Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

2 Jul, 2020

¿Por qué hablar sin saber?

A dos años de la victoria aplastante y legítima sin la menor duda del actual Presidente —1 de julio del año 2018—, algo hay de su gobernación que no guarda relación positiva alguna con la realidad de la economía mexicana.

 

Por el contrario, todo indica que esta gobernación consiste, esencialmente, en proponer y llevar a la práctica ideas y decisiones contrarias y dañinas frente a las verdaderas necesidades y exigencias de nuestra economía. A dos años de aquella victoria y a 18 meses de la toma de posesión, las cosas carecen de un rumbo claro y preciso y se privilegia, también por decirlo de manera no ofensiva, una ruta errática.

A esto que vemos y padecemos, debe añadirse otro elemento que si bien para unos es inocuo, para mí reviste la mayor de las importancias. Ese tema no es otro, que el desperdicio de la palabra presidencial en diferentes temas. Primero, se habla mucho sin decir algo y, en no pocas ocasiones, por no decir prácticamente siempre, se habla de temas acerca de los cuales se ignora todo.

Esto último es particular y gravemente cierto en la esfera económica; las ideas del Presidente al respecto datan, en el mejor de los casos, de la visión dominante sobre el crecimiento económico que estuvieron en boga, allá por los fines de los años sesenta y durante los setenta del siglo pasado.

Hoy, el México que está a punto de entrar al tercer decenio del siglo XXI, es otro; de una economía cerrada y aislada de manera consciente del exterior, pasamos a una apertura económica obligada por la caída en pedazos del viejo modelo de crecimiento hacia adentro y, de una autarquía casi feudal —celebrada durante años como si esta tontería económica fuera digna de ser celebrada—, a una participación relevante en la globalidad.

Pretender regresar a la época que tanto daño causó a la modernización del país y su economía sería, para decirlo suavemente, una de las peores estupideces que gobierno alguno pudiere cometer hoy en día. Pensar siquiera en replicar el pasado y, en algunas cosas, el antepasado, haría un daño que nos significaría un retroceso de tal gravedad, que perderíamos 20 o 30 años de cambios.

En materia económica, el enemigo a vencer es, no otro que la ignorancia de las grandes transformaciones que México y el resto del mundo han experimentado desde los años cincuenta o sesenta del siglo pasado. Desconocerlas es malo pero, despreciarlas para privilegiar lo caduco, es muy grave. Hoy, México se encuentra frente a este peligro.

A él agrego otro, más grave y más costoso: negarse a reconocer que es imposible repetir el pasado, y negarse a rectificar la ruta que recorremos. Si bien siempre es posible rectificar para enmendar los errores cometidos desde y en la gobernación, también lo es que hay que evitar prolongar la aplicación de políticas erróneas, contrarias a las verdaderas necesidades y exigencias de la economía.

 

Dado esto último, ¿qué esperar para los próximos dos años de este gobierno? ¿Más de lo mismo, que ha probado ser lo peor para el país? Es imperativa la rectificación, y no hablar de temas que se ignora, particularmente en materia económica. ¿Acaso es mucho pedir?

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