Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

26 Ene, 2021

¡Otra vez, a depender de lo que hagan otros!

 

Un elemento poco estudiado de la gobernación mexicana durante los periodos de recuperación de la economía es, sin duda, la actitud de nuestra clase política en torno a qué hacer, y cómo.

Mientras la economía de Estados Unidos se recupera y luego crece cual locomotora acelerando, esto es aprovechado por países a miles de kilómetros y nosotros, al lado, en la pachorra; a gusto con un crecimiento mediocre que no amenaza privilegios pues, al contrario, los fortalece.

Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que lo nuestro es desaprovechar los periodos expansivos de la economía de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial.

Nada de ajustar nuestro vetusto andamiaje jurídico para aprovechar al máximo nuestra contigüidad geográfica y la interdependencia económica, la cual se ha fortalecido y ampliado a  partir de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el primero de enero de 1994.

Lo nuestro, pues, es la mediocridad, nadar de muertito y en el conformismo perverso de los crecimientos mediocres.

¿Modernizar nuestras leyes y hacer a un lado textos de hace 70, 80 o cien años para un país hoy inexistente? ¿Adecuarlos con visión de futuro para aprovechar la apertura económica y la incorporación a la globalidad? ¡Calla, neoliberal! ¡Muérete, traidor a la patria, fifí corrupto, irredento!

Nada aprendemos de nuestros errores, menos de nuestra inclinación a poner en práctica gobernaciones producto de la esquizofrenia, no de una visión objetiva de la realidad.

Hoy, ufano y sobrado, el sedicente secretario de Hacienda declara: nuestra recuperación depende del proceso de vacunación y de la recuperación de la economía norteamericana.

Únicamente le faltó agregar que, al mismo tiempo que se concretaren aquellos requisitos, un burro prieto debería estar rebuznando, a las doce de la noche, en la Plaza de la Constitución. ¡Cuánta pequeñez de funcionarios! ¡La ignominia, antes que atreverse a decir la verdad!

La propensión del gobernante, que todo ignora de la economía, vuelve a manifestarse: dependemos de Estados Unidos y su recuperación para nuestro crecimiento.

Y nosotros, ¿qué debemos hacer? ¿No sienten pena por sus dichos y decisiones? ¿Nadie se atreve a explicarle al Presidente que ese crecimiento es muy bajo y de corta duración?

La única forma de crecer a tasas altas durante periodos prolongados es no otra que hacer la tarea: poner al día nuestro andamiaje jurídico obstaculizador y fortalecer nuestro debilísimo Estado de derecho y casi nula cultura de la legalidad; además, combatir con la fuerza del Estado la delincuencia de todo tipo para, así, restaurar la legalidad perdida hace años.

 

  • No hay atajos en la ruta del crecimiento; abrazos y chanclazos son ocurrencias de quien ignora lo más elemental de lo que es gobernar en los tiempos actuales.

En estos últimos 25 meses hemos comprobado la justeza de lo anterior y padecido el daño causado a un país y su economía, el nuestro, por creer que es posible replicar un pasado el cual, para desgracia del promovente de tal despropósito, nunca existió, pues él lo inventó. 

Nos espera, de no rectificar esta gobernación, lo que dice la maldición china: vivir tiempos interesantes.

 

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