Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

12 Dic, 2019

¿Pemex tiene salvación?

En días recientes, con motivo de la visita de López a una plataforma de Pemex en el Golfo de México, el ingeniero agrónomo que dirige (es un decir, diría Salvador Camarena) esa empresa productiva del Estado informó a aquél, que habían descubierto un “yacimiento gigante”. Lo que no informó, tengo entendido, es que ese mismo yacimiento lo anunció el anterior secretario de Energía —Pedro Joaquín— allá por agosto del año anterior, 2018. En consecuencia, ni descubrieron algo y lo que dicen descubrieron, ni de chiste es gigante. 

Hoy en Pemex, de manera más clara en cuanto a mentir se refiere que en gobiernos anteriores, predomina un peligroso afán por exagerar sin sustento alguno, tanto en materia de extracción diaria como en la situación general de aquélla. A este respecto, lo que domina el discurso es un triunfalismo ramplón sin sustento alguno y el peor de los voluntarismos, cuando no la mentira burda y descarada.

Todo eso es lo que distingue a Pemex en los tiempos que corren; ni por asomo aparece la menor dosis de realidad. Es tal la situación de deterioro en todos sentidos que no hace mucho, el vestíbulo del edificio principal era mudo testigo de las colas que debían hacer los empleados debido, ¡fíjese usted!, a que de los elevadores únicamente funcionaban dos.

Pemex hoy, para todo fin práctico, es una empresa quebrada sin la menor posibilidad de ser salvada; no es únicamente la sobrepoblación laboral y sus privilegios carentes de todo sustento sino todo lo que ahí se da. Destacan, por el daño que le han causado a la empresa y al país, tanto el sindicato como el Contrato Colectivo de Trabajo y por supuesto, su inviable y ya insostenible Sistema de Jubilaciones y Pensiones.

Su situación actual es, a querer y no, resultado de un largo proceso de saqueo inmisericorde por unos y otros; también, imposible eludir mencionarlo, el papel jugado por su sindicato y por la casi totalidad de trabajadores y empleados quienes, bajo la onerosísima protección de un Contrato Colectivo cargado de beneficios, no únicamente inmerecidos sino absurdos en una empresa en quiebra, han sido los últimos clavos al ataúd.

Esta administración, además de haber despedido a especialistas, ha cometido el peor de los errores para configurar una tormenta perfecta: los reemplazó con personas impreparadas e inexpertas, desconocedoras de todo lo que tiene que ver con petróleo, empezando por quien dice ser director general; éste, por si hiciere falta más incapacidad, es secundado por otro personaje que vive —en el mejor de los casos—, allá por los años treinta del siglo pasado: la secretaria de Energía.

A lo anterior debo agregar las pérdidas escandalosas y la ilusión de poner al día —en materia tecnológica—, el Sistema Nacional de Refinación y la construcción de la locura mayor: la refinería de Dos Bocas.

Con este apretado recuento de la tragedia que desde hace años es Pemex, ¿piensa usted que es factible salvarla sin un nuevo enfoque del negocio, sin un Contrato Colectivo actualizado y sin el obligado recorte masivo de personal? ¿Quién entonces y por qué razones se atrevería a afirmar que a México lo salvará Pemex?

 

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