo suavemente, un simple recuerdo para iniciados. Con base, pues, en la multicitada frase, me atrevería a afirmar que en los tiempos que corren, varios fantasmas recorren México y no son como aquél, imaginarios, sino reales: la ignorancia, el cinismo, la soberbia, la envidia y el autoritarismo. Trataré de explicarme en relación con estos, los cuales son, a querer y aceptar o no, flagelos que amenazan ya la estabilidad política y económica.

La ignorancia: Uno de los primeros efectos que todo proceso de apertura económica tiene en la visión de la gobernación y las estructuras del sector público es empezar a desterrar el amiguismo y las cuotas, producto de la militancia política y las complicidades, para reemplazarlas —poco a poco— con una visión basada en el mérito, traducido éste en conocimiento especializado y experiencia. Ante lo que vemos y padecemos, ¿podríamos afirmar que el largo y difícil proceso de construir una meritocracia ha sido respetado por este gobierno o, por el contrario, ha sido echado a la basura?

El cinismo: Soy de los que afirma que el verbo que define a un político es mentir; el verdadero político miente, incluso cuando es innecesario. Además, no se trata, la política, de mentir burdamente, sino con elegancia; con tal dominio de la mentira que el ciudadano jure y perjure que lo dijo aquél es casi verdad axiomática. Ante lo que escuchamos y vemos de los recién llegados, ¿podría usted afirmar que saben mentir? ¿Negaría usted que son tan burdos a la hora de mentir que llegan —con toda facilidad— al cinismo?

La soberbia: ¿Recuerda usted una época donde el gobernante hubiese manifestado —como ahora— ser el poseedor único de la moral y la pureza? ¿Recuerda usted algún presidente desde Cárdenas —para no ir más atrás— cuya soberbia hubiera siquiera igualado la del actual? Ante la pureza y honestidad (lo correcto es honradez) que con una muy alta frecuencia se asigna el actual gobernante, ¿qué nos queda al resto de los mexicanos? ¿Aceptar pasivamente que hemos sido y somos corruptos irredentos?

La envidia: Las formas utilizadas para tratar a los funcionarios de la anterior administración y los miles de despidos, sin el menor respeto por sus derechos laborales, ¿qué dejan ver de quienes los han llevado a cabo, con un celo digno de mejor causa? ¿Por qué esa burla e intentos de denostar y rebajar a los que poseen un nivel profesional que el recién llegado ni en sueños alcanzará? Ante lo visto, cómo se conducen los recién llegados debido a su complejo de inferioridad ante profesionales que, con años de estudio y de experiencia, deberían ser emulados, no tratados a patadas, ¿qué decir de la envidia que los mueve y motiva?

El autoritarismo: ¿Le parece a usted viable y deseable regresar a los oscuros años del dorado autoritarismo? Ante las claras intenciones de querer repetir esa época por parte del actual gobernante, ¿qué pensar y qué decir? Ante lo que deja ver el gobernante por recrear el caduco y acedo autoritarismo, ¿se atrevería usted a denunciar ese despropósito? Y usted, ¿cree en los fantasmas? Yo no, pero de que existen, existen.

 

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