Lo que la pandemia obligará a cambiar en el capitalismo y en tus finanzas

De finanzas y otros demonios -
Con la contingencia sanitaria de la covid-19 atrás quedó nuestra concepción del mundo y ha llegado una nueva. Foto: Pixabay.
Con la contingencia sanitaria de la covid-19 atrás quedó nuestra concepción del mundo y ha llegado una nueva. Foto: Pixabay.

Hay una excelente frase de Warren Buffet que dice: "Solo cuando baja la marea se sabe quién nadaba desnudo".

Y se sabía que la marea iba a bajar, porque la pandemia era cuestión de tiempo. Pero con la contingencia sanitaria de la covid-19 atrás quedó nuestra concepción del mundo y ha llegado una nueva.

¿Quiénes andaban desnudos por ahí sin que nos diéramos cuenta?

  • El capitalismo nadaba desnudo. Con un sistema especializado en generar riqueza pero no en repartirla equitativamente, lo que ha generado desigualdad y miseria en la mayoría de la población mundial. Y aunque esto lo sabíamos, quizás no sabíamos que esa miseria podía convertirse en muerte no solamente para los pobres sino para todos. ¡Quién hubiera dicho que verdaderamente estamos en el mismo barco!
  • Las grandes empresas nadaban desnudas. Porque aunque trataron de simular ser “socialmente responsables”, su evasión de impuestos y su influencia siempre constante para debilitar el control de los gobiernos ha dejado vulnerables a los países y a la gente que les ayudaba a ganar dinero.
  • Nuestros gobiernos nadaban desnudos. Con su debilidad en general y, en particular, con sistemas sanitarios ya de por sí sobrepasados y sin planes de emergencia bien organizados ni reservas suficientes para evitar muertes y caos económico.
  • Nuestros negocios y pequeñas empresas nadaban desnudos. Sin reservas para soportar la crisis y para dar salarios a sus empleados o pagar sus servicios básicos.
  • Nosotros nadábamos desnudos. Hay muchos negocios y gente que por sus bajos ingresos dependían de que todos los anteriores hicieran su trabajo en caso de una pandemia.  Pero también estamos aquellos con suerte: esa suerte podría reflejarse en la posesión de un automóvil, hijos en escuela privada, una casa propia sin pago de hipoteca, o un empleo seguro con un salario digno. Si eres de esas personas con suerte pero no tenías un fondo de emergencia… también tú nadabas desnudo pudiéndote haber comprado un traje de baño.

Escribir y hablar sobre finanzas personales es más difícil que ser un Testigo de Jehová que toca de puerta en puerta cada fin de semana. Las personas normalmente no queremos cambiar a menos que nos obliguen. Y decidirse a cambiar los patrones de gasto es muy difícil porque significa cambiar tu forma de ver el mundo. Quienes tienen deudas y viven al día a pesar de que podrían escapar de eso con algo de buena administración no quieren cambiar porque todo parece marchar bien, aunque cualquier cosa que salga mal los lance al despeñadero.

No tienen idea de cuántas veces he hablado con las personas sobre la importancia de ahorrar, invertir y prepararse para el futuro… pero muy muy pocas han hecho algo al respecto. El futuro parece lejano.

Sin embargo, las iglesias se llenan con las calamidades (si estuvieran abiertas se llenarían) y los oídos se abren cuando hay necesidad. Y el mensaje que tengo para ti hoy, en medio de la peor crisis sanitaria en 100 años, es el siguiente:

Nunca olvides estos momentos: no olvides la angustia y no olvides el temor. No olvides la incertidumbre ni el coraje. No olvides las muertes y no olvides la desesperación a tu alrededor. Mantenlos cerca de tu corazón a sabiendas de que son tu mayor tesoro. Porque el desastre con seguridad volverá a tocar a tu puerta, y lo único que puedes hacer es andar siempre con tu traje de baño completo, es decir, puedes prepararte. Emocionalmente, físicamente y financieramente. Esa preparación está dentro de tu completo control.

Pero como habrás ya notado, también hay que prepararnos socialmente. Y aunque la preparación social no depende solamente de ti, puedes contribuir. Somos el mismo puente, y un puente es tan resistente como su parte más débil. Miles de toneladas de acero pueden derrumbarse por culpa del punto más frágil de una estructura.

Por ahora el primer paso es sobrevivir, así que si te es posible, quédate en casa.

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Jbf

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